El Eurogrupo se sume en el bloqueo en su intento de avanzar en la unión bancaria
Los ministros de Finanzas de la eurozona encallan en el intento de cerrar un acuerdo de mínimos sobre los elementos necesarios para completar la unión bancaria
El Eurogrupo vive sumido desde hace un año en un somnoliento debate que ha aburrido ya a propios y extraños sobre el futuro de la reforma de la estructura de la eurozona. Aunque se ha avanzado en algunos elementos, lo cierto es que los ministros de Finanzas de la eurozona han sido incapaces de cristalizar los progresos, ya mínimos, que se habían previsto para diciembre de 2019.
Tras un leve optimismo registrado antes del último Eurogrupo, después de que Olaf Scholz, ministro de Finanzas alemán, mostrara por primera vez la voluntad de Berlín de avanzar en algunos paquetes clave de la reforma de la eurozona, el pesimismo, el bloqueo y la indefinición han vuelto a reinar en la reunión de diciembre.
Los ministros han sido incapaces de ponerle el lazo a una reforma del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) acordada desde hace meses y solo pendiente de algunos detalles técnicos por una revuelta política interna sin fundamento en Italia; y no han logrado cumplir con las expectativas, ya mínimas, que había sobre un acuerdo de mínimos respecto al camino a seguir en las negociaciones para un fondo de garantía de depósitos europeo (EDIS).
Esta reunión del Eurogrupo muestra algo más que un simple desencuentro o un problema puntual. El nuevo fracaso deja a la vista un conflicto sistémico, que llega hasta lo más profundo de las dinámicas internas de la moneda única, que paraliza y deja indefensa a una eurozona que, aunque más fuerte que cuando comenzó la crisis, sigue estando andamiada.
El nuevo fracaso deja a la vista un conflicto sistémico, que llega hasta lo más profundo de las dinámicas internas de la moneda única
A este punto se ha llegado después de un paulatino proceso por el que se han aguado las propuestas con las que se pretendía completar la unión bancaria de forma efectiva y creíble, con propuestas cada vez más descafeinadas en el caso del EDIS y ciertos cambios en el MEDE, muy lejos de ser un lavado de cara real o una conversión en una especie de Fondo Monetario Europeo.
Los ministros tenían un objetivo claro: cerrar unos asuntos puramente técnicos del MEDE, que se daba por hecho, y, al menos, escribir en un papel lo que se esperaba de una posible negociación técnica sobre el EDIS durante el año 2020, sin fechas concretas, pero al menos sí con las fases que haría falta recorrer. Ninguna de las dos cosas ha sido posible, en un auténtico pinchazo.
MEDE
El caso del MEDE ha sido especialmente sangrante. Con toda la negociación política de su reforma ya completada, solo quedaba ver dónde situar algunos asuntos técnicos, y que fuera aprobado por los líderes. Pero un debate interno italiano, incomprensible e impenetrable para los técnicos, funcionarios y diplomáticos europeos, ha acabado torpedeando un acuerdo ya hecho.
La Lega, el partido derechista y xenófobo de Matteo Salvini, que formaba parte del Gobierno durante la negociación política, ha señalado que los cambios en el MEDE, cuya reforma incluye unas cláusulas que facilitan la reestructuración de la deuda, ponen en riesgo a Italia, cuya deuda pública supera el 133% del PIB.
Es un movimiento táctico a las puertas de lo que todo el mundo espera que sean unas cercanas elecciones generales. La Lega hace así daño al 'antiestablishment' Movimento 5 Stelle (M5S), que comparte ahora Gobierno con los socialdemócratas del PD. La operación busca desestabilizar el Ejecutivo y dañar la base electoral del M5S, y tiene poco que ver con lo que realmente significan los cambios del MEDE.
El problema es que la operación no sale gratis. Es munición para los países nórdicos, contrarios a compartir cualquier tipo de riesgo con los países del sur, y cuya piedra angular en su discurso consiste en defender que los sureños no son de fiar, son bombas de relojería llenas de riesgo y gestionadas con poca destreza. La idea de que “los endeudados van de fiesta y nosotros se la pagamos” está tremendamente extendida.
La actitud italiana solo refuerza su idea y su discurso de que los Estados miembros sureños no son de fiar, como demuestra el hecho de que Italia ya esté pensando en llegar al último escenario, en el que sería necesario reestructurar su deuda.
Giuseppe Conte, primer ministro italiano, acosado por las críticas de La Lega desde la oposición y por el M5S desde su propio Gobierno, ha intentado reenfocar la discusión, hablando de que es necesario avanzar en el resto del paquete (EDIS y el presupuesto de la eurozona) para poder hablar de clausurar la reforma del MEDE.
En cualquier caso, Mário Centeno, presidente del Eurogrupo, señalaba a su llegada a la reunión que no había razones para bloquear la reforma, que la discusión política ya había terminado hace tiempo.
On draft budget plans I note that no country is off the mark and our fiscal stance is slightly accommodative, where possible, as it should be given the slowdown.
— Mário Centeno (@mariofcenteno) December 4, 2019
My remarks to press ahead of the #Eurogroup https://t.co/E8EJZFFs6m
El portugués también ha rechazado la posibilidad de que se tuviera que retrasar la conclusión de la reforma para abordar las preocupaciones que llegan desde Roma. “No vemos la necesidad de que esto ocurra”, aseguraba a su entrada en el Eurogrupo.
Durante la reunión, y según han explicado fuentes diplomáticas holandesas, Roberto Gualtieri, ministro italiano, ha pedido la reapertura del acuerdo del MEDE referente a las cláusulas de acción colectiva (CAC), algo que significaría volver a la casilla de negociación del pasado junio, a lo que se han negado Francia y Alemania.
Inexistencia del EDIS
El eurofondo de garantías era el otro elemento caliente en el Eurogrupo de este miércoles. Hace un mes, después de que Scholz diera un impulso al debate con una propuesta alemana que se abría a la posibilidad de aceptarlo, creció el optimismo sobre la posibilidad de lograr avances reales en el EDIS. Después de un año con respiración asistida, el paciente podría subir a planta. Se hablaba, incluso, de lograr en diciembre aprobar una hoja de ruta sobre el trabajo que se tenía que hacer en 2020 en el marco de una negociación política y ya no meramente técnica.
Durante estos días previos al Eurogrupo, ese indicio de optimismo había desaparecido. La idea de lograr una hoja de ruta se había desinflado hasta quedar en una especie de documento de trabajo, abierto, sin fechas, con fases que marcaran el trabajo a hacer en 2020.
Incluso con la reducción del umbral del éxito hasta un mínimo, los ministros han sido incapaces de alcanzarlo, y fuentes comunitarias explicaban que habían dejado el debate sobre el EDIS en una redacción vaga, que hace un llamamiento a continuar con el trabajo durante el próximo curso.
Así, las negociaciones para avanzar en la unión bancaria, tras un año de tira y aflojas técnicos, esfuerzos políticos, altibajos, puñaladas traperas y tensiones, vuelven a quedarse encalladas. Vuelven a rozar el fracaso en tiempos en los que la economía europea vuelve a dar signos de cansancio y el viento deja de empujarla.
Las aspiraciones sobre el insuficiente instrumento presupuestario de la eurozona (BICC) se han respetado, porque sencillamente no había. Durante el próximo año, continuarán las negociaciones sobre una herramienta ya aguada, con unos recursos muy limitados.
El Eurogrupo vive sumido desde hace un año en un somnoliento debate que ha aburrido ya a propios y extraños sobre el futuro de la reforma de la estructura de la eurozona. Aunque se ha avanzado en algunos elementos, lo cierto es que los ministros de Finanzas de la eurozona han sido incapaces de cristalizar los progresos, ya mínimos, que se habían previsto para diciembre de 2019.
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