El Rey abre la puerta al Gobierno para que aplique medidas extraordinarias en Cataluña
El monarca allana el camino para que el Ejecutivo responda a la anunciada declaración de independencia con una intervención parcial o total de las competencias de la Generalitat
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El Rey mostró toda su firmeza en el discurso más extraordinario que nunca ha dado desde que accediera al trono. Directo, claro, contundente y en su papel de símbolo de la unidad de España, avaló ante la nación las medidas que el Estado de derecho (Gobierno y jueces) tendrá que tomar en los próximos días para asegurar el orden constitucional vulnerado en Cataluña por los secesionistas. Don Felipe describió la magnitud del intento separatista acometido por las autoridades autonómicas catalanas contra la democracia y la convivencia, pero también quiso lanzar un mensaje de "tranquilidad y confianza" a los españoles y a los catalanes en particular, que ven amenazados sus derechos y libertades.
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No dudó en reiterar la "deslealtad inadmisible" del Govern de Puigdemont hacia los poderes del Estado e insistió en la tremenda "irresponsabilidad" que se desprende de su conducta en los últimos años y que ha pretendido "quebrar la unidad de España".
El discurso del monarca rompe con el paréntesis de silencio o indefinición que habían abierto el Ejecutivo y, sobre todo, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al proponer el diálogo inmediato con Carles Puigdemont como salida al 1-O. El Rey no pronunció las palabras 'diálogo' o 'negociación' con unos gobernantes que "se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia". Solo el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, se ha mostrado taxativo estos días en contra de seguir considerando como interlocutor válido al presidente autonómico. En todo caso, el monarca sí se refirió a la posibilidad de defender todas las ideas "dentro del respeto a la ley, porque sin ese respeto no hay convivencia democrática posible".
De hecho, antes de grabar el mensaje de menos de seis minutos y que fue anunciado por Zarzuela al filo de las seis de la tarde, el Rey conversó con Rajoy —como hace todos los días desde la semana pasada y de forma constante—, y también llamó a Sánchez y a Rivera. Los portavoces socialistas se habían desmarcado justo antes del apoyo al Gobierno por las cargas policiales de la jornada del domingo y volvieron a la equidistancia, además de encabezar en el Congreso la protesta por la actuación de la Guardia Civil y la Policía pidiendo la reprobación de la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría.
Por su parte, el PP insistía en que sin el apoyo del PSOE era muy difícil aplicar el artículo 155 de la Constitución para intervenir las competencias de la Generalitat en rebeldía. A Sánchez tampoco le gusta el recurso a la Ley de Seguridad Nacional con el fin de que el Ejecutivo pueda al menos dar órdenes directas a la policía autonómica catalana.
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El caso del partido de centro era bien distinto. Rivera aprovechó su último encuentro con Rajoy en Moncloa este lunes para pedirle directamente la aplicación del 155, insistiendo en que el tiempo del inmovilismo se había terminado y reiterando que el primer objetivo hoy por hoy debe ser evitar la declaración unilateral de independencia que la Generalitat pretende. En la tarde de este martes, el monarca también telefoneó al presidente de Ciudadanos. Minutos después de que la televisión emitiera el mensaje de Felipe VI, Rivera lanzaba una reacción con contundencia: "España necesita esperanza y liderazgo. El Rey ha dado la cara por todos".
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Ante la situación de indecisión en las filas socialistas y en vista de las escasas opciones, el monarca exigió el compromiso de todos con los intereses generales. "Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía", afirmó en su mensaje con la bandera nacional acompañada por la europea como fondo. También con el retrato de Carlos III, el monarca de la Ilustración.
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Un mensaje que también estaba dirigido a la comunidad internacional tras los acontecimientos de los últimos días en Cataluña, con una idea que pretendía disipar cualquier duda sembrada: "Nuestros principios democráticos son fuertes y sólidos" al estar basados en "el deseo de millones de españoles de convivir en paz"; "así se ha construido la España de las últimas décadas y ese es el camino que debemos seguir".
Preparar a la opinión pública
Además del llamamiento a la esperanza a los españoles, el Rey allana el camino con su histórico discurso para que el Ejecutivo —el mismo día en que en Cataluña se han seguido rodeando las comisarías de la Policía Nacional, se han tenido que proteger los hoteles que albergan a los agentes desplazados allí y se ha vivido una jornada de huelga general auspiciada por el Govern— responda a la esperada declaración de independencia de los secesionistas con una intervención parcial o total de las competencias de la Generalitat.
Está por ver aún cuál será la fórmula: el artículo 155 que requiere más tiempo y la aprobación por el Senado; la Ley de Seguridad Nacional, que permite la intervención —entre otras medidas— de los Mossos y que solo necesita de un decreto del Consejo de Ministros, u otra fórmula aún más contundente y expeditiva. Y también prepara a la opinión pública para las decisiones que los próximos días pueden tomar los jueces sobre los principales responsables de la insurrección y su horizonte penal: Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Fordadell.
El Rey mostró toda su firmeza en el discurso más extraordinario que nunca ha dado desde que accediera al trono. Directo, claro, contundente y en su papel de símbolo de la unidad de España, avaló ante la nación las medidas que el Estado de derecho (Gobierno y jueces) tendrá que tomar en los próximos días para asegurar el orden constitucional vulnerado en Cataluña por los secesionistas. Don Felipe describió la magnitud del intento separatista acometido por las autoridades autonómicas catalanas contra la democracia y la convivencia, pero también quiso lanzar un mensaje de "tranquilidad y confianza" a los españoles y a los catalanes en particular, que ven amenazados sus derechos y libertades.