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López Madrid vuelve a casa por Navidad para salvar a la familia Villar Mir
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tras los desplomes de ohl y ferroglobe

López Madrid vuelve a casa por Navidad para salvar a la familia Villar Mir

El financiero, denostado por algunas de las polémicas que le han perseguido, acaba de lograr que un fondo buitre le proporcione oxígeno al histórico apellido Villar Mir

Foto: El exconsejero delegado del grupo Villar Mir, Francisco Javier López Madrid, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)
El exconsejero delegado del grupo Villar Mir, Francisco Javier López Madrid, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)

La última vez que se vio a Javier López Madrid en España fue el pasado 28 de noviembre. Vino a Madrid desde su exilio en Londres para asistir a la primera sesión del juicio por la salida a bolsa de Bankia, de la que fue consejero, que se dirime en la Audiencia Nacional. Se puso en la segunda fila de los señalados, encogido, con la cabeza baja, ladeada, y una mano tapándole la boca para evitar ser captado por las instantáneas de una condena social ya escrita de antemano.

Un día después, el Grupo Villar Mir anunciaba que había conseguido refinanciar la deuda del 'holding' con la aportación de 365 millones de euros. Un dinero que no le prestaba la banca, como sería lo habitual, sino un fondo buitre con domicilio en Mónaco denominado Tyrus. Un viejo amigo que ya le salvó la vida a la familia en 2015 cuando no contaban con el dinero suficiente para suscribir una ampliación de capital de 1.000 millones con la que evitaron la quiebra de OHL, su filial constructora.

Foto: El presidente de OHL, Juan Villar Mir Fuentes (i), junto al fundador del grupo, Juan Miguel Villar Mir. (EFE)

Ahora, se trataba de salvar la vida de todo el grupo, que incluye, además de la conocida OHL, Ferroglobe, Inmobiliaria Espacio, Fertiberia y VM Energía. Un conglomerado que en los tiempos buenos ha llegado a facturar más de 5.000 millones. La negociación con Tyrus la llevó López Madrid en primera persona, el hombre de la familia que, pese a estar totalmente denostado socialmente, es el más preparado, con amplia diferencia, desde el punto de vista técnico.

No obstante, mientras evitaba una hecatombe en la Torre Espacio, una de las cuatro que mandan en el 'skyline' de Madrid, ese mismo día, al yerno de Juan Miguel Villar se le incendiaba uno de los pilares que sostienen ese imperio que fue el Grupo Villar Mir. Ferroglobe, su niña bonita con sede en Londres, de la que es presidente ejecutivo, presentaba unos malos resultados trimestrales y las acciones respondían con un desplome del 60% en el Nasdaq. Esta filial, fruto de una fusión hace ahora tres años con una compañía americana, ha perdido un 85% de su valor desde que se estrenó en el mercado de valores estadounidense en la Navidad de 2015.

La empresa apenas vale ahora 319 millones, frente a los 2.200 millones que alcanzó cuando la familia, muy unida por aquellos tiempos, tocó la famosa campana de la bolsa neoyorquina. Si se toma como referencia el comportamiento de la cotización, la gestión de López Madrid en Ferroglobe ha sido, digamos, mejorable. Lo que más ha subido ha sido su retribución, que se acerca a los 4 millones de euros anuales.

El yerno está sopesando dejar la presidencia ejecutiva de Ferroglobe, otro de los pilares del antiguo imperio, para evitar el colapso del 'holding'

Otro de los pilares, OHL, también está en fase de derribo. Tras cambiar cuatro veces de consejero delegado en tres años, pagarles 30 millones en indemnizaciones, y vender lo único que valía, la división de concesiones, la constructora, la otrora joya del grupo, apenas vale hoy 250 millones. Se han volatilizado más de 4.000 millones de capitalización. Las acciones, que llegaron a tocar los 31 euros hace tan solo cuatro años, se cambian ahora en bolsa a menos de un euro por título, lejos, muy lejos respecto a los 7,39 euros a los que las tienen contabilizados los Villar Mir en el balance del 'holding'. La gestión de Juan Villar Mir, el sucesor elegido por el octogenario empresario, no se estudiará como caso de éxito en las escuelas de negocio. El desastre es tal que el padre, a sus 87 años, ha tenido que tomar de nuevo el timón tras registrar pérdidas de 1.333 millones en nueve meses.

Ante esta tesitura, López Madrid está sopesando muy seriamente volver a Madrid para centrarse en evitar el colapso total del grupo. Según ha comunicado ya a los más íntimos, salvar el patrimonio del grupo le está quitando el tiempo necesario para cuidar la gestión de Ferroglobe, la única sociedad cotizada en la que tiene funciones ejecutivas tras su dimisión del consejo de OHL por la primera sentencia con pena de cárcel por el uso de las tarjetas 'black'. Confía en Pedro Larrea, un íntimo colaborador que hace de consejero delegado de esta filial y que en los últimos tiempos se ha echado el muerto a la espalda.

El yernísimo, amigo de los Reyes, ya ha pedido un informe jurídico para saber si, ante una potencial segunda pena a prisión por la salida a bolsa de Bankia, debería dejar la presidencia de la multinacional británica del Nasdaq. La conclusión es que, jurídicamente hablando, no tendría obligación al haber cumplido ya la primera condena (seis meses). Pero desde el punto de vista de la honorabilidad, sus allegados le han recomendado que no sería de recibo seguir de presidente de Ferroglobe, que necesita cualquier cosa menos problemas de reputación.

El grupo, que ha perdido más de 600 millones en los últimos dos años, tiene que apuntarse un deterioro similar por los desplomes en bolsa de sus cotizadas

La familia, la misma que le esquivó cuando su suegro designó como sucesor a su cuñado, Juan Villar Mir, lo necesita. Su mujer, Silvia, presidenta de la sociedad que cuida la colección de arte, valorada en cerca de 80 millones, se lo ha pedido. Y en el Nasdaq, donde el consejo le mide hasta si sus otras labores le restan tiempo para cumplir con sus obligaciones, podría convertirse en una molestia. Por ello, López Madrid está pensando regresar al Paseo de la Castellana y dejar la presidencia ejecutiva de Ferroglobe. O, al menos, repartir más el tiempo entre el exilio y su casa natal de Puerta de Hierro.

Lo que queda del imperio está en juego tras haber perdido más de 600 millones en los últimos dos años y tener pendiente apuntarse un deterioro de tamaño similar en cuanto Deloitte ponga negro sobre blanco. Y el financiero, pese al escarnio de la calle y no haber sido el elegido por el patrón, cuya salud ya está castigada, es el más capacitado para mantenerlo a flote.

La última vez que se vio a Javier López Madrid en España fue el pasado 28 de noviembre. Vino a Madrid desde su exilio en Londres para asistir a la primera sesión del juicio por la salida a bolsa de Bankia, de la que fue consejero, que se dirime en la Audiencia Nacional. Se puso en la segunda fila de los señalados, encogido, con la cabeza baja, ladeada, y una mano tapándole la boca para evitar ser captado por las instantáneas de una condena social ya escrita de antemano.

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