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La inteligencia artificial podrá reducir el tiempo de trabajo a 25 horas a la semana
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LA IA Y EL MUNDO DEL TRABAJO

La inteligencia artificial podrá reducir el tiempo de trabajo a 25 horas a la semana

¿Qué consecuencias tendrá la IA sobre la productividad y las horas trabajadas? Un trabajo publicado en CEPR sostiene que gracias a los avances en productividad será posible trabajar 25 horas a la semana

Foto: Varios trabajadores en unas oficinas del banco BBVA en Ciudad de México. (EFE/José Méndez)
Varios trabajadores en unas oficinas del banco BBVA en Ciudad de México. (EFE/José Méndez)
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¿Qué consecuencias tendrá la inteligencia artificial (IA) sobre la productividad y las horas trabajadas? Conocer la respuesta bulle en las cabezas de los principales centros de investigación económica del mundo. Y aunque las conclusiones son todavía una incógnita y en todo caso parciales y preliminares, toda vez que dependerá de la intensidad de la penetración de la IA en el sistema productivo por países y sectores, ya existen algunos trabajos académicos que han llegado a algunas respuestas que ilustran su potencial disruptivo.

Un trabajo publicado en CEPR, una de las principales plataformas de difusión del conocimiento económico del planeta, sostiene que su incorporación al mundo del trabajo, gracias a los avances de productividad, hará posible que la semana laboral se desplome hasta las 25 horas, muy lejos de los registros actuales. En concreto, aseguran los autores del estudio, y a la luz de lo que ha ocurrido en EEUU entre 1900 y 1975, la revolución digital (en el pasado los avances tecnológicos) provocará que solo se trabajen esas horas a la semana a finales de este siglo. Durante aquel periodo, la tasa de crecimiento promedio anual de la productividad laboral por hora se situó en aproximadamente el 2,6%.

Basándose en los resultados de las estimaciones de anteriores estudios, las horas trabajadas podrían disminuir, durante los próximos tres cuartos de siglo, aproximadamente un 0,45% anual, lo que significa que, en EEUU, a partir de aproximadamente 1.840 horas en el período actual, a finales de siglo trabajadas por trabajador, podrían promediar alrededor de 1.335 horas por año.

Esto significa, como promedio, aproximadamente 25 horas por semana. Lo que ha evidenciado el estudio es que habida cuenta de que la relación entre horas trabajadas y productividad es circular, parte del crecimiento de la productividad observado podría explicarse por la disminución de las horas trabajadas: 0,17 puntos porcentuales por año. Por supuesto, asegura, en un escenario de estancamiento secular con un nivel de productividad estable, las horas trabajadas podrían, por el contrario, permanecer estables.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EP/Rafael Bastante)

Las conclusiones, en líneas generales, coinciden con algunas declaraciones públicas de Bill Gates, el fundador de Microsoft, que ve posible un horizonte laboral en el que se trabajen tres días a la semana siempre que las máquinas realicen actividades que hoy hacen los humanos. Algo que, lógicamente, es asimétrico, ya que dependerá del grado de intensidad tecnológica de las economías, lo que en cualquier caso ensanchará las brechas de productividad.

Salario por hora

El estudio ha sido realizado por los economistas franceses Gilberto Cette, Simon Drapala y Jimmy López, y parte de un primer planteamiento, un incremento de la productividad conduce a un salario por hora más alto y eso puede afectar las horas trabajadas a través de dos canales. En primer lugar, el canal de ingresos tiene prioridad sobre el canal de sustitución en el largo plazo: el aumento de la productividad (o los salarios) reduce la oferta de mano de obra a través de menos horas trabajadas, siendo la elasticidad a largo plazo de aproximadamente -0,1 a -0,2, dependiendo del subperíodo y el conjunto de datos considerado.

El trabajo, ahora bien, matiza que durante los próximos tres cuartos de siglo también van a soplar vientos en contra de varios tipos, lo que podría limitar los beneficios de la inteligencia artificial, y que solo podrán ser compensados con aumento de la productividad del trabajo.

Los tres principales obstáculos son las políticas climáticas, que limitarán los recursos destinados a la inversión y, por ende, a la investigación, el envejecimiento de la población, que dificultará las habilidades tecnológicas, y, por último, la reducción de la deuda pública, que también restringirá la inversión. Esto significa, sostienen los autores, que con toda probabilidad una gran parte de los aumentos de productividad futuros no financiarán la reducción de las horas trabajadas. Y sin ganancias sustanciales de productividad en el futuro, "tal vez tendríamos que considerar la necesidad de trabajar más horas para enfrentar los principales vientos en contra que tenemos por delante".

El estudio, en líneas generales, coincide con otros que se han publicado en los últimos trimestres tras la irrupción de la inteligencia artificial generativa. Según Autonomy, un centro de investigación privado del Reino Unido, la inteligencia artificial podría permitir que millones de trabajadores pasen una semana de cuatro días para 2033. El estudio, centrado en las fuerzas laborales británicas y estadounidenses, encontró que las ganancias de productividad proyectadas gracias a la introducción de la IA podrían reducir la semana laboral de 40 a 32 horas para el 28% de la fuerza laboral (8,8 millones de personas en Gran Bretaña y 35 millones en los EEUU) manteniendo al mismo tiempo los salarios y el nivel de empleo.

Nuevos informes

Otro estudio publicado recientemente por varios economistas del FMI (Fondo Monetario Internacional) ha puesto el foco, sobre todo, en el ensanchamiento de las desigualdades salariales, y su conclusión es que hay un elevado riesgo. Sostiene, en concreto, que los trabajadores con salarios altos podrían experimentar un "aumento desproporcionado" en sus ingresos, intensificando así la desigualdad de los ingresos laborales.

Los economistas del Fondo lo achacan a que el despliegue de la IA conduce necesariamente a aumentos en el rendimiento del capital, lo que a la postre produce un efecto riqueza que ensanchará la distancia entre capital y trabajo. En concreto, sostiene el FMI, la adopción de la inteligencia artificial puede trasladar los beneficios de las tareas que antes realizaba la mano de obra al capital, "lo que provocaría una reducción de los ingresos laborales".

Según su explicación, una mejor adaptación de los salarios más altos a la inteligencia artificial conduce a una reasignación sectorial que favorece a las rentas elevadas. Y, en concreto, estima que los ingresos de los trabajadores de bajos ingresos disminuirán un 2%, mientras que los aumentos en los sectores más altos serán de casi un 8%. Esto es así porque los trabajadores de altos salarios se benefician más de los rendimientos del capital, al contrario que los empleados con nóminas medias y bajas, cuyos ingresos dependen en mayor medida del factor trabajo.

Según sus cálculos, la proporción de trabajadores afectados negativamente en la cima salarial cae desde un 15% a menos del 5% gracias a lo que los autores del estudio denominan complementariedad con la inteligencia artificial en sus puestos de trabajo, mientras que, en paralelo, eso conduce a una disminución de los ingresos entre quienes tienen salarios menores. Como consecuencia de ello, concluye, se produce un aumento de la desigualdad de los ingresos laborales.

¿Qué consecuencias tendrá la inteligencia artificial (IA) sobre la productividad y las horas trabajadas? Conocer la respuesta bulle en las cabezas de los principales centros de investigación económica del mundo. Y aunque las conclusiones son todavía una incógnita y en todo caso parciales y preliminares, toda vez que dependerá de la intensidad de la penetración de la IA en el sistema productivo por países y sectores, ya existen algunos trabajos académicos que han llegado a algunas respuestas que ilustran su potencial disruptivo.

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