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Fluidra comprueba que hay agua en la piscina pero menos tras la resaca del covid
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Fluidra comprueba que hay agua en la piscina pero menos tras la resaca del covid

Fluidra se aprieta el cinturón a la vez que el mercado de las piscinas se ajusta a parámetros más normales una vez superado el covid, lo que también se ha notado en las cuentas

Foto: Eloi Planes, presidente de Fluidra. (EFE/Quique García)
Eloi Planes, presidente de Fluidra. (EFE/Quique García)
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Fluidra presentó resultados esta semana. Mantiene los objetivos de ingresos anuales, pero con estos números le costará porque su principal producto, la piscina residencial, retrocede en la mayoría de las geografías en las que está presente. La compañía está pasando la resaca del covid, en la que con la gente confinada en su casa se desató una fiebre por las piscinas que no pudo mantenerse superada la crisis sanitaria. Además, el entorno inflacionista, como a la mayoría de los constructores, perjudica a sus márgenes. Aunque convenció a los analistas de la bondad de su estrategia, la acción no se vio especialmente castigada, los buenos tiempos han pasado y ha llegado la hora de apretarse el cinturón.

Más allá de los números, la compañía sigue en un momento dulce. En esta situación de retroceso de otros referentes del capitalismo catalán, Fluidra parece un nuevo foco de poder e influencia. Ha sabido atraer a su capital a referentes de las grandes fortunas catalanas, ahí están Carme Godia (5%) y Manuel Puig (de los Puig perfumeros, con el 7%). También a fondos de inversión como Capital Reach (3%) o inversores internacionales del tipo de Rhone Capital (11%) o T. Rowe Price (6,6%). Lo mismo pasa en ámbito social. El papel de su presidente Eloi Planes (las familias Planes, Serra Duffo, Corbera Serra y Bernat Garrigós controla el 28,5% del accionariado) ha sido clave en el giro en la Cámara de Comercio de Barcelona, y ahí está de flamante vicepresidente de la institución cameral.

El brillo fuera de balance no permite dudas. Otra cosa es dentro de la cuenta de resultados, donde la compañía está sufriendo para adaptarse al nuevo entorno. Los números muestran un equilibrio entre la cal y la arena.

Foto: Sede de Fluidra, en Barcelona (Reuters/ Nacho Doce)

Lo que evoluciona peor es la línea de ingresos. La compañía factura 344 millones de euros menos que en el mismo período del año anterior. Hasta septiembre las ventas se colocaron en 1.623 millones, con una caída del 17% interanual. A pesar de ello, Fluidra mantiene los objetivos previstos —que ya fueron revisados a la baja hace un año— y espera poder cerrar el ejercicio en curso con un volumen de negocio entre 2.000 y 2.100 millones.

Fluidra es un negocio industrial. De manera que cuando caen las ventas, cae todo. El Ebitda —beneficio bruto operativo— se recortó un 19,7%, hasta los 366 millones, y el beneficio neto se desplomó un 40%, cerrando septiembre con 108 millones.

Menos piscinas

La caída de las ventas se explica por un reajuste del mercado mundial. El descenso en la construcción de piscinas en todo el mundo después de la pandemia está situando el negocio en dimensiones más racionales después del boom que se vivió con los confinamientos. En realidad no hay ningún mercado de todos los que está situado la compañía catalana en el mundo que le sirva de refugio, aunque en Estados Unidos, según fuentes del mercado financiero, se podrían estar dando indicios de que lo peor ya ha pasado.

El descenso en la construcción de piscinas tras el covid está situando el negocio en dimensiones más racionales después de los confinamientos

Además, durante la pandemia, los clientes de Fluidra, en especial los más industriales, acumularon muchas existencias que ahora se han podido ir drenando. Por eso, la compañía destaca en su presentación "enfoque continuado en control de costes y gestión de inventario". De hecho, el plan de ahorro implementado por la compañía ha supuesto un recorte del gasto de 31 millones. Esta cifra se espera que llegue a los 100 millones en un período de tres años, entre 2023 y 2025.

Reducción de deuda

Mientras, en la gestión del pasivo, los de Sant Cugat están centrados en reducir la deuda neta, que ha bajado en 95 millones, situándose en 1.230 millones. La previsión de mercado, es que la compañía pueda seguir recortando ligeramente esta partida hasta unos volúmenes en que se sientan cómodos. Pero la situación actual no es de ahogo financiero, al contrario, con un flujo de caja de 276 millones al cierre de este tercer trimestre.

La deuda neta del fabricante de piscinas se ha recortado en un 8,7%

Desde Fluidra destacan que este flujo de caja se ha conseguido "completado la adquisición del Meranus y el pago de la parte correspondiente del dividendo ordinario". Meranus es un distribuidor de piscinas de Alemania por la cual Fluidra pagó 30 millones. Las adquisiciones han sido una constante en las que la compañía ha basado su crecimiento histórico y Meranus solo es la última de ellas. La mayor fue en 2017 cuando se fusionó con Zodiac en Estados Unidos y pasaron de ser una pequeña compañía industrial catalana a un operador mundial del sector.

Buenas previsiones

Por ello, la compañía prevé cerrar el año con un ebitda que oscile entre 410 y 450 millones de euros (antes del ajuste de previsiones era entre 410 y 480 millones) y un beneficio de caja neto por acción entre 0,95 y 1,15 euros por acción (antes entre 0,95 euros y 1,25 euros). De manera que la política de apretarse el cinturón en Fluidra ha servido para adaptarse al ajuste de mercado. La compañía hoy vale en bolsa más 3.100 millones y en el mercado se está a la espera de si podrá adaptarse a un cambio climático que le afecta en todas sus líneas de negocio. Fluidra entró en el Ibex-35 en 2021, cuando el sector estaba en su apogeo pandémico. Ahora el esfuerzo se centra en seguir a flote en un entorno inversor mucho más exigentes y un contexto de vacas no tan gordas como antaño.

Fluidra presentó resultados esta semana. Mantiene los objetivos de ingresos anuales, pero con estos números le costará porque su principal producto, la piscina residencial, retrocede en la mayoría de las geografías en las que está presente. La compañía está pasando la resaca del covid, en la que con la gente confinada en su casa se desató una fiebre por las piscinas que no pudo mantenerse superada la crisis sanitaria. Además, el entorno inflacionista, como a la mayoría de los constructores, perjudica a sus márgenes. Aunque convenció a los analistas de la bondad de su estrategia, la acción no se vio especialmente castigada, los buenos tiempos han pasado y ha llegado la hora de apretarse el cinturón.

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