Luxemburgo es ya el segundo país más utilizado por las empresas españolas para canalizar inversiones
Luxemburgo, un pequeño país que apenas supone la tercera parte de la superficie de la Comunidad de Madrid, se ha colocado como el segundo destino de la inversión de las empresas españolas en el exterior
El traslado de la sede de Ferrovial a Países Bajos abrió la caja de los truenos con el Gobierno hace ahora casi un año, pero la utilización de jurisdicciones de baja tributación para canalizar las inversiones de empresas españolas en el exterior no ha hecho más que crecer desde entonces. En particular, paradójicamente, a través de otro socio de la Unión Europea, Luxemburgo, que ya es el segundo país que canaliza más inversión española fuera de nuestras fronteras.
Luxemburgo, en concreto, con sus 2.586 kilómetros de superficie, menos de la tercera parte de la Comunidad de Madrid, y durante el primer semestre del año, canaliza ya el 24,4% de lo que invierten las empresas fuera de España. En total, 2.139 millones de euros en seis meses, más del triple que en el mismo periodo del año anterior. Lo relevante, sin embargo, es que se trata de una tendencia sostenida en el tiempo, ya que el peso de Luxemburgo en la inversión exterior representó apenas un 6,5% entre 2019 y 2023, lo que muestra que algo está cambiando. Se ha multiplicado por casi cuatro en apenas un quinquenio.
Luxemburgo, de hecho, ha desplazado a países que históricamente han tenido un papel fundamental en las inversiones españolas en el exterior, como Reino Unido, que ha bajado hasta el octavo puesto, cuando tradicionalmente se ha situado en los puestos de más arriba. El Brexit, con toda seguridad, no es ajeno a este movimiento empresarial.
La otra novedad es que EEUU se ha colocado en primer lugar y representa ya un 36,7% del total, por encima de su media histórica (23,3%). Eso significa que solo dos países, Luxemburgo y EEUU, concentran más de la mitad de la inversión española en el exterior. A mucha distancia se encuentran Brasil, México y Alemania. El primer paraíso fiscal que aparece en la lista es Jersey, cuyos intereses los representa Reino Unido, mientras que Países Bajos representa un porcentaje irrelevante (un 4,4% desde 2019).
La inversión española en el exterior, en todo caso, y tras los años del boom económico de los primeros años 2000, cuando se llegó a hablar de la armada española por sus compras en Latinoamérica, está muy lejos de aquellos registros. Tras un máximo de 113.300 millones de euros alcanzado en 2007, el año pasado se cerró con una inversión española en el exterior equivalente a 29.230 millones de euros.
Los últimos datos referidos al primer semestre de este año muestran, en concreto, que las empresas españolas han invertido en el exterior (sin operaciones ETVE) 8.753 millones de euros. Las operaciones ETVE (entidades de tenencia de valores extranjeros) se benefician de una mejora en la fiscalidad y son, desde los años noventa, el vehículo financiero para inversiones en el exterior.
Menos compras, más ampliaciones
Lo que han observado los técnicos del departamento de comercio es que hay un cambio en la estrategia de internacionalización de las empresas españolas, que han reducido el volumen de compras —las adquisiciones disminuyen a un ritmo del 37,5%— y, en su lugar, utilizan sus recursos para reestructuraciones con el objetivo de "adaptarse a las circunstancias actuales". Otra tendencia detectada por Comercio ha sido el uso de las ampliaciones de capital frente a la constitución de empresas. Las ampliaciones de capital, en concreto, crecen a un ritmo del 21%, con un máximo de 29.400 millones en 2017.
El otro factor distintivo es el progresivo abandono de Latinoamérica como región preferida de las empresas españolas para invertir. Los datos oficiales reflejan una caída del 43% el año pasado, pero del 60% si se analiza el promedio de los últimos cinco años. España, sin embargo, todavía se sitúa como la segunda mayor inversión en la región, solo por detrás de EEUU.
En términos agregados, es decir, teniendo en cuenta las inversiones y las desinversiones, las empresas españolas han acumulado en el extranjero un stock equivalente (año 2021) a 538.911 millones de euros (alrededor del 41% del PIB). Se trata de inversión directa de carácter productiva y no meramente especulativa, ya que tiene voluntad de ser permanente en sectores estratégicos como la banca, la energía o las telecomunicaciones. Esas inversiones están ligadas a la existencia de 1,65 millones de empleos en la región que controlan empresas españolas.
En la actualidad, las compañías hispanas participan en alrededor de 10.900 empresas en el extranjero, y casi el 60% es del llamado nivel 1
Hay que tener en cuenta que, en la actualidad, las compañías hispanas participan en alrededor de 10.900 empresas en el extranjero, y casi el 60% es del llamado nivel 1, es decir, están participadas directamente por la matriz española. El 40% restante son las empresas con participación indirecta por residentes en España, es decir, el titular español invierte a través de otra empresa extranjera participada.
El hecho de que las empresas españolas tengan invertidos en el extranjero más de medio billón de euros explica que su negocio exterior sea cada vez más relevante en sus beneficios. Un dato lo dice todo. Según el Departamento de Comercio, en 2021, después de pagar impuestos, obtuvieron un beneficio superior a los 70.000 millones de euros, cinco veces más que un año anterior, aunque hay que tener en cuenta que el año anterior fue el de la pandemia, por lo que el dato está sesgado al alza.
No deja de ser significativo, igualmente, que en la posición española en el exterior el peso de la gran empresa sea hegemónico. Nada menos que 93% son grandes empresas, mientras que las medianas apenas representan el 5%. En cuanto a los sectores a los que se ha dirigido esa inversión, el 25% son servicios financieros (excepto seguros y fondos de pensiones), un 9%, energía, y cerca de un 7%, telecomunicaciones.
El traslado de la sede de Ferrovial a Países Bajos abrió la caja de los truenos con el Gobierno hace ahora casi un año, pero la utilización de jurisdicciones de baja tributación para canalizar las inversiones de empresas españolas en el exterior no ha hecho más que crecer desde entonces. En particular, paradójicamente, a través de otro socio de la Unión Europea, Luxemburgo, que ya es el segundo país que canaliza más inversión española fuera de nuestras fronteras.