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Sánchez (Adecco): "La temporalidad sin control deriva en altas tasas de economía sumergida"
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ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE ADECCO

Sánchez (Adecco): "La temporalidad sin control deriva en altas tasas de economía sumergida"

Con la aprobación de la reforma laboral todavía en el aire, Enrique Sánchez, presidente de Adecco, considera necesario poner el foco en la formación y en la flexibilidad para que esta acabe calando en el mercado de trabajo

Foto: Enrique Sánchez, presidente de Adecco España y 'regional head' para el Sur de Europa.
Enrique Sánchez, presidente de Adecco España y 'regional head' para el Sur de Europa.

La reforma laboral continúa en el centro del debate. Tras varias semanas de negociaciones, el acuerdo entre la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), los sindicatos y el Gobierno todavía está en el aire. En el foco del conflicto, un asunto clave: la temporalidad en el trabajo y la forma de atajar este problema. En estos momentos, España sigue estando a gran distancia de los países europeos: nuestra tasa se sitúa en un 26%, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

En este contexto y para analizar el panorama actual, desde El Confidencial hablamos con Enrique Sánchez, presidente de Adecco España y 'regional head' para el Sur de Europa, que además de dar su opinión sobre el conflicto que rodea el pacto de la reforma laboral, opina sobre los problemas del mercado laboral en España, desde la precariedad hasta el desempleo juvenil, los parados de larga duración o la brecha existente entre universidades y empresas.

PREGUNTA. A día de hoy, España supera los tres millones de parados. ¿Cómo va a evolucionar el mercado de trabajo en el próximo año y cuándo cree que alcanzaremos los datos anteriores a la pandemia?

RESPUESTA. Es complicado llevar a cabo una predicción clara. Hay variables que no dependen de nosotros, como las vinculadas a los precios de la energía, por ejemplo; pero otras sí, como la gestión de los fondos europeos. En todo caso, soy optimista. Creo que este año la economía acabará creciendo alrededor de un 5%, y el año que viene nos acercaremos al 6%. Si nos fijamos en el ritmo de generación de empleo de los últimos trimestres, España puede aspirar en 2022 a tener un millón de nuevos puestos de trabajo y una tasa de desempleo de entre el 12 y el 13%. Pero también debemos darnos cuenta de que estamos en un momento clave y la evolución del mercado de trabajo dependerá en gran medida de cómo se cierre finalmente la reforma laboral que está sobre la mesa.

P. Precisamente, la temporalidad es uno de los focos de esta reforma. España se sitúa a la cabeza de la Unión Europea, según datos de la oficina estadística europea, Eurostat: alcanzaba casi el 25% a cierre de 2020, 11 puntos por encima de la media europea. ¿Por qué?

R. Nuestra tasa de temporalidad es exagerada, deberíamos estar en torno a un 13%. Es cierto que el peso de sectores más estacionales en la economía española puede tener un impacto, pero no justifica en absoluto esta gran diferencia. En España, casi el 30% de la población trabaja con un contrato temporal, y sin embargo solo el 1% está canalizado a través de empresas habilitadas para ello (empresas de trabajo temporal o ETT). Esto provoca que haya un gran número de trabajadores fuera de control, algo que acaba derivando en altas tasas de economía sumergida: se estima que un 20% de la economía en España puede estar fuera de control. La inspección de trabajo tiene un gran papel aquí, tiene que actuar con decisión y poner en el mercado a esos trabajadores.

"Cuando haces un contrato temporal para un puesto indefinido o utilizas un becario para trabajar, es precariedad, y además es ilegal"

P. Muchas personas asocian la temporalidad con la precariedad.

R. No tiene nada que ver. Cuando haces un contrato de trabajo temporal para un puesto indefinido o utilizas un becario para trabajar, es precariedad, y, de hecho, eso es ilegal. Lo importante aquí es controlar que los contratos temporales tengan una causa clara. Es decir, ¿existe un motivo concreto por el que se necesite un trabajador? Por ejemplo, picos de trabajo en verano, nuevos proyectos o bajas de trabajadores. Si es así, se debe llevar a cabo un contrato temporal que garantice unas buenas condiciones de trabajo especificadas en el convenio colectivo de la empresa.

P. El Gobierno dio recientemente un paso importante en la negociación de la reforma laboral con la CEOE eliminando su propuesta para atajar la temporalidad, que era fijar un límite del 15% en las empresas y suprimir prácticamente la totalidad de contratos temporales vigentes. El presidente de la CEOE afirmó que esta propuesta no estaba alineada con las necesidades del tejido empresarial y de los trabajadores, ¿cuál es su opinión al respecto?

R. Creo que conseguir unos objetivos a través de la penalización no es la forma adecuada. Establecer la misma medida para todos los sectores y para todas las comunidades autónomas no ayudaría, hay comunidades con sectores más estacionales que otros y con tejidos industriales muy diversos. Estoy de acuerdo en establecer un marco de juego que fije los límites en la contratación temporal, pero a través de la negociación con los distintos sectores. La contratación temporal hay que canalizarla a través de convenios colectivos sectoriales en cada comunidad autónoma. La fórmula, por tanto, es identificar cuál es el porcentaje de temporalidad que necesitan las empresas de cada sector para poder ser competitivas, y después garantizar que esa contratación temporal es causal y que está gestionada profesionalmente para garantizar los derechos de los trabajadores.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (Efe/Mariscal)

P. En lugar de esta medida, el Gobierno plantea la creación de un nuevo contrato temporal que aglutine los más utilizados actualmente (obra y servicio, pico de producción y sustitución) en uno solo que tenga una duración máxima de tres meses.

R. Sigue siendo una medida rígida, que desincentiva la contratación y dejaría sin empleo a muchos trabajadores, trayendo consigo más economía sumergida. Hay empresas que necesitan flexibilidad únicamente tres meses al año, tenemos que dársela. Pero, repito, lo importante es controlar que estos contratos temporales sean por una causa justificada.

P. ¿Qué necesitamos para que se produzca este acuerdo?

R. Que el Gobierno, los sindicatos y la CEOE den un paso adelante de madurez. Estas tres patas tienen que estar en la misma sintonía, y la sintonía es la prosperidad para empresas y trabajadores. A día de hoy, me siguen sorprendiendo mucho las posiciones ancladas.

P. ¿En qué otros puntos considera clave poner el foco para que esta reforma acabe calando verdaderamente en el mercado laboral?

R. Tenemos que dejar muy claro qué vamos a hacer en el corto plazo para que los trabajadores puedan encontrar trabajo a través de la formación; otorgar flexibilidad a las empresas al tiempo que garantizamos la estabilidad a los trabajadores; gestionar profesionalmente la temporalidad causal, y establecer politicas activas de empleo.

P. Esta reforma laboral se lleva a cabo en un contexto en que España es el segundo país con más paro de la Unión Europea, solo por detrás de Grecia. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Es un problema que viene de atrás?

R. Tenemos que darnos cuenta de que la inversión y el emprendimiento son la base de la generación de empleo en la economía moderna, y España es un país que en los últimos años no está siendo atractivo para ello. Han fallado la incertidumbre política y la inestabilidad institucional. A todo esto se suman las altas tasas de economía sumergida que no se atajan adecuadamente y que enturbian las cifras sin generar riqueza ni para los trabajadores, ni para las empresas ni para el Estado.

Si miramos a los países de nuestro entorno, vemos que nuestras políticas de empleo están prácticamente desaparecidas, nos preocupamos más por subsidiar el desempleo que por incentivar el empleo. Menos de la mitad de los fondos públicos relacionados con el empleo se destina a políticas activas y más de la mitad, a subsidios. No es cuestión de colores, la cuestión es que no estamos siendo capaces de reaccionar. En concreto, es importante incentivar dos colectivos muy castigados: los jóvenes y los mayores de 50 años. Y para ello hay que llevar a cabo políticas muy concretas, porque no estamos produciendo en términos de educación las competencias que el tejido empresarial necesita.

"En las CCAA donde las dificultades para las empresas son mayores y donde no se incentiva el empleo, hay más paro y economía sumergida"

P. No solo tenemos altas tasas en comparación con Europa, también grandes diferencias por comunidades: mientras que en Andalucía o Extremadura, por ejemplo, el paro en menores de 25 años supera el 40%; en Cataluña, Galicia o Cantabria, por ejemplo, apenas supera el 20%. ¿A qué cree que se deben estas grandes diferencias?

R. La industria es más fuerte en el norte que en el sur. Nuestro sistema productivo está fragmentado, pero identifico otro motivo. En Andalucía y Extremadura, por ejemplo, la tasa de desempleo es mayor, pero también lo es la tasa de economía sumergida. En estas comunidades, las políticas pasivas de empleo están claramente por encima de las activas. Creo que en aquellas comunidades donde las dificultades para las empresas son mayores, donde la fiscalidad es mayor y donde no se incentiva tanto el empleo, hay más economía sumergida y mayor tasa de paro.

P. A pesar de las altas tasas de paro, muchas empresas tienen problemas para cubrir vacantes. El desajuste entre oferta y demanda de mano de obra provoca que haya más de 100.000 vacantes sin cubrir, según los datos de la encuesta trimestral de coste laboral del INE.

R. El problema es la falta de acercamiento entre la oferta formativa y la demanda de las empresas. Hoy día, el 50% de la demanda de empleo se produce en el ámbito de la Formación Profesional, y sin embargo solo un 10% de los estudiantes elige esta opción. Por otro lado, España sobreproduce títulos universitarios, muchos de ellos en disciplinas con difícil encaje en el mercado. Si miramos a Europa, la tasa de empleo de universitarios es menor y todo está mucho más concentrado en la Formación Profesional.

P. ¿Por qué ocurre esto?

R. Es un tema cultural. En el ámbito familiar, parece que todos los padres quieren que sus hijos estudien una carrera universitaria porque la Formación Profesional es de segundo orden. Esto es un error conceptual extraordinario con un impacto negativo para el desarrollo de las competencias de los jóvenes, cuando la demanda va por ahí.

P. Muchos jóvenes se decantan por carreras universitarias con la idea de aspirar a un salario superior, ¿esto es así en la práctica?

R. En absoluto. Los puestos que requieren Formación Profesional cuentan con sueldos incluso más altos en algunos casos. Al final, los salarios están determinados por los convenios de las empresas, pero por encima de los convenios está el mercado de trabajo, la oferta y la demanda. Si hay dificultades para encontrar un trabajador, normalmente estos tendrán más posibilidades de desarrollo dentro de la compañía. Paralelamente, muchos jóvenes que estudian carreras, al no tener posibilidad real de encontrar un empleo vinculado, acaban abrazándose a cualquier puesto de trabajo.

"El 50% de la demanda se produce en el ámbito de la Formación Profesional, y sin embargo solo un 10% de estudiantes elige esta opción"

P. ¿Cuál es la solución para cambiar esta mentalidad en los jóvenes?

R. El Estado debe promover iniciativas en el ámbito de la formación dual, llegar a acuerdos con empresas, incentivar fiscalmente la contratación de jóvenes que procedan de Formación Profesional y asesorar. Hay países como Suiza que asesoran a los jóvenes cuando llega el momento de tomar la decisión de elegir su camino profesional: reciben consejos y les comentan el estado del mercado de trabajo, qué competencias se necesitan o qué nuevas carreras hay en el momento.

P. Al otro lado están los parados de larga duración, que también se enfrentan a grandes problemas para acceder al mercado laboral, además de no estar familiarizados con el ámbito tecnológico, a diferencia de los más jóvenes. ¿Están es desventaja?

R. Tenemos que tener presente que la mitad de los puestos de trabajo dentro de 20 años serán diferentes a los de hoy; y que en 2030, un 20% de los trabajos que habrá no existen todavía. El mercado de trabajo cambia rápidamente, y más ahora tras la pandemia, que ha servido como acelerador. Con esto quiero decir que, independientemente de la generación, siempre existe la capacidad para formarse, cada uno de nosotros tiene que incorporar esas competencias digitales. Necesitamos compromiso individual y responsabilidad de las empresas para reciclar.

P. ¿Esto está siendo así en la práctica? ¿Están dispuestas las personas de esa generación a reciclarse?

R. Hay mucha variedad. En general, sí quieren reciclarse, pero no es fácil encontrar el camino. El colectivo de mayores de 55 años es crítico. Por ejemplo, fuera del ámbito digital, España necesita camioneros, y no tenemos. Una posible solución para esto sería llegar a un acuerdo con la Administración para simplificar la formación y que sea más sencillo alcanzar la acreditación que necesitan las personas para cubrir este puesto, la parte burocrática tiene que ser más ágil. Paralelamente, tenemos que envolver en esta formación a empresas privadas que verdaderamente, en colaboración con el sector público, puedan tener un papel en el adiestramiento de estas personas.

P. Por último, ¿cuáles son los sectores y perfiles con mayor demanda en estos momentos?

R. En primer lugar, el sector tecnológico y el de las telecomunicaciones: expertos en 'big data', en internet de las cosas, en inteligencia artificial o en Blockchain. Pero la demanda también está creciendo en sectores tradicionales que han salido muy reforzados de la pandemia, como el sanitario, y en algunas ramas de la industria como la electromecánica, los soldadores, los camioneros o los encofradores. Parece que ya nadie quiere estudiar esto, pero en el repunte de la economía son profesiones para las que no se encuentran profesionales.

La reforma laboral continúa en el centro del debate. Tras varias semanas de negociaciones, el acuerdo entre la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), los sindicatos y el Gobierno todavía está en el aire. En el foco del conflicto, un asunto clave: la temporalidad en el trabajo y la forma de atajar este problema. En estos momentos, España sigue estando a gran distancia de los países europeos: nuestra tasa se sitúa en un 26%, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

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