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El PP empieza a oír voces a favor de la abstención para que gobierne Susana Díaz
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A pocas horas de que se constituya el Parlamento

El PP empieza a oír voces a favor de la abstención para que gobierne Susana Díaz

La guerra de sillones marca la constitución del Parlamento andaluz, los partidos fracasan en el diálogo para cerrar un acuerdo en la Mesa y enfangan el arranque de una legislatura muy difícil

Foto: La presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (EFE)
La presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (EFE)

La guerra de sillones y la incapacidad de acuerdo de los partidos políticos son hoy la carta de presentación de una legislatura en Andalucía que va a ser muy difícil de gestionar. A pocas horas de que se constituya el Parlamento, los cinco grupos del arco parlamentario seguían negociando con la esperanza de llegar a un pacto que se antojaba imposible. El primer escollo a salvar es la configuración de la Mesa de la Cámara, el reparto de los siete sillones que controlarán la actividad parlamentaria. La guerra se convirtió a última hora en circo con especulaciones de todo tipo sobre alianzas políticas inverosímiles para alcanzar la presidencia del Parlamento. El espectáculo ha tenido además consecuencias internas en el Partido Popular,donde se empiezan a oír voces a favor de que cese esta batalla y se llegue a un acuerdo que permita que Susana Díaz sea investida presidenta de la Junta dentro de dos semanas con la abstención de los populares.

Dentro del PP hay voces, sobre todo de alcaldes, que declaran ya sentirse incómodos con la imagen que están dando a las puertas de las elecciones municipales de mayo. Frente al no rotundo que la dirección del PP andaluz anticipa que habrá a la investidura de la socialista Susana Díaz, al menos hasta que pasen los comicios, hay regidores con peso en el partido que consideran que deberían abstenerse en segunda vuelta y dar paso al gobierno del PSOE. Creen que darían una “imagen de fortaleza” y se desmarcarían de la estrategia de Podemos y Ciudadanos, reforzándose como un partido de gobierno. Añaden además que quedar en el reparto de sillones es “nefasto”.

El PP gobierna por mayoría absoluta las ocho capitales andaluzas, pero sus sondeos les advierten de que podrían perder varios de estos gobiernos aunque sean la fuerza más votada. En este escenario comienzan las tensiones y las divisiones internas. La dirección del partido y la mayoría de los alcaldes, según sostienen fuentes cercanas al presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, insisten en que el PP tiene que forzar que Ciudadanos y Podemos se retraten y descartan que se allane el camino a Díaz hasta que pasen los comicios. Pero frente a esa posición ya se empiezan a oír otros discursos.

Sin embargo, la posición oficial del PP andaluz, la de poner a Susana Díaz contra las cuerdas y señalarla como responsable de la inestabilidad política por haber adelantado las elecciones por su propio rédito electoral, tiene el aval de Génova y Mariano Rajoy, insisten fuentes del PP andaluz. Díaz trata en los últimos días de llamar a la puerta de Rajoy, a apelar a la responsabilidad del presidente del Gobierno, que podría verse en una situación similar en las próximas generales. Sin embargo, en el PP insisten en que no habrá ningún tipo de facilidad para la socialista hasta que pasen las municipales y autonómicas de mayo. En el caso de que se tuvieran que repetirlas elecciones andaluzas, lo que ocurriría si llegado junio no hay acuerdo, los populares sí podrían replantearse su posición y abstenerse.

El Parlamento que hoy se configura en Andalucía señala un nuevo camino que podría repetirse en las sucesivas elecciones que se celebran este año. No hay mayorías absolutas y se colorea el hemiciclo con cinco partidos. La pluralidad obligará a buscar acuerdos y el diálogo será protagonista. PSOE (47 diputados), PP (33), Podemos (15), Ciudadanos (9) e Izquierda Unida (5) han fracasado en el primer trámite. Siempre ha existido un acuerdo institucional previo para el reparto del poder en la Cámara andaluza. Esa regla sólo se quebró en la llamada legislatura de la pinza, entre el 94 y el 96, donde el pacto de PP e IU arrinconó a los socialistas, que se vieron obligados a convocar nuevas elecciones.

Los partidos han negociado sin éxito cómo repartir los siete sillones de la Mesa del Parlamento. El PSOE tendrá la presidencia y otros dos cargos. El resto de partidos estarán representados en un sillón. El Reglamento marca que todos tengan espacio en este órgano. El PP exigía al menos dos representantes y no estar igualado a otras fuerzas con muchos menos diputados. Los socialistas no han transigido y simplemente han ofrecido que la vicepresidencia primera cayera en los populares. Como respuesta, el PP advirtió de que abría diálogo con todas las fuerzas políticas y no descartó un acuerdo para arrebatar la presidencia al PSOE.

Ciudadanos, Podemos e Izquierda Unida aseguran que no entrarán en ese juego. Desde Podemos, su secretaria general, Teresa Rodríguez, dejó claro que no negociarán con ningún partido ni presentarán candidato a presidir el Parlamento. Se quedarán con una vicepresidencia tercera, que es lo que les corresponde. Ciudadanos también descartó entrar en ese juego. Desde IU también rechazaron cualquier posibilidad de que Antonio Maíllo pudiera ser el futuro presidente del Parlamento. A no ser, aseguran, que hubiera un pacto unánime de todos los grupos. El Reglamento exige, además, la paridad en este órgano. La batalla por el poder del Parlamento lleva implícito no sólo el control de la Cámara y la posibilidad de marcar muy de cerca al Gobierno, también hay cuestiones económicas. Los miembros de la Mesa llevan aparejadas dietas mensuales complementarias al sueldo básico de diputado (3.020 euros), asignaciones que van desde los 1.537 euros mensuales adicionales de la presidencia a los 175,85 de las secretarías.

Susana Díaz ha convocado a primera hora de este jueves una reunión de su ejecutivaen la quese darán a conocer las propuestas del PSOE para presidir el Parlamento. Los nombres no están claros. Sí el perfil. Buscan a alguien de “experiencia política, trayectoria y solvencia profesional y además mano izquierda”, señalan algunas fuentes. Las quinielas apuntaban al último consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, al de Educación, Luciano Alonso y a la de Agricultura, Elena Víboras. Todos saldrían del Gobierno andaluz. Sin embargo,fuentes próximas a Susana Díaz aseguraron que aún no había comunicado su decisión final ni siquiera a su entorno más próximo.

La victoria “histórica e indiscutible” de la que se jactó Díaz la noche electoral puede convertirse en pesadilla si los partidos no salen de su enrocamiento. En dos semanas, habrá un primer pleno de investidura. La situación podría alargarse hasta junio. Si no hay acuerdo, habrá nuevas elecciones en septiembre. Podemos y Ciudadanos, que se estrenan, siguen exigiendo gestos políticos y las dimisiones de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán.

La guerra de sillones y la incapacidad de acuerdo de los partidos políticos son hoy la carta de presentación de una legislatura en Andalucía que va a ser muy difícil de gestionar. A pocas horas de que se constituya el Parlamento, los cinco grupos del arco parlamentario seguían negociando con la esperanza de llegar a un pacto que se antojaba imposible. El primer escollo a salvar es la configuración de la Mesa de la Cámara, el reparto de los siete sillones que controlarán la actividad parlamentaria. La guerra se convirtió a última hora en circo con especulaciones de todo tipo sobre alianzas políticas inverosímiles para alcanzar la presidencia del Parlamento. El espectáculo ha tenido además consecuencias internas en el Partido Popular,donde se empiezan a oír voces a favor de que cese esta batalla y se llegue a un acuerdo que permita que Susana Díaz sea investida presidenta de la Junta dentro de dos semanas con la abstención de los populares.

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