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España aprovecha su aislamiento para tener la electricidad más barata de Europa
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LA NUEVA EXCEPCIÓN IBÉRICA

España aprovecha su aislamiento para tener la electricidad más barata de Europa

Los precios de marzo fueron tres veces más bajos que los de Francia y Alemania y cuatro que los de Italia, gracias a la dificultad para exportar el excedente renovable a través de los Pirineos

Foto: El embalse de Belesar, en Galicia. (EFE)
El embalse de Belesar, en Galicia. (EFE)
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España tuvo en marzo la electricidad más barata de Europa. Nuestro país se aprovechó de su limitada capacidad de interconexión con el resto del continente para registrar, junto a Portugal, los precios más bajos: una media de 20,31 euros, según el informe mensual del Grupo ASE. Es aproximadamente la tercera parte de lo registrado en Francia y Alemania, y la cuarta parte que Italia.

La elevadísima generación renovable es la clave de estos registros. Solo la solar fotovoltaica y la eólica representaron el 42% del mix, que, sumados al espectacular 23% de la hidráulica y a las aportaciones de las demás renovables, suponen más de dos tercios de la producción, según los datos de Red Eléctrica, el gestor del sistema. Si a esto se le une la contribución de la nuclear (16%) y de otras fuentes, y la caída de la demanda, se llega al escenario ideal para cualquier consumidor (y también para el planeta): solo el 7% del total procedió de los ciclos combinados de gas y un 1% del carbón, las tecnologías más caras y contaminantes.

El diseño del mercado marginalista hace que la última en entrar en el mix sea la que marque el precio: cuando es el gas, la casación de la electricidad sube, mientras que baja cuando son las renovables. En marzo, los ciclos combinados marcaron el precio en menos del 4% de las horas, mientras que eólica y solar lo hicieron en el 38%; la hidráulica, hasta en un 31%. Como resultado, los precios se abarataron, ya que las energías limpias apenas tienen costes variables, a diferencia de los ciclos combinados o las centrales térmicas, donde hay que pagar la materia prima.

Según los expertos consultados, este fenómeno es relativamente habitual en primavera, cuando la generación solar aumenta a medida que los días se hacen más largos y, en paralelo, se produce un tiempo cambiante caracterizado por la abundancia de lluvia y viento, que incrementan la producción hidráulica y eólica. Se nota especialmente en dos momentos del día: la madrugada, cuando cae la demanda y la eólica marca en numerosas ocasiones el precio, y las primeras horas de la tarde, cuando la solar tira más. En los momentos en que ambas se unen, la casación baja. En marzo lo ha hecho hasta niveles irrisorios con una frecuencia que nunca antes se había visto.

El precio en el mercado mayorista fue de cero euros durante el 18% de las horas de marzo

Según los analistas del Grupo ASE, el 18% de las horas del mes el precio en el mercado mayorista fue de cero euros, mientras que el 32% estuvo por debajo de uno. "Esto no es lógico", remarca Juan Antonio Martínez, experto del agregador energético. El 1 de abril incluso se llegaron a registrar precios negativos por primera vez en la historia de nuestro país. No así de otros mercados europeos, como el Nord Pool (que reúne a las naciones escandinavas), el alemán o el de los Países Bajos.

Aunque según las fuentes consultadas este fenómeno será cada vez más común debido al incremento de la capacidad renovable durante los últimos años, Martínez apunta un hecho inusual que ha favorecido estos registros recientemente: la elevadísima producción hidráulica. Pese a la sequía que azota algunas partes del país, los embalses del noroeste, donde se concentra el aprovechamiento hidroeléctrico, han iniciado la primavera al límite de su capacidad, lo que les obliga a evacuar agua aunque no quieran. Como resultado, la generación aumenta y los precios bajan. Cuando la situación se normalice, las eléctricas volverán a su tónica habitual: esperar a que los precios estén altos para abrir compuertas y lucrarse con los llamados beneficios caídos del cielo (cobran su producción al precio de los ciclos, aunque sus costes sean muchos más bajos). Ahora, en cambio, no pueden especular, de ahí que entren en el mix y hundan la casación.

¿Bueno o malo?

Roberto Cavero, responsable de Mercado Energético en la consultora Atrae, resume la situación actual con una de cal y otra de arena: "El precio alto [como el de la crisis energética de 2022] es bueno para el que tiene parques [de energías renovables] y malo para el consumidor; el bajo es malísimo para los parques y buenísimo para el consumidor del mercado regulado o indexado. Hay que llegar a un punto medio, a una normalidad. Los extremos nunca son buenos". La propia ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, mostró esta semana su preocupación, y todos los expertos coinciden en que las casaciones bajísimas de estos días desincentivan las inversiones en renovables, debido a la dificultad para rentabilizarlas.

Foto: La producción eólica ha hundido los precios estos días. (EFE/Luis Tejido)

España se enfrenta, básicamente, a tres problemas, que hacen que la energía vaya a ser gratis cada vez durante más horas del día, mientras se paga a precio de oro cuando entra el gas: el diseño del mercado eléctrico, la ausencia de almacenamiento y la capacidad limitada de las interconexiones. Sobre el primero, crecen las voces que defienden dejar atrás el sistema marginalista, en el que la tecnología más cara remunera a todas las demás, y que en su día fue pensado precisamente para fomentar la expansión de las renovables, pero ahora la puede retraer. España lo intentó, pero finalmente la reforma europea no entró a fondo en la cuestión y, aunque introdujo algunos mecanismos para limitar la volatilidad, mantuvo los principios básicos del modelo actual.

Respecto al almacenamiento, todavía queda mucho camino regulatorio por recorrer, pero también tecnológico. Si se desarrollase el marco jurídico y las inversiones necesarias para mejorar la eficiencia de las baterías y generalizarlas, esto permitiría regular mucho mejor el mercado a lo largo del día, limitando la oscilación de precios: la energía renovable, que depende de los fenómenos meteorológicos, podría guardarse cuando hubiese sobreoferta, evitando los precios cero, y soltarse cuando hubiese exceso de demanda, limitando la subida de los mismos.

Sin embargo, otros países afrontan estos dos problemas similares a España —con matices, son comunes al conjunto de la UE— y no han registrado sus precios irrisorios. Según los analistas del Grupo ASE, la media de la casación francesa en marzo fue de 53,59 euros, la alemana de 64,70 y la italiana de 88,86. Podría alegarse que la elevada presencia de la nuclear, el gas o el carbón en estas naciones impide que las situaciones sean comparables, pero incluso algunos mercados donde existe un mix energético muy limpio y que suelen beneficiarse de los precios más bajos de Europa, como el nórdico o el de los Países Bajos, han tenido registros más cercanos a los de las grandes potencias comunitarias que a los de la Península.

El consumidor español se está beneficiando de unos precios de saldo porque el nivel de interconexión con Europa no llega al 3%

La principal razón por la que España ha gozado de precios de saldo tiene que ver con la célebre excepción ibérica. Esta vez no es una medida negociada con Bruselas para que la luz no suba por culpa de los récords del gas, pero se relaciona directamente con el argumento que entonces utilizó el Gobierno para defenderla: nuestro país es una isla energética en Europa.

La diferencia con los nórdicos

Aun sin baterías y con un mercado diseñado para una situación muy diferente a la actual, la volatilidad registrada en el mercado ibérico (conocido como Mibel) durante las últimas semanas y los precios ínfimos que acaparan los titulares de los periódicos no se producirían si se pudiese dar salida a ese excedente renovable que no se puede almacenar y hunde la casación. Es lo que hacen los países nórdicos y Holanda con la producción limpia, pero también Francia con la nuclear, y tiene un gran beneficiado: Alemania, la gran locomotora europea que, tras abandonar la generación atómica, se halla a merced del carbón y el gas natural, mientras despliega a gran velocidad las renovables.

El consumidor español se está beneficiando de unos precios de saldo porque el nivel de interconexión de nuestro país con el resto del continente no llega al 3%, frente a lo que ocurre en el norte de Europa, donde supera el 20%. En otras palabras: porque menos del 3% de la energía que se puede llegar a producir puede ser exportada más allá de los Pirineos, y solo a través de un país: Francia. La UE quiere que ese porcentaje se eleve en todos los Estados miembros hasta un mínimo del 15% en 2030.

Foto: Unos operarios instalan placas solares. (Reuters/Mike Blake)

De lograrse, apunta Martínez, la situación sería muy distinta: "Si este exceso de oferta se pudiera canalizar a través de la red internacional, España tendría que producir más energía para satisfacer estas exportaciones y los ciclos tendrían más participación en el mix". Como resultado, añade el experto, los precios subirían y, por tanto, tendría lugar una cierta normalización.

Es el mismo fenómeno que se produjo durante la vigencia de la excepción ibérica por decreto, cuando las exportaciones a Francia se dispararon y el consumidor galo se aprovechó de la energía más barata que generaba España gracias al tope al gas. Sin embargo, lo que entonces restó efectividad al mecanismo, al obligar a tirar de los ciclos para satisfacer al país vecino cuando el hidrocarburo estaba por las nubes, ahora es incapaz de estabilizar el mercado. A diferencia de aquella ocasión, habría que enviar mucha más energía para alterar los precios: esto solo ocurriría si se colocase todo ese excedente renovable y otras tecnologías tuviesen que entrar en el mix durante las horas baratas, un escenario que, con la capacidad de interconexión actual, resulta inviable.

Según los expertos consultados, la situación se irá normalizando a medida que dejen de llegar borrascas y que la hidráulica pare de evacuar el agua que desborda los pantanos de las cuencas del Duero y el Miño-Sil. Mientras tanto, los consumidores se seguirán beneficiando de precios irrisorios, en un país que cada día instala más renovables, pero que en determinados momentos no sabe qué hacer con esa energía. Atención al sábado, cuando llegará otro frente por Galicia y, según Cavero, no se descartan nuevos registros negativos. Podría ser una de las jornadas más baratas de la historia. De momento, abril es el mes más económico desde que se tienen datos, aunque los futuros apuntan a que será más caro que un marzo que ya se ha colado en el top 10.

España tuvo en marzo la electricidad más barata de Europa. Nuestro país se aprovechó de su limitada capacidad de interconexión con el resto del continente para registrar, junto a Portugal, los precios más bajos: una media de 20,31 euros, según el informe mensual del Grupo ASE. Es aproximadamente la tercera parte de lo registrado en Francia y Alemania, y la cuarta parte que Italia.

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