¿Qué hacer con el edificio calcinado en Valencia? El dilema puede crear tensión entre víctimas

Un envoltorio de color blanco y un amasijo de andamios cubren al completo la Torre Grenfell de Londres, arrasada por las llamas en 2017. El incendio de aquel edificio de viviendas sociales del barrio de distrito de North Kensington, en el que fallecieron 72 personas, guarda enormes similitudes con el sufrido el pasado jueves en Valencia. El fuego comenzó en una de sus plantas y rápidamente se extendió por toda la fachada para adentrarse en las viviendas y dejar devastado el inmueble. Como en Londres, el diseño constructivo también incorporó un sistema de fachada ventilada de paneles de aluminio con algún compuesto plástico, probablemente polietileno, que ejerció de combustible y propagó el incendio sin remedio. Casi siete años después, y pese a la decisión gubernamental de derribo, la torre londinense sigue cubierta con el sistema de protección que se empleó mientras se realizaban las pruebas de ingeniería forense. La demolición todavía no se ha producido.

En Valencia, las familias están ahora en shock y asimilando lo ocurrido. La parte más horrible se la han llevado los 10 fallecidos en el siniestro. Especialmente triste ha sido la muerte de la joven familia de cuatro personas, con un bebé de apenas unos días y otro de dos años. Pero el dilema sobre cómo reconstruir sus vidas y qué hacer con los dos bloques de Nou Campanar ya está en la cabeza de la comunidad de propietarios y quienes vivían en régimen de alquiler. Es pronto para saber el estado en que ha quedado la estructura. El jefe de bomberos de Valencia, Enrique Chisbert, ha descartado por ahora el riesgo de colapso y ha garantizado la seguridad en el acceso para el trabajo de los servicios de extinción y evaluación. Pero tendrán que ser los ingenieros forenses los que determinen la afección sobre los pilares y la estructura y en qué medida es posible la reconstrucción o aconsejable la voladura controlada, con la correspondiente liberación del solar.

Luis Sendra, decano del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana, explica que lo primero que hay que determinar es si el fuego ha mermado la capacidad de resistencia del edificio. A partir de ahí, la comunidad de propietarios tendrá que decidir "si rehabilitar el edificio, vender la estructura a un promotor o volver a hacer un edificio nuevo con otro proyecto sobre ese solar", señala en declaraciones a El Confidencial, recordando que, sea cual sea el futuro de la estructura calcinada, los dueños, ahora agrupados a través de una propiedad horizontal, seguirán teniendo el derecho de superficie. Conservan, además, la propiedad sobre los garajes, que no se han visto afectados por el fuego y están intactos. Algunos vecinos han recuperado ya sus vehículos.

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Todas las alternativas plantean dudas y no tienen por qué generar un consenso entre los vecinos. Al margen de los seguros individuales de cada una de las 138 puertas, la comunidad contaba con una póliza colectiva de incendios con Mapfre con una cobertura de 26,5 millones de euros sobre la construcción. ¿Se cobra entera sea cual sea el estado del edificio? ¿A quién correspondería sufragar el derribo en caso de ruina absoluta?

Esa palabra, ruina, fue la empleada el sábado por la tarde por el actual presidente de la comunidad de propietarios, Emilio Verdejo, quien aseveró en declaraciones a los medios que "sabéis que el edificio ya no existe", aunque luego admitió que "no sabemos el alcance de cómo se encuentra el edificio hasta que los profesionales decidan si está en ruina o no está en ruina". Verdejo añadió que "en el momento en que se diga que esto es ruina ya no será una comunidad de propietarios y será una asociación. Es pronto para saber esto".

Algunos vecinos quieren solicitar a las administraciones la declaración de zona catastrófica para elevar las indemnizaciones

Los propietarios han comenzado a reunirse para conocer el plan de ayudas que han habilitado el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat, pero también para debatir las opciones de futuro. Algunas voces proponen que el área sea declarada zona catastrófica, con el fin de ver elevadas las indemnizaciones. Verdejo desveló que había cortado un encuentro de un grupo de dueños celebrado el sábado por la mañana en el SH Hotel Valencia Palace, donde se alojan un centenar de afectados, para convocar formalmente otra reunión por la tarde y que tuviera validez legal. En esa cita afloraron las primeras tensiones entre víctimas con piso en propiedad (un 70% de los residentes de los dos bloques) e inquilinos, que fueron invitados a abandonar la sala. Los arrendatarios han optado por crear su propia asociación con el fin de exigir que las ayudas públicas tengan el mismo alcance que las de los dueños. El concejal de Urbanismo, Juan Giner, que participó en el encuentro, aseguró que el consistorio no haría distinciones.

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En caso de ruina, la demolición y venta del solar, con la consiguiente liquidación de la comunidad de propietarios y reparto del fondo con los recursos económicos según la cuota de participación, se perfila como la decisión más lógica. Pero las alternativas que se abren si finalmente los técnicos no desahucian al completo el edificio seguro que generarán una discusión en función de la situación, deseos e intereses de cada uno.

Hay todo tipo de casuística entre los 138 propietarios. Es cierto que Nou Campanar es un barrio acomodado de la ciudad y que la cuestión económica no ahoga a todos los afectados por igual. También algunos de los apartamentos estaban en manos de sociedades limitadas, que los explotaban en régimen de alquiler. Pero algunas de las familias, según han relatado en testimonios a las autoridades, habían hecho su compra residencial recientemente, con hipotecas elevadas todavía por pagar y que no necesariamente van a cubrir en su totalidad las indemnizaciones de los seguros del hogar y antiincendios. Un escenario muy complejo que requerirá de mucha mano izquierda por parte de las autoridades como mediadoras y de mucha empatía y solidaridad en el seno de la comunidad de propietarios.