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Rafa Nadal sigue su progresión astronómica y ya está en la final del Open de Australia
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se impuso a TSITSIPAS por 6-2, 6-4 y 6-0

Rafa Nadal sigue su progresión astronómica y ya está en la final del Open de Australia

Rafa Nadal pasó por encima de Stéfanos Tsitsipas y se planta en la final. Está jugando mejor que nunca en su carrera y eso, en un jugador con su historial, es realmente asombroso

Foto: Nadal celebra su victoria este jueves en Australia. (Reuters)
Nadal celebra su victoria este jueves en Australia. (Reuters)

Rafa Nadal se deja una volea algo larga, demasiado alta. Es un mal golpe y Tsitsipas, que es el rival del día, intenta castigarlo con un zurriagazo al cuerpo, casi como un pulso de láser. Rafa, se supone, está vendido en la red, pero pensar que está vendido es no conocerle. Pone tieso el antebrazo, lo alinea con la muñeca, la mano dura, y detiene el golpe como si detuviese el mundo. La bola sale despedida hacia el lado del griego en lo que no es más que otro nuevo punto para el número dos del mundo. Durante años, dijeron de él que era solo un jugador de fondo, pero hace tiempo que se empezó a valorar que siempre que se va a la red, caza. Nadal es un jugador con todas las dimensiones. También es, una vez más, finalista del Abierto de Australia tras vencer su encuentro por 6-2, 6-4 y 6-0.

Lo que se está viendo en Melbourne, si no es el mejor Nadal, se le parece mucho. Es difícil encontrar la respuesta final a eso, porque comparar diferentes versiones de Rafa es buscar matices en la excelencia. Y, en tenis, es contraintuitivo pensar que el mejor jugador posible es el de 32 años, con el kilometraje encima que lleva el 17 veces ganador de 'grand slam'. En todo caso, y por tirar solo de los fríos números, en lo que va de torneo no ha cedido un set y solamente ha perdido su servicio en dos ocasiones, ambas en el primer encuentro, cuando todavía se le veía un poco oxidado porque, recordemos, llevaba cuatro meses sin competir.

Ha pasado hasta la final en Australia como una apisonadora sobre figuras de cristal. No solo está ganando sus partidos, que eso es una bonita costumbre, sino que no ha dejado respirar a ninguno de sus rivales, los ha puesto contra las cuerdas desde el primer golpe y todos ellos (Duckworth, Ebden, De Miñaur, Berdych, Tiafoe y Tsitsipas) han sido incapaces de encontrar manera alguna de molestar al español. Ha dictado el desarrollo de cada partido, de cada juego, ha sido el tenista más fluido en estas semanas. Le queda, por supuesto, lo más difícil, pero —por lo visto estos días— se puede considerar este Australia 2019 como el torneo de 'grand slam' fuera de París en el que ha llegado a la última ronda con más facilidad.

Arrasa a la futura joya del tenis

Tsitsipas, que era el rival en la tarde de Melbourne, es un excelente jugador de tenis y mejor será en el futuro. A los 20 años ha conseguido avanzar más que nadie en su generación, y no tiene pinta de ser una tormenta de verano, en 2018 ya se le vieron suficientes cosas para pensar que sus próximos años están llenos de promesas. Juega un precioso revés a una mano, es alto, potente y se mueve bien. A ese jugador es al que arrasó sin contemplaciones Rafa, desde el primer momento descubrió que nunca iba a poder estar cómodo, que daba igual que se tirase al fondo de la pista o se acercase a la línea para restar porque, en todos los casos, Nadal iba a descubrir la manera de terminar llevándose el punto.

Rafa jugó la pasada temporada dos veces contra Tsitsipas, dos finales. La primera, en el Godó, fue en tierra y le barrió. Jugar contra Nadal en tierra es injusto por definición, no es una contienda en igualdad de condiciones. Luego, unos meses después, también le ganó en Canadá. De allí, el griego salió con la sensación de que, igual en algún momento, era capaz de ganarle. Que Rafa, una leyenda, no estaba tan lejos de sus aspiraciones. Es bastante posible que esa sensación del pasado se le borrase de repente en la pista Rod Laver, a medida que la mano izquierda de Nadal iba colocando la pelota a velocidades casi supersónicas en todos los lugares en los que quería. La lógica invita a pensar que en el futuro Nadal bajará sus prestaciones y que Tsitsipas las aumentará, que eso que percibió en Canadá terminará sucediendo. De momento, no deja de ser un paso, ni siquiera un estorbo, en el camino.

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Más joven sin mangas

Otro desafío a la lógica cortesía de Rafa Nadal. Cuando eres cabeza de serie, lo normal es ir encontrándote ronda a ronda jugadores más difíciles, lo que hace que los partidos sean cada vez más duros. Al español le está sucediendo eso, los adversarios son cada vez más duros, pero cada partido que juega parece costarle menos. Si a Tiafoe se lo ventiló en una hora y 47 minutos, contra Tsitsipas requirió un minuto menos. Y lo cerró con un bonito rosco en el tercer set, cuando ya el griego estaba algo desmoralizado. Como para no estarlo, por otro lado, si tenemos en cuenta lo que había ocurrido en los dos sets previos.

Tsitsipas, en este torneo, ha eliminado a Roger Federer. Eso, en sí mismo, es un hito para el chico, que derrotó a uno de los mejores jugadores de siempre. Sonaba también al rugido de la nueva generación, que viene fuerte y ya es capaz de desafiar a los que han mandado en el circuito durante la última década, en un gobierno compartido como no se recuerda en la historia del tenis por su contundencia y duración. Nadal, en todo caso, le devolvió a su justo lugar, que es el de estrella emergente y no el de ganador de 'grand slam'. Tras el partido, Rafa no escatimó en elogios para su rival. Dice que ganará varios grandes, que lo tiene todo para triunfar. Es cierto, incluso después de la masacre en la Rod Laver Arena, solo que, por el momento, tendrá que seguir esperando.

Foto: Un modelo gravel de la firma Santa Cruz.

"Me veo más joven jugando sin mangas", dice entre risas Nadal a John McEnroe, que se dedica a hacer entrevistas en las que siempre intenta ser más protagonista que el propio jugador. Además de un motivo técnico menor, lo cierto es que sí que parece tan joven como se puede ser. El español, con el tiempo, ha ido matizando cosas de su juego, que siempre fue excelente, pero en esencia es el mismo, y lo es por una razón que no tiene tanto que ver con los golpes concretos como con esa capacidad de superarse siempre, la sensación de que para él es un pecado no intentarlo siempre con todo el alma.

Queda conocer el rival en la final. El favorito es Djokovic, que juega contra Pouille la semifinal. Antes de empezar todo esto, era el favorito. Era casi ungido como el seguro ganador, porque el serbio lleva meses jugando a un nivel altísimo y es, no se puede olvidar, un jugador tremendo. Las sensaciones, eso sí, han cambiado un poco a lo largo del torneo, ya no puede ser el único favorito porque en los seis partidos previos se ha visto el mejor Nadal posible. Y, cuando eso ocurre, lo que menos puede sorprender es una victoria más. Rafa aspira a ser el primer jugador en la 'era open' en repetir los cuatro torneos del 'grand slam'. A eso y a sumar 18 en total. Y, visto todo lo que se ha visto, no sorprendería a nadie que ese fuese el desenlace.

Rafa Nadal se deja una volea algo larga, demasiado alta. Es un mal golpe y Tsitsipas, que es el rival del día, intenta castigarlo con un zurriagazo al cuerpo, casi como un pulso de láser. Rafa, se supone, está vendido en la red, pero pensar que está vendido es no conocerle. Pone tieso el antebrazo, lo alinea con la muñeca, la mano dura, y detiene el golpe como si detuviese el mundo. La bola sale despedida hacia el lado del griego en lo que no es más que otro nuevo punto para el número dos del mundo. Durante años, dijeron de él que era solo un jugador de fondo, pero hace tiempo que se empezó a valorar que siempre que se va a la red, caza. Nadal es un jugador con todas las dimensiones. También es, una vez más, finalista del Abierto de Australia tras vencer su encuentro por 6-2, 6-4 y 6-0.

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