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El ‘trienfermo’ de Europa: España, Francia e Italia son ahora el problema
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MÁS DEUDA, MENOS CRECIMIENTO

El ‘trienfermo’ de Europa: España, Francia e Italia son ahora el problema

El enfermo de Europa ya no es uno, son tres. España, Italia y Francia serán quienes más sufrirán con la pandemia económica. Hay causas coyunturales, pero también estructurales

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), saluda al primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), saluda al primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. (EFE)
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Es muy conocido que fue el zar Nicolás I quien primero habló del ‘enfermo de Europa’ para referirse a la decadencia del Imperio otomano. El declive fue consecuencia de la resistencia de los sultanes a modernizar un vasto territorio —llegó a abarcar tres continentes— que se articulaba a través de una compleja estructura política, religiosa y administrativa, y que, en el siglo XIX, por su aislamiento, no estaba en condiciones de competir con las nuevas potencias emergentes. En particular, Inglaterra y Francia. O, incluso, Rusia. Desde entonces, la expresión se ha utilizado, en muchas ocasiones de forma excesivamente generosa, para identificar aquellos países que arrastran problemas estructurales y cuyo futuro está en entredicho.

Se utilizó, igualmente, en los años setenta para definir lo que pasaba entonces en el Reino Unido preThatcher, y, posteriormente, también se aplicó a la Alemania de los años noventa, con muchos problemas para digerir la reunificación. El término, ya en el siglo XXI, se ha aplicado de forma recurrente a Italia, cuya economía, desde que nació el euro, es la que más ha sufrido. Y ahora es probable que, tras el covid-19, no se vuelva a hablar durante un tiempo del enfermo de Europa, sino de ‘trienfermo’. No uno, sino tres.

Foto: La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva. (EFE)

España, Francia e Italia no solo serán los más castigados económicamente por la pandemia, en los tres casos con caídas del PIB superiores al 12%, según la reciente estimación del FMI, sino que las heridas del desastre tardarán décadas en cicatrizar. No en vano, los tres países, según la Comisión Europa, tendrán en 2020 los mayores déficits presupuestarios del continente, en todos los casos por encima del 10% del PIB, cuando ya eran, antes de la pandemia, tres de los países más endeudados de Europa.

España, Francia e Italia, de hecho, acabarán este año, previsiblemente, con unos niveles de deuda desconocidos en más de un siglo: por encima del 120% en los dos primeros casos, y en el entorno del 160% en Italia.

placeholder Deuda de las administraciones públicas, por países.
Deuda de las administraciones públicas, por países.

No hay que decir que un escaso crecimiento en 2021 —de hecho, apenas serán capaces de recuperar la mitad de lo perdido este año— y la existencia de elevados niveles de déficit y de deuda pública son un cóctel explosivo difícil de gestionar, máxime cuando los tres países, junto a Alemania, son la espina dorsal del euro.

La pulmonía

España, Francia e Italia suponen nada menos que el 45% del PIB de la eurozona, lo que da idea de su relevancia en términos económicos. Y si se observa únicamente su importancia sobre el sector exterior, clave en la economía europea, el resultado es que los tres países representan el 29% de las exportaciones y el 28% de las importaciones. En paralelo, mientras que el principal socio comercial de Francia e Italia es Alemania, el de España es Francia, lo que muestra hasta qué punto sus economías están entrelazadas. Son vasos comunicantes que hacen que cuando un país estornuda, el otro corre el peligro de pillar una pulmonía.

placeholder Exportaciones e importaciones de los países.
Exportaciones e importaciones de los países.

A menudo, se suelen atribuir al elevado nivel de gasto público los problemas de las tres economías. Pero una lectura precisa de los datos no muestra ninguna evidencia. Es verdad que Francia, con un nivel de gasto público que en 2019 representó el 55,6% del PIB (frente a una media en la eurozona del 47,1%), está a la cabeza de la UE, pero en el otro extremo está España, que el año pasado destinó el 41,9% del PIB, por lo tanto, algo menos de cinco puntos que la media, y nada menos que 13,7 puntos por debajo de Francia. Italia, por su parte se encuentra en la zona media, con un nivel de gasto público del 48,7%, poco más de un punto por encima de la media.

Es decir, tres países con problemas de crecimiento muy parecidos, pero con un nivel de gasto público muy distinto, lo que muestra que no hay una relación tan directa entre el peso del Estado y el crecimiento de la actividad.

Y entonces, ¿por qué sus economías caerán bastante más que la media? Hay una primera razón muy evidente. Dos de los sectores más vulnerables al covid-19, el turismo y la industria del automóvil, tienen un enorme peso en sus economías, claramente por encima de la media. Francia y España son los dos países con mayor entrada de turistas del mundo (más de 80 millones cada uno) e Italia el quinto, por lo que, lógicamente, son los más afectados por el cierre de fronteras.

Algo parecido sucede en la industria del automóvil. Tras Alemania, Francia y España ocupan el podio de los fabricantes, mientras que la exposición de Italia también es muy elevada, solo por detrás de la República Checa y de Eslovaquia.

La dureza del confinamiento, igualmente, también lo explica. El virus entró en Europa por el norte de Italia, la región más próspera del país, y rápidamente se trasladó a Francia y España, lo que obligó a sus respectivos gobiernos a una dura hibernación de sus economías.

Monedas nacionales

Lo coyuntural, sin embargo, no oculta lo estructural. Y desde el nacimiento del euro, lo cierto es que los tres países se han comportado de una manera muy mediocre. En particular, desde la anterior recesión, que significó el despegue de Alemania frente a su histórico rival, Francia. Pero también respecto de los países periféricos, como España e Italia. En el año 2018, como ha publicado este periódico, la brecha del PIB per cápita de España y Alemania era idéntica a la que existía en 1998, cuando se fijó el tipo de cambio de las monedas nacionales frente al euro.

Las causas son múltiples, pero una de las más relevantes es el propio diseño del euro. Paradójicamente, Alemania ha crecido sobre la debilidad de la moneda única, ya que, si hubiera tenido que vender sus bienes en marcos, hubiera dejado de ser competitiva. Y eso explica que detrás de la fortaleza germana se escondan sus exportaciones, que han crecido en buena medida a costa de Italia y Francia, que vienen perdiendo cuota de mercado de forma persistente. Italia ya no puede devaluar la lira para exportar vía precios y ajustar su economía, mientras que París ha encontrado un enorme competidor en Berlín, incluso a nivel intracomunitario. Entre otras razones, por el mayor tamaño medio de las empresas germanas, que las hace más competitivas.

En lo que no hay divergencias entre los tres es en el espacio fiscal. Es decir, el margen de maniobra para gastar y estimular la economía

Esto, junto a factores como la productividad, la calidad de las instituciones o el sesgo de la globalización a favor de productos manufacturados, explica que sus economías hayan crecido menos por las exportaciones. No es el caso de España, que hasta muy recientemente ha mantenido su cuota de mercado por su especialización productiva: industria agroalimentaria, automóvil, industria química y de refino. Pero que ha tropezado dos veces en la misma piedra. Si la anterior recesión pilló a la economía con una enorme exposición al ladrillo, inmobiliaria y construcción, ahora lo hace al turismo y la hostelería.

En lo que no hay divergencias entre los tres es en el llamado espacio fiscal. Es decir, el margen de maniobra para gastar y estimular la economía. España, Francia e Italia han llegado con el agua al cuello y las políticas anticíclicas son hoy, necesariamente, más modestas, sobre todo en el caso español. Ahí puede estar la diferencia con Alemania.

Es muy conocido que fue el zar Nicolás I quien primero habló del ‘enfermo de Europa’ para referirse a la decadencia del Imperio otomano. El declive fue consecuencia de la resistencia de los sultanes a modernizar un vasto territorio —llegó a abarcar tres continentes— que se articulaba a través de una compleja estructura política, religiosa y administrativa, y que, en el siglo XIX, por su aislamiento, no estaba en condiciones de competir con las nuevas potencias emergentes. En particular, Inglaterra y Francia. O, incluso, Rusia. Desde entonces, la expresión se ha utilizado, en muchas ocasiones de forma excesivamente generosa, para identificar aquellos países que arrastran problemas estructurales y cuyo futuro está en entredicho.

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