El IPC se moderó en diciembre al 5,7%, pero los alimentos se dispararon un 15,7%

España registró una subida de precios del 5,7% en 2022, una décima menos del dato que adelantó el INE hace dos semanas. La inflación sigue siendo elevada, sin embargo, desde el pasado verano lo es algo menos. En julio la tasa de variación interanual del IPC (lo que suben los precios respecto al mismo mes del año anterior) alcanzó niveles que no se veían desde los años ochenta con una escalada hasta el 10,8%. Desde entonces se ha moderado rápidamente y actualmente está casi en la mitad. En este periodo (julio a diciembre), el nivel de precios se ha reducido de forma testimonial (-0,2%) pero la tasa de inflación ha registrado una gran caída como consecuencia del efecto base (se compara ya con meses en los que los precios estaban altos). De hecho, el dato de diciembre muestra la subida más lenta del IPC desde noviembre de 2021 y el efecto base garantiza que el IPC vaya a seguir moderándose en los próximos meses, salvo que se produzca un nuevo episodio inflacionista a nivel global. Pero la moderación de la inflación no significa que los precios vayan a caer.

La tregua en la inflación se debe a la caída del precio de la energía, en especial de la electricidad. En este caso, los precios sí han caído gracias al descenso del precio de los hidrocarburos en los mercados internacionales. Sin embargo, el gran foco de preocupación son ahora los alimentos. Esta parte de la cesta de la compra tardó en entrar en el ciclo inflacionista, pero una vez que lo ha hecho, la escalada no ha frenado. En diciembre el precio de los alimentos fue un 15,7% más caro que en el mismo mes del año anterior.

La inflación subyacente (la que excluye la energía y los alimentos frescos) superó en diciembre a la general, lo que indica que el efecto dominó ya es completo: lo que comenzó siendo una subida de precios en la energía se ha trasladado a toda la cadena de valor. En diciembre el IPC subyacente alcanzó el 7%, marcando un nuevo máximo en esta crisis inflacionista y registrando ya niveles que no se veían en treinta años. La inflación subyacente disparada indica que el grueso de la cesta de la compra sigue encareciéndose rápidamente al margen de la tregua de la energía.

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Javier Jorrín

El precio del azúcar en diciembre fue un 50% más caro que en el mismo mes de 2021; la mantequilla, un 42% más cara; la leche y la harina, un 37%; el aceite de oliva, un 35%; los huevos, un 30%. No hay ni un solo producto de alimentación cuyo precio se haya reducido, de hecho, los que suben menos de un 10% son la minoría, entre los que se incluyen las frutas, el pescado y el marisco frescos. En enero el precio de los alimentos podría reducirse tras la rebaja del IVA aprobada por el Gobierno.

La escalada del precio de los alimentos frescos y sin elaborar se ha frenado en los últimos meses, pasando de registrar una subida del 15% en octubre al 11% en noviembre. Sin embargo, los alimentos elaborados están en plena escalada y superaron en diciembre el 16%. Se trata de la mayor subida registrada desde el inicio de la serie, en 1994, y muestra cómo aunque los costes de los insumos (el alimento fresco y la energía) se estén frenando, la industria agroalimentaria sigue trasladando a los clientes costes no repercutidos. Esto explica por qué la inflación subyacente es tan 'pegajosa', porque la cadena de valor tarda en repercutir costes, pero lo sigue haciendo cuando se estabilizan sus precios de producción. Esto explica que la variación del precio de estos productos sea más estable y las tendencias, más persistentes, como se observa en el gráfico:

La factura de la electricidad fue el gran auxilio que tuvieron las familias, ya que el precio se redujo un 30% respecto al mismo mes del año anterior. Este dato esconde una caída un poco inferior, aunque no se sepa en qué cuantía, ya que el INE sólo tiene en cuenta el precio de los contratos de la tarifa regulada (las que oscilan en función del precio del pool mayorista). Es de esperar que las tarifas del mercado libre, mucho más estables, no hayan bajado tanto o incluso, en algunos casos, pueden haber subido.

El precio del gas natural en el hogar subió un 11% en el año. Este recibo sigue intervenido por el Gobierno y sube progresivamente generando déficit de tarifa. El precio de la gasolina se redujo un 8% respecto a diciembre de 2021 pero el del diésel subió un 7%. El motivo de este comportamiento tan diferente es que el diésel puede ser utilizado como sustituto del gas para generar energía en la industria y así ha sido utilizado ante la escalada del precio del gas natural, elevando la demanda de diésel y su precio.