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El miedo a los incendios amenaza el 'boom' de la rehabilitación: "Da rabia porque es infundado"
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"La gente cancela sin entender qué pasa"

El miedo a los incendios amenaza el 'boom' de la rehabilitación: "Da rabia porque es infundado"

Tras la pandemia, muchas de las ayudas europeas se centraron en la rehabilitación de edificios para conseguir una mayor eficiencia energética. Pero lo ocurrido en Valencia ha golpeado de lleno al sector

Foto: Un obrero de la construcción revisa una estructura en Madrid. (EFE/Mariscal)
Un obrero de la construcción revisa una estructura en Madrid. (EFE/Mariscal)

José Luis Gárgoles lleva una semana bastante preocupado y cabreado. Arquitecto técnico con más de 15 años de experiencia, 10 de ellos especializado en rehabilitación de inmuebles y eficiencia energética, asegura que se está enfrentando a una situación inaudita. Sus clientes le piden explicaciones y dudan de seguir con sus obras, por lo que han visto en la tele y han leído en internet, aunque no tenga nada que ver con su trabajo. "He llegado a ofrecer a una de las comunidades que estamos rehabilitando que hagamos un experimento con los materiales que estamos usando, para que vean que no hay peligro de incendio". Es su medida desesperada para intentar frenar un miedo que se ha extendido por todo el país: que vuelva a ocurrir algo como en Valencia.

Este profesional, que también es secretario del Colegio Oficial de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de la Edificación de Guadalajara, ha vivido en primera persona el auge de la rehabilitación de edificios en busca de una mejor eficiencia energética, y ahora sufre su gran golpe. Desde la pandemia, muchos españoles decidieron emprender reformas en sus hogares para mejorar su eficiencia energética. La llegada de Fondos Next Generation y la subida de los precios de la energía fueron un acicate para el sector. Pero ahora todo este crecimiento se tambalea. Lo ocurrido en Nou Campanar y los motivos del incendio han puesto en jaque su negocio.

"Da mucha rabia porque es un miedo realmente infundado. Se señaló desde el principio al aislamiento térmico y la fachada, pero lo que es alucinante es cómo en horas ya todos hablaban de un material, el poliuretano, que luego se demostró que no estaba presente en el edificio. Que era lana mineral, uno de los pocos elementos utilizados en construcción que no arden", comenta Gárgoles. "El problema es que esas horas de señalamiento ya bastaron para que la gente se quedase con la idea de que el aislamiento arde y que es peligroso. De repente, tenemos decenas de obras que nos llaman porque quieren parar sus reformas o que se lo están pensando cuando ya está todo en marcha", añade el experto. "Nos llegan incluso preguntas de edificios nuevos que cumplen con un Código Técnico de Edificación superrestrictivo que se actualizó en 2019 adaptándose ya a este tipo de incendios".

El sector aguanta la respiración estos días e incluso hay asociaciones que hablan de tomar medidas más contundentes porque el cruce de informaciones sufrido estos últimos días pone en riesgo un mercado que ha costado años que arranque y solo se consiguió gracias a una apuesta decidida de las autoridades. En 2023, el cálculo de los expertos era que en nuestro país había 20 millones de edificios que no cumplían las condiciones de eficiencia energética, y el problema estaba en el ritmo de las rehabilitaciones. En países como Francia, las actuaciones de mejora energética llegan a las 30.000 al año, en nuestro país, según datos de 2021, no pasan de las 800 o 900.

Fernando Prieto, de la Asociación Nacional de Empresas de Rehabilitación y Reforma Eficiente (ANERRE), matiza estos datos y asegura que esos números están creciendo a pasos agigantados gracias a las ayudas y el impulso de la crisis energética. Pero admite que hay miedo a que este caso afecte a la tendencia porque las llamadas son constantes. "Nosotros decidimos lanzar una nota de prensa pidiendo sobre todo tranquilidad. Entendemos que haya preocupación, es lógico, sobre todo entre los que tienen un edificio con fachada similar. Y cuando se termine toda la investigación habrá que ver qué se puede cambiar o mejorar respecto a lo que provocó el incendio. Pero es totalmente falso esa dicotomía que parece que ha surgido y que habla de que a más eficiencia energética mayor riesgo de incendio", comenta Prieto.

Prieto remarca el punto de la fachada ventilada porque en nuestro país la mayoría de las reformas de esta clase son de otro tipo. Suelen tener un SATE (Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior). Se llama así a los envolventes que combinan la utilización de un material aislante térmico, y en algunos casos acústico, que va pegado a las paredes del edificio y que se termina con un revestimiento de acabado decorativo. "La actualización de la fachada es la forma más sencilla y eficaz de mejorar la eficiencia de nuestros edificios, por eso se suelen hacer este tipo de actuaciones, aunque hay más. Obviamente, entendemos que la gente que tenga fachadas ventiladas tenga reticencias, pero creemos que hay que ser prudentes, realmente no se sabe todavía qué ha pasado", añade.

placeholder El edificio de Nou Campanar tras el incendio. (EFE)
El edificio de Nou Campanar tras el incendio. (EFE)

Gárgoles tampoco descarta cambios después de este caso. "Sobre todo pienso en cambios de protocolo. El edificio se quemó por la fachada y la estructura aguantó a la perfección. Quizá lo que tenemos que pensar es en protocolos de evacuación diferentes, actualizados para estas edificaciones y en analizar qué podemos hacer en cada caso". "Creo que algo que no sabe la gente es que todos los materiales que utilizamos en construcción pueden quemarse. Eso es así. Lo que medimos es su resistencia al fuego, con un tiempo máximo de aguante a las llamas antes de que este se venza. Por ejemplo, no sé, una puerta puede tener una resistencia de 30, 60 o 120 minutos, pues es el tiempo que servirá de barrera y ayudará a evacuar o a que lleguen los bomberos para sofocar".

El arquitecto técnico, que pone su apuesta en que el edificio valenciano no se acabará derribando, defiende el trabajo de su sector. "Pasamos controles muy exhaustivos, y es normal. Los edificios nuevos tienen medidas de seguridad mejores que los antiguos. Por eso quizá para lo que debería servir este caso es para fomentar las reformas de seguridad en los edificios más viejos. Igual que se han fomentado las reformas de eficiencia, pues que se incentiven las que ayuden a dotar de más seguridad a estos bloques y se eviten posibles daños personales. Eso sería interesante", detalla.

Más allá de lo visto en Valencia, estos meses son claves para la rehabilitación de edificios, pues las ayudas llevan tiempo sobre el alambre por el cuello de botella que se ha formado en las instituciones públicas. La mayoría de comunidades autónomas han tenido que extender justo estas semanas el plazo de adjudicación de las subvenciones y en regiones como Madrid la tramitación no llega al 30% de las solicitudes. Aunque en Castilla y León la situación es peor, según datos de Idealista, pues solo cubren alrededor del 15%. Las subvenciones van del 40% al 80% de la obra ejecutada, según el ahorro energético alcanzado (de 6.300 a 18.800 euros por vivienda), pero se han dado de lleno con la burocracia.

Los instaladores, al límite

Al estar en un momento clave, el cabreo dentro de AISLA, Asociación de Instaladores de Aislamiento, es aún mayor. Y no descartan incluso tomar medidas legales. "Creemos que se nos ha señalado e incluso se han dado nombres comerciales como culpables del incendio sin motivo. Lo ocurrido con el poliuretano es el mejor ejemplo del daño que nos han hecho sin pararse a pensar en ello. En horas estaba todo el mundo hablando de que ese material era claramente el culpable, que todo se debía al aislamiento y luego no había nada", comenta Álvaro Pimentel, su secretario general.

Pimentel habla de daños profundos que se verán varios años después e incluso a largo plazo. "La imagen de los aislantes ha quedado muy tocada e incluso de algunos materiales. A ver quién es el valiente que se atreve a colocar algo de poliuretano u otro material con nombre similar, pese a que se sepa que es totalmente seguro en cualquier parte. Ese daño ya es irreparable, más allá de lo que se pueda cancelar ahora y que también lo estamos sufriendo", detalla. En unos años veremos que la gente se habrá quedado con palabras como el poliuretano cuando piense en el incendio, aunque finalmente se demostrase que ni siquiera ese material estaba presente.

A diario, asegura el representante, sus asociados le contactan hablando de nuevas cancelaciones y cambios. Asegura que la situación les ha dado de lleno y que ya se habla del impacto que tendrá en obras dentro de dos o tres años. "La gente cancela sin entender qué pasa, pero da igual porque algunos materiales y demás ya están marcados".

De momento, no se ha tomado ninguna medida por parte de las autoridades en relación con lo sucedido e instituciones como ANERRE piden que se vaya rápido y seguro en la investigación para evitar el mayor daño posible a la imagen de ciertos de sectores. Pero sí que algunas comunidades han empezado a defender el papel de la rehabilitación y dar tranquilidad al sector.

Las autoridades de País Vasco, la comunidad española donde mejor está funcionando el sistema de ayudas para este cometido, recordaba estos días que en sus pliegos ya se tienen en cuenta muchas de las medidas marcadas por los expertos y se mira con detalle el tema de la seguridad. Según mostraba El Diario Vasco, los pliegos de sus subvenciones ya obligan a que las fachadas ventiladas tengan cortafuegos y se pide que no se demonicen materiales simplemente porque se hayan señalado en este caso.

José Luis Gárgoles lleva una semana bastante preocupado y cabreado. Arquitecto técnico con más de 15 años de experiencia, 10 de ellos especializado en rehabilitación de inmuebles y eficiencia energética, asegura que se está enfrentando a una situación inaudita. Sus clientes le piden explicaciones y dudan de seguir con sus obras, por lo que han visto en la tele y han leído en internet, aunque no tenga nada que ver con su trabajo. "He llegado a ofrecer a una de las comunidades que estamos rehabilitando que hagamos un experimento con los materiales que estamos usando, para que vean que no hay peligro de incendio". Es su medida desesperada para intentar frenar un miedo que se ha extendido por todo el país: que vuelva a ocurrir algo como en Valencia.

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