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La hora de la biopolítica: cómo el día a día de millones de jóvenes cambiará el planeta
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La hora de la biopolítica: cómo el día a día de millones de jóvenes cambiará el planeta

El activismo o la cultura son solo dos de las herramientas que los jóvenes de hoy utilizan para expresar y reivindicar sus inquietudes por el sistema

Se les ha repetido hasta la saciedad que son la generación más preparada de la historia, la más formada y, también, la que más herramientas tecnológicas tendrá a su alcance para vivir una vida mejor. Lo que nadie les dijo es que tendrían que sobrevivir a dos crisis económicas en apenas una docena de años, lo que les ha empujado también a convertirse en una de las generaciones más politizadas.

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Para abordar la implicación política y social de las generaciones más jóvenes y el papel que estas deben jugar para cambiar las reglas del juego, El Confidencial organizó de la mano de Fundación la Caixa la mesa redonda ‘La generación que lo cambiará todo’, la tercera del ciclo de encuentros 'Jóvenes poscovid: cuatro miradas sobre la generación que cambiará la historia'. El debate, que se celebró en el auditorio CaixaForum de Madrid, contó con la participación de la ilustradora Lara Lars; el asesor político y de comunicación y autor de 'La generación millennial y la nueva política', Antonio Gutiérrez-Rubí, y la estudiante de biología y representante de Juventud por el Clima, Pati Birchenough.

placeholder Pati Birchenough, estudiante de biología y representante de Juventud por el Clima.
Pati Birchenough, estudiante de biología y representante de Juventud por el Clima.

Según Pati Birchenough y Lara Lars, existe una desafección entre la juventud por la política tradicional, pero no por falta de conciencia política. “La juventud está desganada porque no recibe estímulos”, lamentó la primera. “Sentimos desafecto hacia la clase política, pero cada vez hay un mayor compromiso”, afirmó la ilustradora. Lars hizo hincapié en la conexión emocional que ve entre algunos partidos —a los que no es afín— y sus votantes, que echa en falta en otros espacios políticos: "Veo partidos de otras ideologías que son efectivos para la gente que les vota. Pero aquellos a los que yo me aproximo no los veo tan acertados a la hora de conectar con su electorado".

La situación no es nueva y cada vez alcanza a más sectores de la sociedad. El CIS publicaba el pasado mes de octubre que la clase política es el cuarto problema que más preocupa a los españoles. Una situación preocupante, en palabras del asesor político y de comunicación Antonio Gutiérrez-Rubí: “Existe el peligro de que se desconfíe de la democracia, ya que no da respuesta a los retos actuales, y nos parezca indiferente un sistema u otro”.

La hora de la biopolítica

A pesar de no sentirse representados por partidos políticos, jóvenes como Lara y Pati son conscientes de que sus acciones tienen un impacto no solo en su vida personal, sino también en su entorno cercano e incluso lejano. “Cuando ilustro, lo hago con una finalidad reivindicativa, que hace que mucha gente se identifique —aclaró Lars—. Siento la necesidad de revertir los referentes visuales en los que los hombres tienen un carácter e intereses propios y las mujeres solo aparecen como un objeto de decoración o acompañamiento a lo que se está contando”, añadió.

placeholder Antonio Gutiérrez-Rubí, asesor político y de comunicación y autor de 'La generación millennial y la nueva política'.
Antonio Gutiérrez-Rubí, asesor político y de comunicación y autor de 'La generación millennial y la nueva política'.

Si el arte puede cambiar el mundo de manera silenciosa, el activismo pretende hacerlo desde el ruido. “Se habla mucho de hacer las cosas con calma, pero con calma no llegamos a ningún sitio”, zanjó la representante de Juventud por el Clima. Birchenough, además, lamentó que solo se les da voz en los medios en momentos puntuales —"como cuando Greta Thunberg estuvo en la COP de Madrid"— y no "cuando estamos haciendo trabajo de fondo, asambleas, formaciones...".

Manifestarse en favor de políticas más sostenibles o reivindicar el papel de la mujer a través del arte son solo dos de las muchas facetas de la biopolítica, como la definió Gutiérrez-Rubí. Las generaciones 'millennial' y 'centennial' han entendido que los cambios comienzan en ellos mismos. En el momento en que decidieron “politizar su metro cuadrado” en lugar de delegar “la transformación de la realidad a un proceso electoral”, explicó. Según el asesor, la biopolítica (entendida como esa rama centrada en atender y comprender emociones y necesidades inmateriales e intangibles) es una aproximación que ayudaría a reconectar lo político (o la democracia) con lo personal.

De lo personal a lo transnacional

Los jóvenes de hoy "están más movilizados por causas que por casas políticas", afirmó el asesor político, en alusión al creciente desinterés por los partidos tradicionales. Una característica que confiere a estos movimientos un carácter “transversal, transnacional y global” que es mucho más efectivo para movilizar a las nuevas generaciones. Lars, por su parte, aseguró que su manera de conectar con su generación es mediante la representación de sus "quejas y preocupaciones" a través del arte. Para Birchenough, el movimiento social es el lugar indicado para comenzar a hacer política, ya que es el espacio en el que “encontrar a gente con las mismas inquietudes”.

Otro claro foco de denuncia por parte de las jóvenes ponentes fue la infantilización que, a su juicio, sufren a menudo. “Se desacreditan nuestras reivindicaciones sacando punta a cualquier cosa que hacemos”, denunció Birchenough. “Nos infantilizan desde fuera, pero es muy difícil cumplir con las obligaciones adultas cuando es tan complicado irse de casa o conseguir un trabajo con unas condiciones dignas”, denunció Lars.

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Lara Lars, ilustradora.

Una de las principales demandas de Gutiérrez-Rubí fue la necesidad de poner en marcha, cuanto antes, pactos que nos salvaguarden de la emergencia climática: “Es evidente que esta década es el límite de no retorno para muchas políticas climáticas. Vamos a necesitar grandes acuerdos y consensos generacionales”.

Una denuncia que no cayó en saco roto, como llevan tiempo reclamando desde Juventud por el Clima: “Existe un egoísmo cortoplacista por parte de los gobernantes. Necesitamos comenzar a llamar a los problemas por su nombre. Ya no debemos hablar de cambio climático, sino de crisis climática. De una crisis multiorgánica del planeta. Las generaciones que no van a ver estos problemas son las que están perjudicando nuestro futuro”, sentenció Birchenough. Los jóvenes parecen tenerlo claro. La gran incógnita reside en si la esfera política escuchará las inquietudes de estas nuevas generaciones.

Se les ha repetido hasta la saciedad que son la generación más preparada de la historia, la más formada y, también, la que más herramientas tecnológicas tendrá a su alcance para vivir una vida mejor. Lo que nadie les dijo es que tendrían que sobrevivir a dos crisis económicas en apenas una docena de años, lo que les ha empujado también a convertirse en una de las generaciones más politizadas.

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