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Nadal, Djokovic y los múltiples cálculos que admite una final para la historia
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igualdad absoluta entre los dos jugaodres

Nadal, Djokovic y los múltiples cálculos que admite una final para la historia

Rafa Nadal y Novak Djokovic se enfrentan en la final del Abierto de Australia. El serbio llegó al torneo como favorito, pero con lo visto estas semanas, cualquier resultado no sería sorprendente

Foto: Djokovic, en este Abierto de Australia. (Reuters)
Djokovic, en este Abierto de Australia. (Reuters)

La final, la gran final. El adjetivo es tópico, pero en este caso concuerda con la realidad, no es una final más, no se espera nada que no sea la excelencia. El partido, de hecho, casi solo puede decepcionar si tenemos en cuenta las expectativas. Rafael Nadal y Novak Djokovic se presentarán en la Rod Laver Arena como los dos mejores tenistas del mundo, según asegura la clasificación mundial; los dos mejores del torneo, no solo por sus victorias, también por la imagen dada; 31 torneos de grand slam en conjunto, que serán 32 cuando termine; poniendo una pieza más en el duelo más repetido —y más igualado— de la historia del tenis. El Federer-Nadal es el partido que quedó en la imaginación del aficionado, pero a efectos prácticos, este no tiene mucho que envidiarle.

El duelo tiene los nombres y también los momentos de forma. Esto hubiese sido impensable hace solo dos semanas, antes de empezar el Abierto de Australia. Cuando empezó el año se asumió que solo había un favorito posible, Novak Djokovic, y que todo lo que no fuese una victoria del serbio sería una enorme sorpresa. Nadal ha conseguido algo que es muy complicado, que es derrotar esas previsiones. Porque ahora el español puede no ser favorito, pero tampoco resultaría una sorpresa para nadie que se llevase la copa a casa.

Foto: Nadal y Moya, en un entrenamiento en Australia. (Reuters)

Dos cuestiones se mezclan para generar esa sensación. Por un lado, el nivel de tenis exhibido estas semanas por Nadal hace que no se le pueda descartar para lo mejor. Ha sido realmente tremendo, partido tras partido, sin dejar nunca la opción de respirar a los diversos adversarios que se ha ido encontrando al otro lado de la red. Su juego ha logrado que le hagan solo dos roturas de servicio en el primer encuentro, a partir de ahí, un camino de rosas, dominando tanto en el servicio como el resto. Realmente espectacular. Además, Nadal es Nadal, si fuese cualquier otro jugador a ese nivel, aparecería como una víctima propiciatoria para el muy experimentado Djokovic, pero cuando has ganado 17 grandes y estás jugando a ese nivel, lo normal es considerar que las opciones están, por lo menos, equilibradas.

La percepción al principio de año, en todo caso, era que Djokovic era muy superior, pero eso mismo contaba con que Nadal no iba a esta a su mejor nivel. Se asumía que, tras cuatro meses de lesión, no iba a poder estar al 100%. Seis partidos después, es obvio que si no está al máximo nivel, está muy cerca ¿y eso dónde le coloca? pues se podría mirar el último enfrentamiento a tope entre ambos jugadores, que es también el último duelo que ambos han luchado: Wimbledon 2018.

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Tennis - Australian Open - Semi-final - Melbourne Park, Melbourne, Australia, January 24, 2019. Spain's Rafael Nadal in action during the match against Greece's Stefanos Tsitsipas. REUTERS Edgar Su

¿Es Nole intocable?

Ha pasado medio año desde entonces y en este tiempo se ha cimentado la sensación de que el serbio es intocable, pero si se mira con detalle ese partido, que efectivamente ganó Novak Djokovic, es poco probable que se consiga un diagnóstico claro del enfrentamiento. El número 1 del mundo ganó 10-8 en el quinto set en un partido épico que, esto no es un tópico, pudo ganar cualquiera. Cuando se da ese marcador, que enseña una igualdad plena, solo un puñado de puntos que cayesen del otro lado, tres o cuatro en un cuerpo de cientos, la victoria tiene más que ver con la casualidad, con el hecho de que uno de los dos tiene que avanzar de ronda, que con la diferencia entre ambos tenistas. Tan escaso fue el margen entre ambos que no es descabellado pensar que el hecho de haber cerrado el techo de la central de Wimbledon pudo haber cambiado el devenir de los acontecimientos.

Nadal, después de aquello, bajó sus prestaciones. Le dio todavía para ganar en Toronto, en una final contra Tsitsipas, pero a partir de ahí, la gasolina se fue agotando. Se sucedieron las lesiones: rodilla, abdominal, tobillo... esto, que es una concatenación de desgracias, en realidad es mejor que todo ese periodo de baja, bien largo, se deba a una sola dolencia. Rafa ha estado lesionado, pero no ha necesitado parar del todo, en algunos casos, como es la operación del tobillo, hay algo de elección, se prefiere pasar por el quirófano pensando en el futuro, aunque se podría haber seguido jugando con algo de dolor.

En cuanto a Djokovic, es evidente que ha sido el mejor jugador de los últimos meses. Se ha beneficiado de las lesiones de Rafa y del mal tono medio de Federer, que parece falto de resuello en tiempos recientes. Eso ha hecho que, se destaque sobre el resto, pero sus resultados tampoco han sido tan contundentes como podrían haber sido. Ganó el US Open, Shanghái y Cincinnati, lo cual es ya de por sí una gran actuación, pero se dejó por el camino derrotas contra Tsitsipas, Khachanov, Zverev o Bautista. La naturaleza del tenis implica la derrota como compañía, pero el propio Djokovic, Federer o Nadal han tenido rachas más contundentes que el último tramo de carrera del serbio.

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Tennis - Australian Open - Semi-final - Melbourne Park, Melbourne, Australia, January 25, 2019. Serbia's Novak Djokovic in action during the match against France's Lucas Pouille. REUTERS Edgar Su TPX IMAGES OF THE DAY

Un duelo desfavorable

Las líneas están algo borrosas, Djokovic ha sido el mejor, pero no lo suficiente como para considerarle indestructible. Aquí, por supuesto, todos se juegan mucho. Djokovic puede ganar su tercer grande seguido, nunca ha perdido una final en Melbourne, donde tiene seis títulos. Es el jugador que más veces lo ha logrado. Nadal puede poner 18 en su marcador, y con Roland Garros a unos pocos meses vista, una victoria en la Rod Laver Arena le pondría en una perspectiva real de alcanzar en algún momento los 20 que tiene Roger Federer. En general, una lucha entre enormidades para un partido enorme.

Foto: Nadal celebra su victoria este jueves en Australia. (Reuters)

Hay, eso sí, un punto a favor de Djokovic, y es que hace cinco años que Nadal no le vence en pistas duras. Lo cual en un papel escrito es poco más que un dato, pero a la hora de la verdad se convierte también en una losa, en un peso para un ganador nato como el español. Es un tiempo engañoso, también es cierto, hay dos temporadas de Rafa realmente malas y cuando él volvió, Novak desapareció. En el cómputo general este es el partido que más veces se ha repetido en la historia de la era open y el dominio de Djokovic es, como casi todo cuando se les compara, sucinto. 27 victorias para el número 1, 25 para el español. Son dos jugadores que se llevan 11 meses y se enfrentan desde hace 13 años. Lo que no van a hacer ahora es sorprenderse el uno al otro.

Los dos arrasaron a sus rivales en las semifinales. Cuatro juegos permitió Djokovic, seis Nadal. Es difícil pensar que el desenlace de todo esto será tan sencillo. Los dos, además, cuentan con la final más larga de la historia de todos los torneos de grand slam. Casi seis horas de tenis, victoria del serbio. "Nosotros podemos prometer una cosa y es que vamos a dejarlo todo en la pista. He jugado contra él muchos partidos, encuentros épicos. Por supuesto, aquella que duró casi seis horas en 2012. Espero que esta vez no dure tanto", sentencia Djokovic. Es para no perdérselo.

La final, la gran final. El adjetivo es tópico, pero en este caso concuerda con la realidad, no es una final más, no se espera nada que no sea la excelencia. El partido, de hecho, casi solo puede decepcionar si tenemos en cuenta las expectativas. Rafael Nadal y Novak Djokovic se presentarán en la Rod Laver Arena como los dos mejores tenistas del mundo, según asegura la clasificación mundial; los dos mejores del torneo, no solo por sus victorias, también por la imagen dada; 31 torneos de grand slam en conjunto, que serán 32 cuando termine; poniendo una pieza más en el duelo más repetido —y más igualado— de la historia del tenis. El Federer-Nadal es el partido que quedó en la imaginación del aficionado, pero a efectos prácticos, este no tiene mucho que envidiarle.

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