Un juez cita al "traidor" al que creyó World Rugby y se ha 'exiliado' al país que benefició

Ese día tenía que llegar y ya tiene fecha. Gavin van den Berg, exjugador sudafricano del Alcobendas Rugby, ha sido citado a declarar el próximo 16 de enero en un juzgado de Madrid acusado de falsedad documental. Un delito regulado en los artículos 390 a 399 del Código Penal y castigado con penas de prisión y multas muy elevadas. La noticia la adelantó el diario El Mundo: "Imputado el jugador cuya documentación falsificada dejó a la selección española de rugby fuera del Mundial". El titular no pudo ser más certero, a la par que hacía justicia con quienes pagaron las consecuencias de este despropósito, en el que el cornudo fue, además, apaleado.

Por desgracia, el permanente cainismo en el que vive —o al menos vivía— el rugby español se convirtió en el principal aliado de rumanos y portugueses, quienes ganaron en los despachos lo que perdieron en el campo. Nada más conocerse la sanción definitiva de World Rugby, el entonces presidente de la Federación Española de Rugby (FER), Alfonso Feijoo, tomó la decisión de dimitir, y así se la comunicó al director general del Consejo Superior de Deportes, Albert Soler, un día antes de hacerlo público. Como máximo representante del rugby español, el donostiarra dio un ejemplo y asumió la responsabilidad, que no la culpabilidad.

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Con el cinismo que le caracteriza, World Rugby creyó en la "honestidad" de Van den Berg e impuso a la FER un castigo que en casos similares se limitó a una sanción económica y en otros incluso fue pasado por alto. Sin embargo, si hay un culpable principal de que el llamado XV del León no esté el año que viene en una Copa del Mundo para la que se había clasificado, ese es Van den Berg. Primero, por la presunta falsificación de un documento público. Segundo, por no avisar cuando el todavía seleccionador, Santiago Santos, quiso convocarle para lo que en rugby se conoce como capturarle, visto lo visto, algo evitable, por arriesgado. Y, tercero, por no confesar la verdad ante World Rugby, lo cual fue considerado como una "traición", especialmente por parte de sus compañeros.

Las vergüenzas de WR, al descubierto

Pasado el tiempo, es fácil pensar e incluso opinar que quizá la defensa de la FER no debió centrarse en intentar demostrar la elegibilidad del honesto Van den Berg, sino que directamente tenían que haberle denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción, aunque ello supusiera paralizar el proceso deportivo, y confiar —que ya era mucho confiar— en que World Rugby fuera indulgente, pues al fin y al cabo, además de haber sido engañada desde un club tan importante como el Alcobendas Rugby y ser víctima del sistema de control de la propia federación internacional, que no pide originales, sino copias de los documentos, el pilier sudafricano solo jugó dos partidos, y ambos ante el rival más débil, como eran los Países Bajos. World Rugby, incapaz de reconocer sus vergüenzas, es implacable con quien le deja en evidencia.

Cabe recordar que la FER propuso contra el honesto Van den Berg la misma sanción deportiva que a Tiki Inchausti y Fernando Díez, los entonces entrenadores del Alcobendas Rugby, y Jano Cherr, compañero suyo en este equipo madrileño. Es decir, la retirada de licencia por cinco años y una multa de 3.000 euros, si bien el tercero vio reducido el castigo a la mitad por colaborar en el recurso ante World Rugby. Como recordó El Mundo, para castigar a Gavin, la FER se basó en unos mensajes enviados por WhatsApp en los que parecía preguntar si se había alterado ya la fotocopia de su pasaporte. Sin embargo, este procedimiento deportivo se encuentra paralizado, toda vez que la FER remitió la información sobre el sudafricano a la Fiscalía y espera a la resolución de la Justicia ordinaria.

A World Rugby no le importó la verdad

Tras resolver el descenso administrativo del Alcobendas Rugby por la implicación de varios de sus miembros en la falsificación del pasaporte de Van den Berg, el Comité de Disciplina de la FER incoó un expediente sancionador al sudafricano. Lo hizo basándose en las alegaciones de José Manuel Pérez Corchado. Sevi, como es conocido el mánager de la Selección española, afirmó que en septiembre de 2021 ya se le comunicó a Gavin el interés en "contar con él" una vez cumplidos los tres años de residencia en España y se le informó de que se debería "comprobar" que cumplía con el requisito de no haber salido de nuestro país "más de 60 días en los últimos tres años". Según Sevi, "Van den Berg afirmó entender todo" y firmó la declaration of player's elegibility, en que se asume que todos los procesos seguidos para poder ser capturado son correctos.

Sin embargo, todo esto poco o nada le importó a World Rugby. El primer comité estableció que el jugador debería haber sabido que no cumplía los requisitos, pero no le impuso ningún castigo. A diferencia de Van den Berg, tres personas se inculparon por escrito de la falsificación del documento, los mencionados Tiki Inchausti, Fernando Díez y Jano Cherr. Y el de apelación no tuvo en cuenta las nuevas pruebas aportadas por la FER. De hecho, la FER aportó los mensajes de una conversación entre este jugador argentino y Gavin, e incluso hay pantallazos en que se muestra cómo el sudafricano envió una fotografía de los sellos del pasaporte.

Portugal le ha dado 'asilo deportivo'

Claro que lo más escandaloso de todo es que la imputación de Van den Berg llega cuando el exdeportista del Alcobendas se encuentra jugando en Portugal, precisamente el país que se vio directamente favorecido por la descalificación de España y estará en el Mundial de Francia. Gavin, a quien parece evidente que los lusos han dado asilo deportivo, debutó el mes pasado con el Benfica frente al Universitario. El club lisboeta no anunció su fichaje, de ahí que la sorpresa fuera aún mayor. "Qué cosa rara esto... ¿En serio va a jugar este tipo? ¿Y en Portugal?", comentó Bautista Guemes, jugador del FC Barcelona y de la Selección española. "No tienen vergüenza de fichar a un jugador así, son tan mierda como él", añadió Fernando López, el excapitán del XV del León.

Normal la indignación de unos jugadores que se dejaron la vida, y uno de ellos literalmente, como el malogrado Kawa Leauma, por jugar un Mundial en el que sí estará Portugal, precisamente el país donde ahora juega el honesto Van den Berg. Esto es lo que siembra World Rugby, posiblemente la federación internacional más arcaica, además de opaca, como demuestra el hecho de que sea la única que no está sometida al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), salvo para casos de dopaje y por imposición del Comité Olímpico Internacional (COI) para que el rugby se estrenara en los Juegos de Río en su modalidad de Seven.

En la raíz del asunto se encuentra el hecho de que World Rugby está controlada por los británicos, de ahí esta normativa tan absurda y compleja para la elegibilidad de los jugadores, en la que ingleses, irlandeses, galeses o escoceses, así como miembros de otros países de la Commonwealth, campan a sus anchas. Sirva como muestra este dato: en la última Copa del Mundo, disputada en 2019 en Japón, hubo más neozelandeses jugando en selecciones de otros países que en los propios All Blacks, donde tampoco todos lo eran. Pero, claro, España no es una potencia del deporte del balón oval y cualquiera diría que World Rugby hace todo lo posible para que nunca lo sea. Y luego hablan de valores...