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La UE gastó en 2023 en combustibles rusos tanto como en ayuda militar a Ucrania en toda la guerra
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Las sanciones tienen un impacto limitado

La UE gastó en 2023 en combustibles rusos tanto como en ayuda militar a Ucrania en toda la guerra

El valor de las compras de crudo, derivados del petróleo, gas y carbón se desplomó casi un 80% en el segundo año del conflicto, pero todavía alcanza los 28.000 millones de euros

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin. (EFE/Alexei Druzhinin)
El presidente ruso, Vladímir Putin. (EFE/Alexei Druzhinin)
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Los países europeos gastaron tanto en combustibles fósiles rusos en 2023 como todo lo que llevan destinado en ayuda militar a Ucrania desde el inicio de la guerra: unos 28.000 millones de euros. Así se deduce al comparar los datos del último informe de CREA (Centre for Research on Energy and Clean Air), una organización independiente con sede en Finlandia que ha puesto la lupa en los negocios energéticos entre los Veintisiete y el Kremlin, con los que ofrecen las propias autoridades comunitarias sobre el apoyo de la UE y las diferentes capitales a la nación invadida por el ejército de Vladímir Putin.

Los expertos de CREA han estudiado diferentes bases de datos, como la de la consultora Kpler, la plataforma de comercio internacional de Naciones Unidas (Comtrade) o la oficina estadística de la Comisión Europea (Eurostat), entre otras, para estimar el montante total de las compras a Rusia. Es importante destacar que no son los Estados quienes adquieren el petróleo y sus derivados, el carbón o el gas natural, sino las empresas a través de contratos privados. Sin embargo, el dato ayuda a explicar cómo, pese a todo, la potencia euroasiática continúa recibiendo divisas de Occidente gracias a sus recursos naturales.

La cifra, disparada durante el primer año de la guerra, se ha desplomado más de un 80% durante el segundo, gracias a tres aspectos fundamentales: las sanciones acordadas por los Veintisiete, el cierre del grifo del gas decretado por Putin y el desplome del precio de las materias primas, tras un 2022 marcado por la crisis energética. Sin embargo, continúa llamando la atención: si entre febrero de 2022 y febrero de 2023 el gasto per cápita se elevó a 358 euros, entre febrero de 2023 y febrero de 2022 alcanzó los 63. En total, cada europeo ha pagado de media 421 euros en importaciones de combustibles fósiles rusos desde el inicio del conflicto.

El descenso resulta muy relevante, pero no significa que los ingresos de las empresas rusas —y, ulteriormente, del Kremlin— se hayan hundido en la misma proporción. La razón es que otros países han mantenido un valor de las compras muy similar, o incluso las han aumentado, como se puede apreciar en el gráfico. Turquía, de hecho, ha superado a la Unión Europea como principal importador per cápita, con un pequeño incremento que también se da en China o India, hacia los que se han dirigido parte de los envíos que antes llegaban al Viejo Continente. En total, los ingresos de Rusia por la exportación de combustibles fósiles han caído un 29% desde el primer año de la contienda, hasta situarse en algo más de 250.000 millones de euros en el segundo. Son 104.000 millones menos.

¿Hasta qué punto este descenso se debe al éxito de las sanciones impuestas por la UE y otros organismos internacionales? Los datos de CREA relativizan la importancia de estas políticas. Sin ir más lejos, los ingresos rusos por carbón y petróleo sujetos a los embargos cayeron un 19% (unos 48.000 millones de euros menos), mientras que los ingresos por gas natural, que no están sujetos a sanciones, se desplomaron mucho más: un 59%, con un agujero de en torno a 60.000 millones. "El reducido consumo de gas ruso por parte de la UE jugó un papel muy importante en esto, lo que subraya la dependencia rusa del bloque para las exportaciones de gas", asegura el informe.

Rusia estaría teniendo grandes dificultades para colocar a terceros países el gas que llegaba a raudales a Europa hasta hace un par de años, pero que ahora lo hace a cuentagotas tras del cierre del Nord Stream 1, la principal vía de entrada en el continente, y la apuesta de los Veintisiete por el gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos o Catar. Según la última actualización de la base de datos de Bruegel, el laboratorio de ideas de referencia en Bruselas, las importaciones del hidrocarburo ruso por tubo están a una media de 600 millones de metros cúbicos a la semana, la quinta parte que antes de que Putin empezase a usarlo como una herramienta de presión en los meses anteriores al inicio de la guerra. En la segunda mitad de 2022, las cifras ya eran similares a las actuales, así que el abaratamiento de los precios de los últimos meses también ayudaría a explicar el desplome de los ingresos.

Con el petróleo no se ha producido una caída notable de las ventas, ya que el Kremlin ha sido muy hábil a la hora de colocarle a terceros países una gran parte del que ha dejado de llegar a Occidente desde diciembre de 2022, cuando entró en vigor la imposición de un tope al precio de las compras, pactada en el seno del G7, y la prohibición de la entrada por vía marítima a los puertos comunitarios. Poco después, las sanciones se ampliaron a las compras de combustibles derivados del crudo, que cuentan con su propio tope, y han seguido la misma tendencia.

Occidente ya es anecdótico

Los principales mercados de Rusia han cambiado por completo: si durante el primer año de la guerra los países que actualmente aplican sanciones representaban prácticamente el mismo negocio que los que no las aplican, durante el segundo los últimos multiplican a los primeros por siete. India, China o Turquía son algunas de estas naciones, que se han aprovechado de los precios de saldo para aumentar sus importaciones. De hecho, el valor de las adquisiciones de los países que no se han unido a los embargos se ha incrementado un 19%. Sin los 36.000 millones de euros adicionales de sus compras, el efecto del desplome de las de Occidente todavía habría sido mayor.

El informe de CREA se atreve a hacer una proyección del impacto total de las sanciones, que estima en 3.400 millones de euros al mes, unos 40.000 al año. Se trata de un agujero del 12% en los ingresos rusos, que contrasta con la caída total del 29%. Una sencilla proyección permite llegar a la siguiente conclusión: de cada 10 euros que dejó recibir el país euroasiático por la venta de combustibles fósiles en el segundo año de la guerra, unos cuatro se deben a las sanciones, mientras que seis corresponden a otros factores, como el descenso de los precios o de las ventas, principalmente de gas.

Foto: Descarga de GNL en el puerto de El Musel (Asturias). (EFE/Eloy Alonso)

De hecho, los investigadores consideran que todavía existe un amplio margen para agrandar el butrón en las arcas del Kremlin. Bajar los topes al petróleo y sus derivados tendría un impacto de 4.500 millones de euros al mes, y garantizar la plena aplicación del mismo, de más de 900. Paradójicamente, las llegadas de gas natural a los Veintisiete se han desplomado de tal manera que la efectividad de las nuevas medidas sería menor: prohibir las entradas de GNL supondría en la UE supondría algo más de 630 millones de euros mensuales, mientras que hacer lo propio con el que llega por tubo representaría unos 770 millones. En otras palabras: las sanciones relativas al gas, que hasta ahora no está afectado, solo representarían la cuarta parte de la ampliación de las sanciones al petróleo. Un endurecimiento del paquete como el que propone CREA llevaría a Rusia a perder uno de cada tres euros que ingresa actualmente: más de 80.000 millones anuales.

España sería especialmente sensible al embargo al GNL ruso, ya que se ha convertido en el principal importador europeo, por delante de Francia, como se explica con detalle en este artículo. El asunto volvió a estar encima de la mesa del Consejo de Ministros de Energía celebrado esta semana, pero, de momento, la titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, no ha sido capaz de convencer a sus homólogos comunitarios para imponer esta sanción: Europa necesita gas, aun a costa de seguir sufragando la guerra de Putin.

Una relación directa con la guerra

Aunque la compraventa de combustibles fósiles se hace en el ámbito privado, supone una excepcional fuente de ingresos para el Kremlin y, por tanto, está directamente relacionada con la financiación de la contienda. Así lo pone de manifiesto el informe de CREA, que celebra el efecto de la caída del valor de las operaciones durante el segundo año del conflicto.

Según el Ministerio de Finanzas ruso, alrededor del 30% del presupuesto del Gobierno federal dependía de los ingresos tributarios por la venta de hidrocarburos en 2023. Solo de enero a septiembre, la recaudación por gas se desplomó un 38%. Esto está obligando a Rusia, añaden los expertos, a asumir más deuda estatal y aumentar la carga fiscal en otros sectores para financiar su ejército. Está previsto que el presupuesto de las fuerzas armadas del país se dispare un 29% en 2024 respecto al año pasado, hasta alcanzar los 126.000 millones de euros.

Los países europeos gastaron tanto en combustibles fósiles rusos en 2023 como todo lo que llevan destinado en ayuda militar a Ucrania desde el inicio de la guerra: unos 28.000 millones de euros. Así se deduce al comparar los datos del último informe de CREA (Centre for Research on Energy and Clean Air), una organización independiente con sede en Finlandia que ha puesto la lupa en los negocios energéticos entre los Veintisiete y el Kremlin, con los que ofrecen las propias autoridades comunitarias sobre el apoyo de la UE y las diferentes capitales a la nación invadida por el ejército de Vladímir Putin.

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