Es noticia
España dispara un 60% las importaciones de gas ruso desde el inicio de la guerra de Putin
  1. Economía
UN NEGOCIO DE AL MENOS 2.500 millones

España dispara un 60% las importaciones de gas ruso desde el inicio de la guerra de Putin

Bilbao se convierte en el tercer puerto europeo con más descargas de GNL, y nuestro país es el segundo del bloque comunitario donde más han aumentado tras el estallido del conflicto

Foto: Planta de regasificación en Mugardos (A Coruña). (EFE/Kiko Delgado)
Planta de regasificación en Mugardos (A Coruña). (EFE/Kiko Delgado)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

España ha disparado más de un 60% sus importaciones de gas ruso desde el inicio de la guerra en Ucrania. Nuestro país es el segundo de la Unión Europea donde más han aumentado las descargas tras la invasión, y se sitúa en el podio de los mayores receptores de gas natural licuado (GNL) del bloque comunitario.

Los barcos metaneros que trasladan el hidrocarburo siberiano nunca podrán suplir las ingentes cantidades que solían entrar por los gasoductos del este. Pero España, que no recibía —ni recibe— nada por tubo, se ha convertido en una puerta fundamental de las llegadas por buque, en su afán por diversificar proveedores para solucionar su propio problema: la crisis con Argelia. Bilbao ya es el tercer puerto europeo por volumen de descargas, y el negocio alcanza un valor de al menos 2.500 millones de euros desde el estallido del conflicto.

*Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

La estrategia del presidente ruso, Vladímir Putin, para chantajear a la UE, que culminó el pasado verano con el cierre de los principales conductos (Nord Stream y Yamal) que surtían al continente, ha dado un vuelco al mercado del gas. Alemania y otros países europeos se han lanzado a una carrera por garantizarse el abastecimiento cómo y al precio que sea. Ante el elevadísimo coste de construir nuevas infraestructuras faraónicas, el GNL se ha convertido en la vía más rápida de conseguirlo. También el ruso.

Esta paradoja ha llevado a un aumento sin precedentes de las importaciones por barco. Desde que el Kremlin lanzó sus tanques hacia Kiev, los principales países con plantas regasificadoras —que permiten devolver a su estado natural el GNL que llega en forma líquida a través de metaneros— han disparado las descargas de gas ruso en sus puertos. España no solo no supone una excepción, sino que se sitúa en el tren de cabeza. Tras décadas de inversiones, nuestro país cuenta con una tercera parte del potencial regasificador del continente, que hasta ahora se mantenía en buena medida ocioso, y tiene un amplio margen para inyectar en el sistema mucho más gas. De donde haga falta.

Según Refinitiv Eikon, la base de datos de referencia en el sector, España es el segundo Estado europeo que más ha incrementado las descargas de GNL ruso desde el inicio de la guerra, solo por detrás de Bélgica. Los puertos nacionales recibieron 3,1 millones de toneladas entre el 24 de febrero, día de la invasión, y el 14 de diciembre de 2022, lo que supone un 63% más que en el mismo periodo del año anterior. Las cifras sitúan a nuestro país en el tercer puesto del continente por cantidad, después de Francia y de la propia Bélgica.

El porcentaje resulta especialmente llamativo en un momento en que la mayoría de los socios comunitarios están desplomando sus importaciones de Rusia. Como España no recibía nada por tubo, nuestro país depende más de Putin que antes de la guerra, mientras que Alemania o Italia se ha visto forzadas a reducir el flujo del Kremlin a una cuarta parte.

Solo con lo que ha llegado de Rusia desde el inicio de la guerra podría cubrirse toda la demanda nacional durante 48 días

Los datos que ofrece el gestor del sistema (Enagás) confirman la tendencia. Mientras que en 2021 solo el 8,9% del suministro nacional había dependido de Rusia, hasta noviembre de 2022 —el último dato disponible— esta cifra se elevó al 11,9%, tres puntos más. La polémica del pasado verano no constituye, por tanto, un hecho aislado. Entonces se justificaron los récords mensuales de importaciones —que se llegaron a duplicar en agosto respecto al año anterior— como una cuestión coyuntural, motivada por las oscilaciones en los contratos. Ahora, fuentes del sector vinculan el aumento anual a la necesidad de buscar nuevos proveedores tras la excepcional caída del suministro argelino, que se redujo a la mitad como consecuencia del cierre del conducto Magreb-Europa y las desavenencias con el Gobierno de Abdelmajid Tebboune sobre el Sáhara. De hecho, España acudió en 2022 a 19 proveedores, cinco más que en 2021, con Estados Unidos a la cabeza.

Mientras cada vez llega menos gas por tubo, el GNL sigue aumentando y ya supera las tres cuartas partes del abastecimiento. Los metaneros siberianos contribuyeron entre el 24 de febrero y el 14 de diciembre con 50.251 gigavatios hora (GWh) de energía. Solo con lo que ha venido de Rusia desde el inicio de la guerra podría cubrirse toda la demanda nacional durante 48 días. Sin embargo, es probable que una parte de ese gas natural no haya acabado en las industrias y los hogares españoles, sino en otras partes de Europa: las exportaciones a Francia batieron récords el año pasado y las interconexiones funcionan al límite de su capacidad casi cada día desde primavera. Antes de la guerra, en cambio, solían emplearse para transportar hidrocarburo procedente del norte de los Pirineos.

Los datos de las terminales avalan esta hipótesis. Aunque Enagás no ha publicado todavía los correspondientes al año pasado, el Russian Fossil Tracker, que elabora la organización no gubernamental CREA, certifica que Bilbao, el más cercano a la frontera, es el puerto español que más GNL ruso recibe: al menos 1,1 millones de toneladas desde el comienzo de la guerra. Podrían ser mucho más. La base de datos se ha ido perfeccionando a lo largo de los últimos meses, pero todavía infraestima el número de llegadas. En cualquier caso, el cálculo realizado por El Confidencial a partir de la monitorización diaria de todos los cargamentos de combustibles rusos que arriban a las costas europeas da idea de hasta qué punto el puerto vizcaíno se ha convertido en un hub para el GNL ruso: es el tercero del continente con más descargas.

Un negocio millonario

La situación geográfica, más cerca de las rutas que siguen los metaneros siberianos, y la presencia de regasificadoras dan ventaja a las terminales del norte, con Mugardos en segunda posición. Sin embargo, si se habla del petróleo, Cartagena, Algeciras y Barcelona ocupan un lugar destacado. Las sanciones aplicadas por el Reino Unido al gas ruso también explican la creciente importancia de Bilbao, que desde el inicio de la contienda ha movido al menos 1.300 millones de euros con este hidrocarburo. La Unión Europea no ha impedido las llegadas de GNL, pero sí las de oro negro: las importaciones a través de buque están prohibidas desde el pasado 5 de diciembre.

En un escenario de fortísima especulación, el gas natural licuado constituye un negocio creciente, que halla en la península ibérica uno de sus mejores mercados. La creciente demanda tras la pandemia, unida a la fortísima caída de la oferta por el cierre del grifo ruso, ha llevado los precios a niveles récord —el pasado verano, los futuros se llegaron a pagar a más de 300 euros—, con Estados Unidos y Qatar como principales beneficiados. Rusia ha podido compensar la caída del volumen con el aumento de los márgenes y, mientras usa los gasoductos como arma de guerra, mantiene el suministro a las regasificadoras, cada vez más abundantes en el continente.

Según el Russian Fossil Tracker, España ya ha movido al menos 2.500 millones de euros en GNL ruso desde el inicio de la guerra. Es el quinto país del mundo donde las entradas tienen un mayor valor económico, después de Francia, Bélgica, China y Japón. El montante ha crecido tres veces más que la cantidad descargada, para regocijo del Kremlin. Es cierto que la caída de las últimas semanas, ante un invierno inusualmente templado, ha devuelto los precios a los niveles previos a la contienda. Pero la realidad sigue siendo la misma: las comercializadoras de gas están garantizando el suministro a costa de financiar la guerra de Putin, y han encontrado en una España tensa con Argelia el lugar ideal para hacer negocio.

España ha disparado más de un 60% sus importaciones de gas ruso desde el inicio de la guerra en Ucrania. Nuestro país es el segundo de la Unión Europea donde más han aumentado las descargas tras la invasión, y se sitúa en el podio de los mayores receptores de gas natural licuado (GNL) del bloque comunitario.

Energía Gas natural Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda