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La subida de tipos provoca pérdidas multimillonarias a los bancos centrales
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EL BdE TENDRÁ QUE TIRAR DE SUS PROVISIONES

La subida de tipos provoca pérdidas multimillonarias a los bancos centrales

La subida de tipos tiene una cara poco conocida. Los bancos centrales de todo el mundo sufren un desplome de sus beneficios. En algunos casos, han entrado en pérdidas. El Tesoro dejará de ingresar unos 2.000 millones

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Wolfgang Rattay)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Wolfgang Rattay)
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Quevedo lo llamó "el alguacil alguacilado". Con esta expresión, se refería a aquella situación en la que el encargado de imponer la ley era a la vez víctima de su propia decisión. Algo parecido les ha sucedido a los bancos centrales, que en los últimos meses han acumulado gigantescas pérdidas. Precisamente, porque han probado su propia medicina: incrementos de los tipos de interés como no se conocían desde antes de 2008.

El caso más extraordinario es el del Banco Nacional de Suiza (BNS), que en los primeros nueve meses del año pasado ha registrado unas pérdidas de nada menos que 143.390 millones de euros, a años luz de los 41.700 millones de beneficios que llegó a acumular en el mismo periodo del año anterior. Obviamente, se trata del peor resultado desde su fundación, hace 125 años. La explicación tiene que ver con la activa posición financiera del banco central suizo, que ha tenido que acumular ingentes cantidades de divisas —784.000 millones de francos (cifra equivalente en euros)— para evitar la apreciación de la moneda nacional.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Wolfgang Rattay)

No es el único caso. El Bundesbank, banco central alemán, ya advirtió de que no repartirá beneficios con cargo a los resultados de 2022 y que, incluso, provisionará 20.000 millones de euros para protegerse del riesgo de tipos de interés. El Banco de la Reserva de Australia, por su parte, que contabiliza sus tenencias de bonos a valor razonable, ha informado no solo de una pérdida anual para 2022, sino también de una posición de capital negativa de alrededor del 1% del PIB australiano, unos 15.500 millones de euros. La Oficina Presupuestaria del Reino Unido, igualmente, ha estimado que el Gobierno británico tendría que pagar 133.000 millones de libras esterlinas al Banco de Inglaterra durante los próximos cinco años para cubrir las pérdidas en su cartera de expansión cuantitativa.

Cartera de bonos

La propia Reserva Federal ha advertido recientemente de que "es probable" que en los próximos años obtenga resultados negativos, aunque no ha precisado cuánto tiempo estará en esa situación. Según sus proyecciones, la posición de pérdidas no realizadas hasta finales de 2022 ha podido alcanzar un máximo de 670.000 millones de dólares, lo que supone alrededor del 8% del valor nominal de su cartera de crédito. Un informe del Instituto Petersen, sin embargo, estima que aunque la Reserva Federal no ajusta su cartera de bonos al mercado, el incremento de los tipos significa que es probable que obtenga pérdidas netas "durante varios años".

El Banco de España no se queda atrás. El gobernador Pablo Hernández de Cos ya ha adelantado que en 2023 el banco central no repartirá dividendos. O lo que es lo mismo, el Tesoro no recibirá los miles de millones de euros que el BdE aporta a los ingresos públicos cada año por sus operaciones financieras.

Sus beneficios, como se sabe, proceden principalmente de sus ingresos netos por intereses generados por los activos y por los pasivos que mantiene en su balance, y que constituyen, en teoría, una fuente de ingresos segura y relativamente estable. En el año 2021, por ejemplo, obtuvo unos beneficios equivalentes a 1.785 millones de euros, pero un año antes habían sido 2.135 millones. Lo normal, de hecho, es que los beneficios se sitúen en torno a los 2.000 millones de euros al año, lo que da idea de su relevancia en términos presupuestarios. En total, 10.229 millones de euros desde 2017.

El Banco de España, como el resto de bancos centrales, cuenta en sus operaciones con dos riesgos. Por un lado, el llamado riesgo de crédito, que se produce cuando se incurre en pérdidas como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones de pago de sus contrapartes. Pero también, y es lo que está sucediendo ahora, existe un riesgo derivado de operaciones de mercado que se produce como consecuencia de las fluctuaciones de los precios de los activos financieros. Por ejemplo, los tipos de cambio, los tipos de interés o, incluso, el precio del oro.

¿Es preocupante? ¿Puede entrar un banco central en bancarrota? Lo que está claro es que el BCE forma parte del Eurosistema, y eso significa que lo que pase en el BCE afectará indefectiblemente a la cuenta de resultados del Banco de España, que supone el 10% del capital del banco central. Y las cuentas no dejan lugar a dudas. Si hasta la primera subida de los tipos de interés la banca comercial pagaba un 0,5% por depositar sus excedentes de liquidez en el BCE, hoy cobra un 2% por la misma operación. Precisamente, en el marco de un progresivo endurecimiento de la política monetaria en aras de doblegar la inflación. Algunos informes han estimado que el BCE tendrá que pagar a lo largo de este año unos 70.000 millones de euros por los depósitos colocados por la banca comercial.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Wolfgang Rattay)

Hay que tener en cuenta que dinero más caro no solo expulsa el crédito, sino que también encarece los pasivos del BCE, lo que a la postre explica el deterioro de los beneficios de los bancos centrales. O expresado en otros términos, los depósitos colocados en Fráncfort suponen un gasto para el banco central, no un ingreso. El BCE, al contrario que el banco central suizo, apenas opera en el mercado de divisas, ya que no tiene competencia sobre ello, salvo que afecte a la política monetaria.

Tesoros nacionales

La situación, en todo caso, es completamente distinta a lo que ha sucedido en la última década, como pone de relieve que el BCE y otros bancos centrales europeos ganaron durante la época de los tipos de interés cero por los bonos que compraron entonces nada menos que unos 300.000 millones de euros, que ingresaron en los tesoros nacionales.

¿Qué hará el Banco de España para enjugar las pérdidas? Pues ni más ni menos que tirar de las provisiones que ya tiene. O lo que es lo mismo, tirar de reservas para compensar el deterioro del balance. Los recursos propios del Banco de España se situaban el año pasado en 53.741 millones, de los que algo más de la mitad corresponden a provisiones genéricas para defenderse ante posibles imprevistos. Tanto su capital como las reservas ascienden a casi 1.900 millones de euros, lo que significa que se han mantenido prácticamente sin cambios desde 2006.

Foto: La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (Reuters/W. Rattay)

Hoy por hoy, está descartado que su balance entre en números rojos, algo que es posible, al contrario que en la banca comercial, porque al fin y al cabo se trata de un banco central engarzado en el Eurosistema, cuya capacidad para imprimir dinero y salvarse de la quiebra es prácticamente ilimitada. Otra cosa es el tiempo en que pueden permanecer con un patrimonio negativo. Mucho tiempo sería lo mismo que entrar en zona de riesgo, y de ahí que haya cierta preocupación por el escenario actual. El Banco de España, de hecho, estima que no solo en 2023, sino que muy probablemente en los próximos años, el Tesoro Público se quedará sin ingresos procedentes de sus beneficios. Por el momento, está descartado que se sitúe en capital negativo.

A quien le debe preocupar, por lo tanto, es a Hacienda, que durante algún tiempo verá cómo se esfuma una parte relevante de sus ingresos. El Banco de España ingresa sus beneficios en el Tesoro en tres plazos. En diciembre de cada año deposita el 70% de los excedentes obtenidos hasta el 30 de septiembre de cada ejercicio; otro 20% lo entrega en marzo del ejercicio posterior, y el 10% restante se materializa cuando el ejercicio está formalmente cerrado.

Quevedo lo llamó "el alguacil alguacilado". Con esta expresión, se refería a aquella situación en la que el encargado de imponer la ley era a la vez víctima de su propia decisión. Algo parecido les ha sucedido a los bancos centrales, que en los últimos meses han acumulado gigantescas pérdidas. Precisamente, porque han probado su propia medicina: incrementos de los tipos de interés como no se conocían desde antes de 2008.

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