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La banca acreedora encaja un millonario golpe del consejo en la Nueva Pescanova
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el G7 tendrá que conformarse con el 80% de los títulos

La banca acreedora encaja un millonario golpe del consejo en la Nueva Pescanova

La junta amplía del 5% al 20% la participación de los accionistas mayoritarios, que no aportarán capital adicional

Foto: Los miembros del consejo de Pescanova, Alejandro Legarda, Fernando Herce, Diego Fontán y César Mata (i a d). (EFE)
Los miembros del consejo de Pescanova, Alejandro Legarda, Fernando Herce, Diego Fontán y César Mata (i a d). (EFE)

55 años después de su fundación, la histórica Pescanova ha dejado de existir como tal. Este martes pasó a denominarse Nueva Pescanova, matriz en la que la vieja compañía creada en Vigo en 1960 será un accionista más. Así se consumó en un consejo de administración en el que los hasta ahora accionistas mayoritarios asestaron un golpe millonario a la banca acreedora, que canjeó por participaciones de la compañía parte de la descomunal deuda dejado por el antaño todopoderoso Manuel Fernández Sousa. Lejos del 95% que aspiraba a dominar en la nueva empresa, el denominado G7 (Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, BBVA, CaixaBank y UBI Banca) tendrá que conformarse con el 80%, con una aportación de capital adicional de nueve millones de euros.

La pugna entre los hasta ahora accionistas mayoritarios y los bancos se viene arrastrando durante todo el proceso concursal, entre amenazas de facilitar la caída en liquidación incluidas. Pero en las últimas semanas, la banca comenzó a resignarse a aceptar una propuesta alternativa que merma su participación y reduce el capital social de la nueva compañía de 48 millones de euros a solo 12, después de haber aceptado una quita de 2.000 millones de euros. En contrapartida, la propuesta vencedora permite reducir de 30 a 9 millones de euros la aportación adicional de los acreedores.

Los accionistas tenían la sartén por el mango. En la junta se aprobaron las dos alternativas sometidas a votación: la prevista en el convenio, que les dejaba con un 5%, y la alternativa, que cuadruplicaba su pedazo de tarta. En aplicación de los estatutos prevaleció la segunda, que obtuvo además una mayoría más amplia: 75% frente a 65%. Nueva Pescanova nace por tanto con un capital inicial de 3.000 euros y una ampliación de 12 millones: 2,4 procedentes del patrimonio de la vieja Pescanova y el resto por aportación de los acreedores.

Jacobo González-Robatto, presidente de la comisión de vigilancia del convenio de acreedores y candidato a presidir Nueva Pescanova, no cuestiona la legalidad de la solución aprobada. “Es solo una modificación parcial de la propuesta de convenio del consejo”, sostiene. Sin embargo, advierte de su impacto económico en las cuentas de la compañía. “La modificación propuesta por los minoritarios reduce el capital social de Nueva Pescanova de 48 millones de euros a 12. Teniendo en cuenta las pérdidas registradas en el primer semestre (24 millones), la situación de la Nueva Pescanova no será holgada”.

El patrimonio de la nueva compañía asciende a 100 millones de euros, una vez culminado el proceso concursal de su filial argentina Argenova. La deuda del grupo queda en torno a los 1.000 millones, tras la quita de 2.000 millones establecida en el proceso concursal. Con unas ventas previstas para este año superiores a los 1.000 millones de euros y con un resultado bruto de explotación (ebitda) de 130 millones en los últimos dos años, consejo y banca confían en el cumplimiento de los objetivos establecidos en el convenio de acreedores.

El principal riesgo a corto plazo de la compañía reside ahora en la posibilidad de impugnación judicial del acuerdo adoptado, particularmente por los pequeños accionistas, que vieron en 2013 cómo la gestión de Sousa atrapaba sus inversiones. Para evitarlo, el consejo ha aceptado iniciar los trámites para dejar sin efecto la suspensión de la cotización decretada por la CNMV en marzo de 2013, justo en vísperas de que la pesquera admitiese por primera vez “discrepancias” entre la contabilidad y la deuda bancaria. Fue el inicio de un escándalo que se llevaba gestando desde hacía años, pero que Sousa tapó con unas cuentas que se han revelado falsas.

Los minoritarios esperan recuperar en Bolsa al menos una parte de lo perdido. Este grupo de accionistas se felicitó por la decisión de recuperar la cotización “desde una posición de buena imagen” que pueda permitir atraer inversores. Según Alejandro Fernández Pita, de la plataforma AMAP, el objetivo consiste en ampliar la presencia de Pescanova en Nueva Pescanova del 20% aprobado este martes al 51%.

Antes de debatir la ampliación de capital, la junta de accionistas aprobó por amplia mayoría el proyecto de fusión de las filiales, excepto Hasenosa, Novapesca Trading e Insuiña, y la posterior segregación que da lugar a Pescanova España y Nueva Pescanova. El resultado de la votación fue de un 98,66% a favor de ambos proyectos.

Como portavoz del consejo en la junta ejerció Fernardo Herce, de Iberfomento, quien admitió que el de este martes es un “día agridulce”, puesto que los accionistas se encontraban ante la “dura tesitura” de apostar por la continuidad de la compañía "a costa de considerables pérdidas”. En todo caso, reconoció que el rechazo de las propuestas hubiera supuesto un contexto impredecible que conduciría a la liquidación.

El representante del fondo Cartesian, también del núcleo de accionistas de Pescanova, hizo una dura intervención para reclamar a la justicia rapidez para aplicar las leyes y castigar a los culpables de la crisis del grupo gallego. Los principales responsables de Pescanova, con Fernández de Sousa a la cabeza, están imputados por falseamiento de cuentas, uso de información relevante y estafa.

55 años después de su fundación, la histórica Pescanova ha dejado de existir como tal. Este martes pasó a denominarse Nueva Pescanova, matriz en la que la vieja compañía creada en Vigo en 1960 será un accionista más. Así se consumó en un consejo de administración en el que los hasta ahora accionistas mayoritarios asestaron un golpe millonario a la banca acreedora, que canjeó por participaciones de la compañía parte de la descomunal deuda dejado por el antaño todopoderoso Manuel Fernández Sousa. Lejos del 95% que aspiraba a dominar en la nueva empresa, el denominado G7 (Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, BBVA, CaixaBank y UBI Banca) tendrá que conformarse con el 80%, con una aportación de capital adicional de nueve millones de euros.

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