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El BCE divide en dos niveles la exigencia de capital para evitar sustos en los test de estrés
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DEUTSCHE BANK Y BANCA ITALIANA SON LA CLAVE

El BCE divide en dos niveles la exigencia de capital para evitar sustos en los test de estrés

El Banco Central Europeo (BCE) suavizará los requerimientos de capital ante los test de estrés que se conocerán este viernes. El ratio mínimo en escenario adverso será del 5,5%

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi. (Reuters)
El presidente del BCE, Mario Draghi. (Reuters)

El que evita la ocasión evita el peligro y el Banco Central Europeo (BCE) no quiere nuevos sustos, más allá de los sobradamente conocidos, dentro del sistema financiero continental. De ahí la nueva metodología de solvencia que el director general cuarto del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el alemán Korbinian Ibel, acaba de dar a conocer a los bancos de la eurozona. Los reguladores de Fráncfort han ajustado las exigencias de capital en dos niveles graduales de actuación, de manera que los resultados de los test de estrés que se conocerán el viernes no generen mayores incertidumbres. La crisis del Deutsche Bank con sus emisiones de Cocos (bonos contingentes convertibles) y los problemas de la banca italiana marcan el nuevo escenario de supervisión.

Las pruebas de resistencia efectuadas por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) no tienen esta vez un carácter admonitorio a partir de las típicas notas de aprobación y suspenso que evidencian las carencias de algunas entidades reguladas. En esta ocasión, los exámenes se han reducido además a un total de 51 bancos frente a los más de 120 que fueron analizados en 2014. Se trata de las grandes marcas, con más de 30.000 millones de euros en activos, que representan el 70% del sistema financiero. Los test de estrés han excluido esta vez a las entidades de Grecia, Chipre y Portugal, en tanto que en España se han limitado al denominado G-6 que forman el Banco Santander, BBVA, Caixabank, BFA-Bankia, Sabadell y Popular.

La experiencia de los anteriores ejercicios de estrés y los condicionantes derivados de los más exigentes niveles de capital impuestos a la banca en Europa han motivado un importante cambio de criterio por parte de los reguladores, que ahora han preferido tentarse la ropa para no provocar males mayores dentro del sector. Fuentes del propio BCE señalan que las pruebas de este año tan sólo pretenden establecer ‘un input’ o herramienta de supervisión que sirva como referencia para la ulterior decisión de capital, si bien los citados medios oficiales reconocen que “existe preocupación ante la aparición de entidades con un input demasiado malo y que pueda generar inestabilidad en los mercados”.

Core capital mínimo del 5,5% en escenario adverso

El planteamiento de la EBA consiste en aportar una métrica que permita a cada banco evaluar sus necesidades de capital. Una vez determinado el marco de actuación, el BCE seguirá el modelo adoptado por el Banco de Inglaterra para los bancos del Reino Unido, que consiste en distinguir claramente los requerimientos inmediatos de las llamadas ‘guidance’ de control futuro. Dicho de otra manera, los reguladores fijarán un requisito formal automático, fundamentado en el denominado Pilar 2 que incluye también el 'buffer' o colchón de conservación de capital, partiendo de un ratio CET1 de máxima calidad del 5,5% para un eventual escenario adverso. En segunda instancia y de modo paralelo establecerán otro requisito informal más ambicioso para asegurar los niveles de solvencia a medio plazo. 

El BCE seguirá el modelo del Banco de Inglaterra tras escarmentar con el desplome bursátil del Deutsche Bank provocado por las emisiones de Cocos

Los test de estrés van a servir para calibrar precisamente el tamaño del nuevo ‘capital guidance’, que podrá superar incluso los requerimientos máximos fijados a finales del pasado año por el BCE. Todo ello dependerá del impacto de capital que determinen las pruebas de este viernes pero en todo caso las exigencias inmediatas que se impondrán a las entidades financieras a finales de año otorgarán un margen suficiente para evitar distorsiones en el mercado financiero. La experiencia ha demostrado que la aplicación más rigurosa de niveles de capital estrechaba peligrosamente el margen operativo de las entidades y generaba riesgos innecesarios que podían traducirse en graves efectos sociales y económicos contra la reputación de los bancos.

El diseño de los test de estrés combinado con los requerimientos de capital ha llegado a convertirse en una bomba de relojería dentro del sistema financiero. No en vano, los procedimientos ahora en vigor inducen a una grave limitación de la actividad bancaria, tanto en lo que concierne al pago de dividendos o retribuciones variables de los directivos como, lo que es peor, en el cupón de instrumentos híbridos de deuda subordinada. El llamado AT1 (Aditional Tier 1), en el que sobresalen los célebres Cocos emitidos por gran parte de la banca española, figura en la lista de restricciones que deben asumir los bancos de manera automática al menor incumplimiento de sus niveles de capital.

Precisamente fueron este tipo de amenazas las que afectaron peligrosamente la cotización del Deutsche Bank en febrero pasado. Las agencias de calificación degradaron el rating de los bonos contingentes convertibles poniendo en duda las emisiones llevadas a cabo durante los últimos años para cubrir necesidades de capital. En definitiva, un producto nacido como elemento de protección bancaria se ha convertido en un ‘boomerang’ por culpa de una regulación muy restrictiva. Al menos eso es lo que indica la nueva estrategia del MUS que, a fin de cuentas, supone una rectificación en toda regla para evitar disgustos innecesarios como los de este último invierno.

El plan es que las entidades italianas sorteen la directiva de resolución y puedan ser rescatadas con ayudas públicas calificadas como ‘capital precautorio’

Otra de las aplicaciones directas que van a permitir también los nuevos test de estrés consiste en abrir un vía legal con respecto a los Tratados de la Unión Europea para socorrer a los bancos italianos mediante la aportación de ayudas públicas. Con la disposición de unos requerimientos de capital de carácter gradual las carencias de las entidades transalpinas se difuminan a ojos del supervisor, evitando el riesgo latente de resolución que imponen las últimas directivas comunitarias. La terapia se aplica de manera mucho más benigna y la inyección de fondos públicos se justifica a la vista futura de un escenario adverso, por lo que Italia podrá rescatar a sus bancos con lo que se denomina ‘capital precautorio’.

A la vista del nuevo panorama regulatorio establecido por las instituciones europeas nada tiene de particular que de los 25 bancos que suspendieron los test de estrés en 2014 sólo dos se sometan esta vez a examen. Ambos, para más señas, italianos, como son Banco Popolare y Monte dei Paschi di Siena, que constituyen la prueba de fuego del funambulismo con que el BCE y la EBA actúan cuando hay que salir en auxilio de las grandes entidades continentales. Lo del Deutsche Bank es caso aparte porque Alemania tampoco va a permitir que pongan en solfa su sistema financiero. Hasta ahí podíamos llegar.

El que evita la ocasión evita el peligro y el Banco Central Europeo (BCE) no quiere nuevos sustos, más allá de los sobradamente conocidos, dentro del sistema financiero continental. De ahí la nueva metodología de solvencia que el director general cuarto del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el alemán Korbinian Ibel, acaba de dar a conocer a los bancos de la eurozona. Los reguladores de Fráncfort han ajustado las exigencias de capital en dos niveles graduales de actuación, de manera que los resultados de los test de estrés que se conocerán el viernes no generen mayores incertidumbres. La crisis del Deutsche Bank con sus emisiones de Cocos (bonos contingentes convertibles) y los problemas de la banca italiana marcan el nuevo escenario de supervisión.

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