Jannik Sinner se disfraza de Rafa Nadal para remontar ante Medvedev y triunfar en Australia (3-6, 3-6, 6-4, 6-4, 6-3)
El italiano completó una remontada digna de las mejores del balear. A pesar de haber perdido los dos primeros sets, logró una proeza para sumar a sus vitrinas su primer Grand Slam
Una de las mejores finales que ha habido en el Open de Australia, sin atenernos a otras disputadas en el pasado. Hace dos años, Rafa Nadal fue protagonista ante Medvedev, al que le cambió la cara de nuevo cuando vio como Sinner pasó de emergente a emergido. Cuando obró una proeza que en España hemos visto tantas veces. El italiano se ha proclamado campeón al voltear un 0-2 con tres sets maravillosos (3-6, 3-6, 6-4, 6-4, 6-3).
El dominio de Medvedev fue espectacular en las dos primeras horas de partido. El ruso jugó a su antojo, como si no hubiera rival en la pista. Sinner parecía demasiado pequeño frente a su rival, consciente de la oportunidad que tenía tras desperdiciar la final en 2022. Este era su momento y no había indicios de que quisiera desperdiciarlo.
Sinner no era capaz de neutralizar la dureza de Medvedev, que estaba machacándolo con derechas imparables; con un ritmo de partido muy alto sin apenas oposición. Y no por demérito del italiano, más bien por mérito del ruso. Porque encontró la velocidad adecuada para ese físico privilegiado que tiene. Para hacer añicos hasta el tercer set a su rival.
La incapacidad de Sinner fue manifiesta hasta ese momento. No obstante, en el segundo set, que finalmente perdió tras no aprovechar una bola de break, la tendencia varió. Jannik estuvo cada vez más cómodo; más confiado. Se había dado cuenta de que el monstruo no era gigante. O de que él no era tan pequeño. Había batalla todavía en Australia.
Los nervios de Medvedev
Una de las debilidades de Medvedev son los partidos tan largos. Al ruso le cuesta mantener la concentración, más aún si empiezan las dificultades. Frente a Sinner se vio de nuevo, porque a partir del tercer set no hubo rastro del buen nivel que había mostrado. No parecía el mismo. Nadal sabe mucho de esto.
Los juegos fueron cada vez más largos, con un nerviosismo palpable de Medvedev. Realizó restos con demasiada fuerza fruto de su incapacidad para centrarse en el momento más relevante, cuando la remontada de Sinner recién había comenzado. Es difícil engañar dos veces a un italiano y lo había conseguido. Pero no hubo una tercera.
Una remontada histórica
Sinner continuó con una efervescencia brutal en su juego, sin dar respiro. Medvedev buscó sacarle partido al reglamento al tardar en su regreso a la pista para el cuarto y quinto set. Quería apaciguar a su rival, pero no hubo manera. En realidad, era él el que tenía la cabeza fuera del partido. No encontró antídoto para recuperar la concentración.
La victoria supone el primer Grand Slam de Sinner, con quien ha habido justicia. Completó una brillante semifinal frente al ogro del torneo, Novak Djokovic, al que dejó anonadado. Ahora esta remontada lo coloca como uno de los tenistas con más proyección. Aunque sea más conveniente hablar de presente que de futuro.
Una de las mejores finales que ha habido en el Open de Australia, sin atenernos a otras disputadas en el pasado. Hace dos años, Rafa Nadal fue protagonista ante Medvedev, al que le cambió la cara de nuevo cuando vio como Sinner pasó de emergente a emergido. Cuando obró una proeza que en España hemos visto tantas veces. El italiano se ha proclamado campeón al voltear un 0-2 con tres sets maravillosos (3-6, 3-6, 6-4, 6-4, 6-3).
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