Iberdrola contrata a EY para una revisión organizativa del cuadro de mandos

Ignacio Sánchez Galán sigue dándole vueltas al futuro de Iberdrola para conseguir que la empresa sea más eficiente, desde el punto de vista organizativo y operativo. Para ello, ha contratado los servicios de Ernst & Young (EY), cuya división de consultoría ha puesto en marcha un profundo análisis de la estructura del grupo a nivel mundial, con la definición de puestos de responsabilidad y funciones, desde los puestos de mando hasta los niveles más bajos de la plantilla.

Según fuentes próximas a la eléctrica, el proyecto ha sido bautizado como Ágora, en referencia al concepto griego de las plazas donde se congregaba el poder político. Ignacio Rel, director general de EY Consulting, lidera este encargo, para el que ha creado un amplio equipo de trabajo que abarque todos los países en los que Iberdrola está presente de forma destacada con filiales operativas, como España, Reino Unido, Estados Unidos y Brasil, entre otros. Otras fuentes indican que también están involucrados Agustín Rico, socio de EY del área de energía, y Alberto Castilla, responsable de la división de sostenibilidad.

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El consejo de administración de Iberdrola aprobó el pasado año una reorganización societaria que daba plenos poderes a cada una de las divisiones y países en los que opera, con el nombramiento de consejeros delegados que, a su vez, tenían que ser responsables de su cuenta individual de resultados. El fin de esta estructura era dar un mayor dinamismo a cada filial y exigir objetivos concretos a cada CEO, con lo que buscaba acentuar la competencia interna entre directivos y la meritocracia.

Para ello, Galán propuso el pasado verano el nombramiento de Mario Ruiz-Table como consejero delegado de Iberdrola España, al tiempo que Pedro Azagra, anterior director de desarrollo corporativo, tomaba las riendas de Avangrid (EEUU) desde marzo, mientras que Keith Anderson se hacía con los mandos de la británica Scottish Power; Eduardo Capelastegui, de la subsidiaria de Brasil, y Enrique Alba, de la de México. Iberdrola también nombró máximos responsables de otros países emergentes para el grupo, como Australia, Francia y Alemania.

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En España, el pasado verano, Iberdrola también llevó a cabo una reorganización, con cambios significativos en los consejos de administración de sus distintas unidades de negocio. La mayoría de las cuales fueron rebautizadas para adaptarlas a la nueva taxonomía del concepto de las energías renovables aprobada por la Unión Europea unos meses antes. Así, la eléctrica dividió su operativa en tres unidades, Redes, Energía y Energía Sostenible, la última de las cuales incluyó la plantas de generación térmica, que funcionan con combustibles fósiles, las nucleares y las de ciclo combinado, que usan gas para producir electricidad.

Se da la circunstancia de que EY cuenta con Isabel García Tejerina, la que fuera ministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, como senior advisor desde marzo de 2020. Por su parte, la eléctrica la nombró, primero, consejera de Neoenergia, su filial en Brasil, en septiembre de 2020, hasta que en diciembre de 2021 le dio una silla en el órgano de gobierno de Iberdrola, la matriz cotizada en España. Por este cargo, percibe 297.000 euros al año. Fuentes próximas a la consultora aseguran que la norma interna prohíbe a los asesores trabajar directamente con cualquier cliente, ya que su labor se limita a visión sectorial y de mercado. Por tanto, rechazan que exista ningún potencial conflicto de interés en este proyecto.

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Fuentes oficiales de Iberdrola no han respondido a las llamadas de El Confidencial para conocer su versión sobre esta información, por lo que no se le ha podido preguntar por el alcance geográfico y organizativo de este contrato. Desde EY, han declinado hacer ningún comentario sobre este, si bien otras fuentes cercanas a la cúpula de la consultora han confirmado este encargo y su denominación como Ágora.

En 2021, la primera eléctrica española y segunda del mundo en el sector de las renovables pidió un estudio de consultoría similar a WTW (Willis Towers Watson. Un contrato que consistió en una evaluación del trabajo de los jefes de área y departamentos para saber si las labores desarrolladas se podían hacer con más eficiencia gracias a la implantación de la tecnología, una de las obsesiones de Ignacio Sánchez Galán para conseguir mayor rentabilidad en las operaciones y para sus accionistas.