Malestar y quejas en el deporte español por las últimas medallas de dudoso mérito deportivo

A un mes de las elecciones generales convocadas por el presidente Sánchez, su cuarto secretario de Estado para el Deporte, Víctor Francos, presidió la gala de entrega de las Medallas y Placas de la Real Orden del Mérito Deportivo concedidas entre 2019 y 2023, en la que se dieron cita más de 400 invitados. Menos de una semana después de tomar posesión de su cargo, el también presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) repartió junto al ministro de Cultura y Deporte, su "amigo" Miquel Iceta, 13 medallas de oro, 10 de plata y 39 de bronce, así como 7 placas de oro, 4 de plata y 3 de bronce, correspondientes a los cuatro años en los que su puesto lo ocuparon José Manuel Franco, quien no se perdió la fiesta, Irene Lozano y la también presente María José Rienda, sentada junto al 'popular' José Ramón Lete.

Cabe recordar que estos galardones son "un reconocimiento público a quienes se han distinguido en la práctica del deporte, en el fomento y enseñanza de la educación física o en la investigación, difusión, organización y desarrollo de la cultura física y el deporte, regulada mediante el Real Decreto 1523/1982, de 18 de junio, por el que se crea la Real Orden del Mérito Deportivo". Según el artículo 4, "el ingreso en la ROMD podrá concederse a propuesta del Presidente del Consejo Superior de Deportes" o "en virtud de moción razonada de las Federaciones Españolas, Clubes o Agrupaciones Deportivas o de Corporaciones, Entidades u Organismos públicos".

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Dadas las circunstancias, es decir, con tan poco margen de tiempo, es de suponer que a Francos la lista se la dejaron hecha Franco y su equipo, del que, como este diario informó, ya formaba parte Judith Masià, pareja del neófito secretario de Estado que ocupó la vacante de Jennifer Pareja, a quien parece que su papel como asesora y ahora directora general del Programa ADO le han hecho merecedora de la Medalla de Oro de la ROMD, pues por sus éxitos deportivos ya tenía las de plata y bronce. Lo cierto, y así tienen constancia en el CSD, es que en el deporte español hay malestar por algunos de los galardonados y sus dudosos méritos deportivos.

Así, si nos centramos en las medallas de oro, resulta que junto a nada menos que Carolina Marín, campeona olímpica de bádminton, además de tres veces del mundo, seis de Europa y este mismo domingo de los Juegos Europeos, la recibieron Alfonso Arroyo, patrono ejecutivo de la Fundación Deporte Joven, dependiente del propio CSD y destinataria de la subvención de un millón de euros que el Gobierno de Sánchez anunció con la nueva Ley del Deporte prácticamente acabada, "para desarrollar un modelo actualizado del deporte español". Esta subvención fue concedida el 30 de noviembre de 2022, pero, según parece, acabó en el Comité Olímpico Español (COE), si bien aún no se conoce nada del nuevo modelo.

Lo mismo, por cierto, que sucede con "la concesión directa de una subvención de 12 millones de euros, seis en 2022 y otros seis en 2023", que el Gobierno aprobó a través de un Real Decreto "para la capacitación tecnológica de los profesionales del ecosistema deportivo", en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Tal y como informamos en este diario, el CSD decidió que esta subvención se gestionara a través de la Asociación del Deporte Español (ADESP), pero, tras las quejas del presidente del COE, Alejandro Blanco, a Sánchez, a día de hoy sigue sin haber noticias y los 12 millones se empiezan a dar por perdidos.

El mencionado Alfonso Arroyo, un histórico del PSOE madrileño como Franco, fue director general del CSD con Rafael Cortés Elvira y de la Comunidad de Madrid con Jaime Lissavetzky, aunque en su cuenta de Linkedin únicamente recoge su experiencia como Adjunto a la presidencia de GO fit, precisamente la empresa de otro de los galardonados, Gabriel Sáez, presidente de Ingesport y desde hace casi un año vicepresidente de la Federación Española de Rugby, aunque su gestión en esta no está siendo precisamente como para concederle una medalla. Lo mismo que sucede con Eugenio Bermúdez González, exgerente de la Real Federación Española de Natación (RFEN), cargo al que llegó recomendado por Lissavetzky, pero del que fue despedido tras presentar unas pérdidas cercanas a los 600.000 euros.

Ver a los Arroyo, Sáez o Bermúdez con la medalla de oro mientras, por ejemplo, un campeón del mundo como Lucas Eguibar recibía la de plata resultó tan difícil de entender como la placa de bronce que se le concedió a la Mutualidad de Futbolistas Españoles, implicada en el Caso Soule. Según las investigaciones, entre 2009 y 2018 las diferentes federaciones territoriales se habrían financiado de manera irregular a través de esta entidad que preside Pedro Rocha, a su vez presidente de la Federación Extremeña de Fútbol.

La curiosa presencia de numerosos juristas

Por último, también llamó la atención los numerosos juristas que fueron galardonados con la Real Orden del Mérito Deportivo. Javier Latorre Martínez, Secretario General en Asociación Española de Derecho Deportivo, el sevillano Eduardo Gamero, Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Pablo de Olavide, Germán Fernández Farreres, Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid, o los granadinos José Manrique Lardón e Ignacio Jiménez Soto, este último el único que recibió la medalla de plata, por las de bronce del resto.

Bien es cierto que, desgraciadamente, en los últimos años el deporte español está demasiado judicializado, de ahí quizás la presencia de tantos letrados. Y esta puede ser también la explicación a que la lista la completaran Julián Espartero, Cristina Pedrosa y Jesús Avezuela, a saber los tres miembros del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) que el pasado mes de abril tuvieron que abandonar sus cargos al haber expirado un mandato al que llegaron en 2017, cuando sustituyeron a Fernando Corral, Eloísa Carbonell y Tomás González Cueto, el ahora asesor externo de la Federación Española de Fútbol (RFEF).

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Precisamente, estos tres galardonados muy bien podrían haber tenido que estudiar la posible inhabilitación de Rubiales después de todas las denuncias que el CSD recibió contra él, pero que José Manuel Franco nunca se las trasladó. De hecho, el gallego se ha ido —o le han echado— sin hacerlo. Quién sabe, de haber recibido las denuncias, igual estos miembros del TAD se hubieran hecho merecedores de la medalla, no de bronce, sino de oro...