Los cinco minutos de "pánico" que pusieron a los 'niños' de Luis Enrique (y toda España) a temblar

Revolcón. Susto. Milagro. Justicia divina. Llámenlo como quieran, pero lo cierto es que España rozó el desastre en el Mundial tras perder ante Japón (2-1) y estuvo muy cerca de abandonar Qatar por la puerta de atrás. El equipo de Luis Enrique se las prometía muy felices con la goleada inicial frente a Costa Rica (7-0), pero el empate final ante Alemania (1-1) le hizo poner los pies en el suelo. Este jueves, tras la derrota ante Japón, el golpe de realidad ha sido severo.

España solo ha disputado tres partidos, pero es una evidencia que ha ido de más a menos claramente. Y no solo porque hemos pasado de la victoria al empate, para acabar la fase de grupos en derrota, sino, sobre todo, por las sensaciones ofrecidas. Ante el combinado nipón, a pesar de monopolizar la posesión y de dominar el encuentro en muchos tramos, España no fue capaz de llevarse la victoria y, lo que es más preocupante, de ser capaz de recomponerse en los momentos más difíciles.

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Rubén Rodríguez

Un Mundial es un torneo corto y, como tal, el equipo debe de estar preparado para asumir los inconvenientes que se encuentre. Lesiones, expulsiones o caídas de rendimiento son situaciones que pueden suceder, pero, además, puede haber muchos partidos dentro de un mismo encuentro. En ocasiones, hay que olvidarse del plan A y sacar a relucir el B, el C o, incluso, el D. Pero España sufrió un bloqueo ante Japón que, hasta la fecha, no se había visto.

"Han sido cinco minutos de descontrol total, de pánico. Si Japón hubiera necesitado marcar más, lo hubiera hecho", expresaba Luis Enrique nada más acabar el partido para analizar lo sucedido en el terreno de juego. Y es que la Selección pudo quedarse apeada del Mundial por culpa de esos cinco minutos fatídicos, algo que momentáneamente llegó a ocurrir con la remontada de Costa Rica a Alemania y que, según reconoció, ni el propio entrenador supo hasta que acabó el partido.

Y es que, si analizamos el partido solo mirando los datos, es todavía más difícil de explicar lo sucedido sobre el césped del Khalifa International Stadium. A pesar de tener un 82,3% de posesión, España fue incapaz de cerrar el partido. Ni tan siquiera después de adelantarse en el minuto 12 con un gol de Álvaro Morata supo aprovechar sus ocasiones para ampliar la ventaja. Es más, a la vuelta del vestuario, la Selección dio la sensación de no haber saltado al césped.

En cinco minutos de la vergüenza, Japón aplastó a la Roja para dar la vuelta al marcador. El primer tanto, de Doan, tras un garrafal error en salida de balón de Unai Simón, una pérdida inexplicable de Balde y las manos flojas del guardameta; el segundo, tras el desconcierto generalizado de la defensa y un centro con polémica que Tanaka convertía en la victoria nipona. Luis Enrique se desesperaba desde la banda y los jugadores, noqueados, no sabían ni qué ni cómo había pasado.

Los jóvenes, desubicados

Ni Pedri, ni Gavi, ni Balde, ni Nico Williams estuvieron a la altura de lo que requería un partido como este y no contaban, ni mucho menos, con la experiencia necesaria para saber gestionar este tipo de situaciones. El miedo atenazó a los niños de Luis Enrique y España no fue capaz de voltear la tortilla. Si no llega a ser por el favor alemán en el otro encuentro, la Roja ya estaba haciendo las maletas para casa. Y todo ello, cuando a ocho minutos para acabar precisamente el partido contra los germanos, la Selección era matemáticamente equipo de octavos. Cien minutos después, solo una carambola le permite estar viva en el Mundial.

Fruto de ese descontrol se vieron situaciones extrañas: con Morata en el campo, todo eran pases al pie y sin profundidad; con la necesidad de remontar y ya con Ansu Fati sobre el césped, España se empecinó en centrar balones al jugador azulgrana. España echó de menos un trequartista de experiencia, calidad y veteranía para saber darle al partido el ritmo que necesitaba y no ahogarse en una ansiedad que solo provocó pérdidas y balones en largo sin ningún sentido.

La mejor noticia para España es que se ha metido en octavos y, además, que de rebote evita a Brasil por el camino. Ahora, la Selección se medirá a Marruecos en busca de una plaza en cuartos, donde presumiblemente Portugal sería su rival. Un mal día en la oficina para una Roja que lo pasó mal y que estuvo muy cerca de quedar eliminada: y todo por los cinco minutos de la vergüenza que hicieron temblar a todo un país ante la incapacidad del equipo de frenar el ímpetu japonés.