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Carta de disculpa a la sección de Deportes de El Confidencial por el Mundial de Qatar
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TRIBUNA

Carta de disculpa a la sección de Deportes de El Confidencial por el Mundial de Qatar

Durante una competición como el Mundial, la sección deportiva de un periódico se convierte en el epicentro de la redacción, con un televisor que emite constantemente fútbol

Foto: Messi, flamante ganador del Mundial con Argentina. (EFE/Juan Ignacio Roncorini)
Messi, flamante ganador del Mundial con Argentina. (EFE/Juan Ignacio Roncorini)

La sección de deportes de una redacción de periódico durante un Mundial es como la cocina de una fiesta en un piso de estudiantes. Se convierte en el centro indiscutible de reunión donde todo el mundo acaba antes o después. Ya sea de camino al baño, a la vuelta de la fotocopiadora o porque no hay gran cosa que hacer, uno se acerca a preguntar cómo van y ya echa un rato bajo el televisor que emite constantemente fútbol. “Quedan cuatro minutos para el descanso, pues ya me quedo”. Sirvan estas líneas a modo de disculpa tardía para los compañeros por la invasión sistemática de su mesa, a veces incluso sus sillas. Solidaridad absoluta con ellos, que al menos durante un mes trabajan rodeados de voces, festejos y gritos. Prueben a escribir sobre un México-Polonia escuchando los entendidos comentarios sobre la defensa azteca de José Luis el de economía. Al llegar, siempre suele haber alguien más con el que discutir y, si no, se le da la turra al redactor que en ese momento trata de aclarar si la tarjeta amarilla se la apunta a Kim Young-gwon o a su compañero Kwon Kyung-won, el central del Gamba Osaka surcoreano.

Es una escena recurrente en las grandes citas que solo sufren los de deportes. Cabe preguntarse cuál será el criterio para reunirse en otros trabajos en los que no existe esa sección. Mundiales, Eurocopas, finales, una bola de partido de Nadal o un descenso de aguas bravas que huele a medalla. Da igual que haya más pantallas repartidas por todo el periódico. No es lo mismo. Uno busca respaldo a sus impresiones con los que más saben. Todavía habrá llegado alguno este lunes a apuntarse el mérito de haber pronosticado la victoria de Messi. Lince. He pasado ya por varias redacciones y siempre me ha llamado la atención la infinita estoicidad con la que los redactores de deportes soportan ese rol educados y pacientes. Resignados. Si yo tuviera que escribir de mis atestados o sentencias con una barrabrava alrededor haciendo comentarios sobre el informe de balística, la autopsia o con José Luis, el de economía opinando en mi cogote si es homicidio o asesinato, me despedirían.

Foto: Messi celebra la victoria en el Mundial. (Reuters/Molly Darlington)

Hay veces incluso que a la fuerza convertimos a los sufridos redactores de deportes en árbitros de nuestras discusiones con el balón todavía en juego. "Rafa, ¿quién está rindiendo más con Croacia en este mundial, Modric o Perisic?”. Rafa, que sabe que la pregunta lleva veneno y puede desatar una trifulca en torno a su ordenador, se escapa por la banda: “Los dos muy bien. ¡Ya está la pieza del gol de Lewandowski, Alberto! ¿Dónde la pongo?”. Alberto es el jefe de todos, encargado de sacar adelante una sección con público y ejercer de psicólogo. "Alberto, ¿hoy qué hacemos? ¿Ganaremos?".

Las tandas de penaltis, claro, han sido los momentos de mayor asistencia. Son compartimentos estancos de emoción donde ni siquiera hace falta saber mucho de esto y admiten apuestas inmediatas: “Abajo a la derecha fuerte”, “lo para a su izquierda, media altura”, “Vaya cara lleva, a las nubes”. Todos atienden muy concentrados al lanzamiento a través de la pantalla. Es como las películas de astronautas con todos los ingenieros de la NASA pendientes del monitor, pero sin gafas de pasta ni camisas blancas de manga corta. Aunque hasta uno de esos empollones de Houston solo por sus conocimientos de Física ya tendría más idea de la probabilidad de que un penalti acabe en gol que cualquiera de nosotros.

placeholder Hinchas argentinos celebran su triunfo en las calles de Buenos Aires. (Reuters/Martin Villar)
Hinchas argentinos celebran su triunfo en las calles de Buenos Aires. (Reuters/Martin Villar)

El sonido de los partidos ha sido durante un mes el hilo musical de la redacción. Es imposible no reaccionar a los sobresaltos de una televisión que está emitiendo fútbol. Daría igual el idioma del comentarista porque un grito de gol o una ocasión peligrosa suena idéntico en todas las lenguas. Es casi involuntario el gesto de levantar la mirada para ver qué ha pasado en el Senegal-Ecuador. La voz del narrador es la señal que llama a convocarse donde los de deportes. Miembros de todas las secciones desembocan en una imagen como cuando suena la bocina en la central del señor Burns y Homer abandona a la carrera su puesto de trabajo. Decía Galeano que no hay nada más vacío que un estadio sin gente. La misma sensación daría una redacción de deportes desierta en un mundial. Alberto, Rubén, Albert, Ulises, Rafa -ha rendido más Perisic-, Kike y Elios, y a los que han estado ahí durante todo el mes, lo siento y gracias.

La sección de deportes de una redacción de periódico durante un Mundial es como la cocina de una fiesta en un piso de estudiantes. Se convierte en el centro indiscutible de reunión donde todo el mundo acaba antes o después. Ya sea de camino al baño, a la vuelta de la fotocopiadora o porque no hay gran cosa que hacer, uno se acerca a preguntar cómo van y ya echa un rato bajo el televisor que emite constantemente fútbol. “Quedan cuatro minutos para el descanso, pues ya me quedo”. Sirvan estas líneas a modo de disculpa tardía para los compañeros por la invasión sistemática de su mesa, a veces incluso sus sillas. Solidaridad absoluta con ellos, que al menos durante un mes trabajan rodeados de voces, festejos y gritos. Prueben a escribir sobre un México-Polonia escuchando los entendidos comentarios sobre la defensa azteca de José Luis el de economía. Al llegar, siempre suele haber alguien más con el que discutir y, si no, se le da la turra al redactor que en ese momento trata de aclarar si la tarjeta amarilla se la apunta a Kim Young-gwon o a su compañero Kwon Kyung-won, el central del Gamba Osaka surcoreano.

Mundial de Qatar 2022
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