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La OCDE reduce su previsión de crecimiento para 2024 al 1,4% y pide una consolidación fiscal
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EL DÉFICIT, POR ENCIMA DEL 3%

La OCDE reduce su previsión de crecimiento para 2024 al 1,4% y pide una consolidación fiscal

Advierte de que el sector exterior apoyará menos la expansión económica, debido al estancamiento de la eurozona, y prevé que la inflación aumente en 2024 hasta el 3,7%

Foto: El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. (EFE/Paolo Aguilar)
El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. (EFE/Paolo Aguilar)

España crece, y mucho más que la media europea, mientras los tambores de recesión no cesan de sonar en el bloque de la moneda única, con su locomotora (Alemania) todavía inmersa en cifras negativas. Pero la fortaleza de la economía nacional, más patente en términos relativos que absolutos, no es ajena a lo que pase a su alrededor. Los principales organismos recuerdan, semana sí y semana también, que la vitalidad está perdiendo fuerza, y que la cifra mágica del 2% que el Gobierno esbozó a Bruselas en el plan presupuestario para 2024, enviado en octubre, cada vez se antoja más lejana.

Primero fueron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea quienes rebajaron sus previsiones de crecimiento para nuestro país hasta el 1,7%, dos décimas menos que sus estimaciones anteriores. Ahora, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hace lo propio, pero el hachazo es mucho mayor: de medio punto, hasta el 1,4%. España también se apunta a la maldición del 1,5%, al menos durante el año que viene.

Las causas, apuntadas desde hace meses por numerosos economistas, tienen un carácter principalmente exógeno. En este caso, la cuarta economía del euro no es el problema, sino el entorno de los países que comparten la moneda única, que solo crecerán un 0,9% (y este año, apenas un 0,6%, cuatro veces menos que España). La crisis en los principales mercados de nuestras exportaciones —y principales emisores de turistas— deja a la economía nacional en manos de la palanca del consumo de los propios españoles. "La demanda interna será el motor clave del crecimiento. La demanda exterior apoyará menos el crecimiento que en años anteriores", deja claro el organismo con sede en París en sus previsiones de noviembre, publicadas este miércoles.

La OCDE destaca que la economía se está ralentizando, con un crecimiento de solo tres décimas en el tercer trimestre, tras una primera mitad del año mejor de lo esperado, no solo en España, sino en el conjunto de la economía mundial: "Los indicadores de confianza empresarial han sido flojos desde la primavera y las encuestas de actividad empresarial muestran una evolución más débil en todos los sectores desde julio. La confianza de los consumidores sigue siendo baja". En ese contexto, solo la fortaleza del empleo, impulsada por la incorporación de inmigrantes al mercado laboral, permite ser optimista. También el incremento de los salarios, que crecieron a un ritmo del 4,3% hasta septiembre.

Más empleados y mejor pagados es sinónimo de un mayor consumo, especialmente cuando las exportaciones ya no pueden ser el motor que favoreció la recuperación tras la pandemia. Y a este nuevo patrón de crecimiento abona España sus esperanzas de cara al año que viene, y a 2025, cuando la OCDE sí prevé alcanzar la barrera del 2%, ya con la eurozona en un 1,5%. La política monetaria menos restrictiva, el impulso de los fondos europeos y la renovada fortaleza de las exportaciones permitirán encarar la segunda mitad de la década con optimismo.

Los nubarrones se despejarán entonces, pero 2024 arrancará con muchas dudas. La crisis inflacionista, que ha mejorado notablemente durante este 2023, todavía no ha dicho la última palabra: según la OCDE, los precios se acelerarán ligeramente en España hasta el 3,7% el año que viene, aunque en 2025 se moderarán hasta el 2,3%, muy cerca del objetivo establecido por el Banco Central Europeo. Crecimiento por encima del 2% e inflación por debajo: ese es el escenario ideal para el que habrá que esperar hasta a mitad de la década, siempre que los riesgos geopolíticos, recuerda el informe, lo permitan.

La consolidación fiscal

Y se podría añadir una tercera cifra, que el Gobierno también prevé para el año que viene, pero que tanto Bruselas como la OCDE, de momento, no contemplan: un déficit por debajo del 3%. El organismo con sede en París estima que el saldo de las administraciones públicas se sitúe en el 3,2% en 2024 y el 3,1% en 2025, todavía por encima de los objetivos de las reglas fiscales europeas, que volverán a entrar en vigor, ya con su nuevo diseño, cuando nos tomemos las uvas.

El organismo califica de "suave" el ajuste fiscal emprendido por España hasta la fecha

La OCDE califica de "suave" el ajuste fiscal emprendido por España hasta la fecha, debido a la extensión hasta el 31 de diciembre de la mayoría de las medidas de apoyo a las familias frente a la espiral de precios. Para seguir avanzando en la corrección del déficit, pide una consolidación fiscal "más fuerte y sostenida", en línea con la "estrategia creíble" que demanda la Comisión Europea. También con la advertencia de la presidenta del FMI, Kristalina Georgieva, que pidió la semana pasada ajustes a España.

De momento, el Gobierno escurre el bulto, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha dicho en los últimos días que la reducción del déficit es compatible con el mantenimiento de una parte del escudo social contra la inflación de cara al año que viene. El techo de gasto para los presupuestos, que se conocerá próximamente, será una muestra del compromiso del Ejecutivo con el saneamiento de las cuentas públicas.

En ese contexto, la OCDE reitera su discurso habitual, más centrado a largo plazo que a corto. "Se estima que el gasto relacionado con el envejecimiento aumentará en 2,7% del PIB potencial de 2024 a 2040. El considerable apoyo fiscal ayudó a mitigar los efectos del choque inflacionista sobre las empresas y los hogares, pero debería terminar según lo previsto", concluye el informe, que reitera la importancia de las mejoras regulatorias para facilitar la unidad de mercado, el fomento de la educación, las políticas de apoyo a los jóvenes y una mayor eficiencia del mercado laboral.

España crece, y mucho más que la media europea, mientras los tambores de recesión no cesan de sonar en el bloque de la moneda única, con su locomotora (Alemania) todavía inmersa en cifras negativas. Pero la fortaleza de la economía nacional, más patente en términos relativos que absolutos, no es ajena a lo que pase a su alrededor. Los principales organismos recuerdan, semana sí y semana también, que la vitalidad está perdiendo fuerza, y que la cifra mágica del 2% que el Gobierno esbozó a Bruselas en el plan presupuestario para 2024, enviado en octubre, cada vez se antoja más lejana.

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