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España sustituye a Francia como principal importador de gas ruso por barco en la UE
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LAS REGASIFICADORAS SIGUEN INFRAUTILIZADAS

España sustituye a Francia como principal importador de gas ruso por barco en la UE

Las compras se duplican desde el inicio de la guerra y se dispararon un 35% en 2023, con un valor de mercado de 2.130 millones de euros, según un informe de IEEFA

Foto: Descarga de GNL en el puerto de El Musel (Asturias). (EFE/Eloy Alonso)
Descarga de GNL en el puerto de El Musel (Asturias). (EFE/Eloy Alonso)

España importa menos gas natural licuado (GNL) que al inicio de la guerra, pero cada vez más procedente de Rusia. Como en toda la Unión Europea, la caída de la demanda y el mejor nivel de las reservas al final del invierno provocó una menor llegada del hidrocarburo a los puertos nacionales el año pasado con respecto al anterior, marcado por el inicio de la contienda en Ucrania y lo peor de la crisis energética. Sin embargo, esto no ha impedido que los barcos metaneros con origen en las terminales siberianas sigan arribando a nuestras costas, sino todo lo contrario: el volumen de GNL ruso recibido aumentó un 34% en 2023, hasta los 6,68 bcm (miles de millones de metros cúbicos, en la jerga del sector). Son datos del informe anual del European LNG Tracker, un proyecto del laboratorio de ideas Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA), defensor de la descarbonización.

La cuarta economía del euro superó en 2023 a la segunda, Francia, como principal puerta de entrada del GNL ruso en el continente. De hecho, una de cada tres moléculas que llegaron a los puertos europeos el año pasado procedentes del gigante euroasiático lo hizo a través de nuestro país. En las terminales, el hidrocarburo tiene que ser regasificado para que regrese a su estado natural, lo que permite introducirlo en la red nacional o enviarlo al extranjero a través de las conexiones por tubo con Francia, Portugal y Marruecos. También puede almacenarse en estado líquido en plantas como la de El Musel (Gijón) —en servicio desde el pasado verano—, para luego ser reexportado vía marítima hacia terceros países.

El Gobierno siempre ha defendido que esos envíos constituyen la principal causa de los incrementos, y la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, llegó a pedir por carta a las compañías que dejasen de comprar gas ruso. Sin embargo, la ausencia de sanciones europeas llevó a la propia Ribera a guardar el debate en un cajón, consciente de que la situación solo se puede solventar si los Veintisiete se comprometen a incluir el GNL en el embargo que ya aplican al petróleo con motivo de la invasión de Ucrania. Este martes, el consejero delegado de Enagás, Arturo Gonzalo, también ha defendido que la prohibición de las compras se debe decidir a escala comunitaria.

La compañía, responsable de la gestión técnica del sistema, no tiene ninguna responsabilidad en la situación, ya que no compra ni vende gas; lo hacen las comercializadoras, algunas de ellas obligadas por contratos anteriores a la guerra, aunque el espectacular aumento de las llegadas en los últimos meses permite sospechar que se están firmando otros nuevos. De hecho, los propios datos de Enagás corroboran el escenario de IEEFA: según su Boletín estadístico del gas, entre enero y diciembre de 2023, España importó un 35% más de GNL ruso que en el mismo periodo del año anterior. La Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) limita el alza al 30%.

Foto: Estación compresora de gas. (EFE/Filip Singer)

Más allá de las pequeñas variaciones de las cifras entre las tres fuentes, su contraste revela una verdad indiscutible: Rusia ha consolidado su medalla de bronce como origen de las importaciones españolas, con una cuota que ronda el 18%, a solo tres puntos del gran triunfador de la crisis energética (Estados Unidos). Las tensiones diplomáticas con Argelia, que pese a todo mantiene la presea de oro, y la necesidad de una creciente diversificación evidenciada tras la guerra, han lanzado a las compañías españolas en brazos de los metaneros siberianos, controlados mayoritariamente por empresas privadas. España recibe gas ruso, pero eso no significa que alimente al gigante paraestatal Gazprom, que ha ido perdiendo peso desde que los bombeos por tubo se redujeron a la mínima expresión con motivo de la contienda, como se explica en este artículo.

La relación entre comprar GNL siberiano y financiar la dictadura, cada vez menos disimulada, de Vladímir Putin ya no resulta tan clara. Tampoco es fácil discernir, por tanto, hasta qué punto esas importaciones están ayudando a sufragar la guerra en Ucrania. En cualquier caso, las cifras hablan por sí solas: el año pasado, las compras españolas alcanzaron los 2.310 millones de euros. Es algo más de la mitad que en 2022, pese al aumento del volumen. La explicación resulta muy sencilla: si en 2022 el hidrocarburo se disparó con motivo del inicio del conflicto, hasta batir récords históricos y superar los 100 dólares el megavatio hora (MWh) durante toda la segunda mitad del año, en 2023 inició una senda sostenida de repliegue, que lo ha llevado a los niveles que eran habituales antes de la pandemia.

En cualquier caso, el valor de las importaciones de Rusia ha aumentado considerablemente su peso respecto al total de compras españolas, hasta incluso acercarse al de Estados Unidos (3.130 millones de euros), principal origen del GNL que llega a los puertos nacionales. La brecha entre los desembolsos hacia una y otra potencia se ha reducido a la sexta parte en solo un año. Igual que en volumen, España también ha superado a Francia como mayor fuente de capitales para las compañías gasísticas de la potencia euroasiática.

La paradoja de la infrautilización

La mayor utilidad de los datos del European LNG Tracker —que beben de fuentes tan distintas como la consultora Kpler, el gestor comunitario Gas Infrastructure Europe o la propia Eurostat— es precisamente esa: a diferencia de las estadísticas oficiales, permite comparar casi a tiempo real lo que pasa en nuestro país con lo que ocurre en nuestros vecinos. Y lo cierto es que España no sale muy bien parada. No solo por ese sorpaso a Francia en el último año, sino por el hecho de que es una de las naciones que más ha aumentado sus importaciones desde el inicio de la guerra. En 2023 entró en España el doble de GNL ruso que en 2021, una progresión solo superada por Bélgica, donde se triplicó. En ese periodo, el volumen descargado por los barcos metaneros en el continente solo se incrementó un 11%.

La guerra ha influido poco en las compras de GNL ruso en la UE, pero dispara las españolas

En otras palabras: mientras la contienda apenas ha tenido efecto en las compras de gas licuado ruso de los Veintisiete, ha disparado las españolas, hasta convertir a nuestro país, hasta ahora uno de los más autónomos del flujo del Kremlin, en su principal puerta de entrada a Europa. También en la economía más dependiente, según este informe del laboratorio de ideas Bruegel, de referencia en Bruselas. Solo Francia, España y Bélgica representaron el 80% de las llegadas en 2023, con dos de los puertos nacionales (Bilbao y Mugardos) entre los principales receptores.

El argumento más común para justificar esta situación tiene que ver con la notable capacidad regasificadora nacional, la mayor del continente: representa un 22% del total, según el informe de IEEFA. Gracias a ella, defienden desde el Gobierno, España estaría realizando un esfuerzo solidario excepcional para abastecer a sus socios comunitarios, sedientos tras el cierre de los grandes gasoductos del este. Según esta lógica, el GNL ruso no se estaría consumiendo en nuestro país, como demostraría el hecho de que las reexportaciones alcanzaron en 2023 máximos históricos, según los datos internos de Enagás publicados por El Periódico de España. Y todo en un momento de menor demanda interna: el European LNG Tracker cuantifica una caída de 4,8 bcm el año pasado, una de las menores de la UE, seguramente condicionada por el mejor desempeño de la economía española.

Sin embargo, resulta muy difícil saber hasta qué punto el gas que se está enviando al resto del continente tiene o no origen ruso. Y lo cierto es que el informe de IEEFA aporta un dato demoledor que resume lo ocurrido en 2023: mientras las importaciones totales de GNL disminuían un 14% en la cuarta economía del euro, las de GNL ruso seguían incrementándose. Como resultado, España compra más hidrocarburo siberiano que nunca, mientras su red de regasificadoras continúa ociosa, con una utilización media del 35%, 23 puntos por debajo de la marca comunitaria. "La desproporcionada infraestructura de GNL de España pronto podría convertirse en una desventaja estratégica, ya que la demanda europea de GNL podría alcanzar su punto máximo en 2025", concluye el informe. Por ahora, naciones como Alemania e Italia han reforzado la suya, y el Gobierno, consciente de que la posición de nuestro país como puerta de entrada del gas ya no tiene mucho más recorrido, lo apuesta todo a convertir la Península en un hub europeo de energías renovables.

España importa menos gas natural licuado (GNL) que al inicio de la guerra, pero cada vez más procedente de Rusia. Como en toda la Unión Europea, la caída de la demanda y el mejor nivel de las reservas al final del invierno provocó una menor llegada del hidrocarburo a los puertos nacionales el año pasado con respecto al anterior, marcado por el inicio de la contienda en Ucrania y lo peor de la crisis energética. Sin embargo, esto no ha impedido que los barcos metaneros con origen en las terminales siberianas sigan arribando a nuestras costas, sino todo lo contrario: el volumen de GNL ruso recibido aumentó un 34% en 2023, hasta los 6,68 bcm (miles de millones de metros cúbicos, en la jerga del sector). Son datos del informe anual del European LNG Tracker, un proyecto del laboratorio de ideas Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA), defensor de la descarbonización.

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