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"Tenía marcas de sus dientes en el hombro": el único árbitro que pitó con micrófono alza la voz
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EMPEZÓ EN EL ARBITRAJE CON 25 AÑOS

"Tenía marcas de sus dientes en el hombro": el único árbitro que pitó con micrófono alza la voz

José Luis Pajares Paz, colegiado extremeño, accedió a llevar un micro en la temporada 92/93 tras la petición de Canal Plus. Hasta ahora, nadie lo ha repetido y él lo echa en falta

Foto: Pajares Paz, junto a Carmelo y Maradona en un Sevilla-Cádiz. (Cedida)
Pajares Paz, junto a Carmelo y Maradona en un Sevilla-Cádiz. (Cedida)

Las certezas jamás están presentes en el fútbol, porque nadie sabe cuál será el resultado de un partido antes de empezar. La incertidumbre también la tienen los árbitros, desconocedores de la dificultad del encuentro. Y de la seguridad que habrá en el estadio, especialmente en el caso de los que arbitran en el fútbol modesto. Todos, jugadores y colegiados, pasan por los campos de barro antes de aterrizar en la élite.

"En absoluto era una profesión de riesgo. De hecho, yo no lo veía ni siquiera como una profesión". El que habla sobre el arbitraje es José Luis Pajares Paz (Badajoz, 1949), árbitro en los 80 y 90 y el único colegiado que accedió a que se colocara un micrófono durante un partido, en 1992. Ser árbitro le permitía "simplemente ser partícipe de la actividad deportiva, concretamente del deporte rey".

placeholder Medina Cantalejo es el presidente del Comité Técnico de Árbitros. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Medina Cantalejo es el presidente del Comité Técnico de Árbitros. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Su llegada al mundo arbitral fue tardía. "Ahora hay chavales que, a los 11 o 12 años, ya pitan en las categorías inferiores; yo empecé a los 25". Pajares Paz convirtió ese retrasado aterrizaje en una oportunidad más que en una desventaja. Ascendió tan rápido como un ascensor (casi a categoría por año) para alcanzar la Primera División a sus 37 años.

Unos ingresos mínimos

Pajares Paz compaginó la actividad arbitral con su trabajo como funcionario en el Instituto de la Seguridad Social. "Era horrible alternar entre ambos, porque muchas veces tenía que colocar el arbitraje por encima del trabajo y de la familia". Su posición y la de su mujer le permitieron vivir al margen del añadido del arbitraje, que apenas le daba para "una comida con amigos".

"Me pagaban 10.000 pesetas (60 euros) por partido cuando llegué a Primera, en 1986". Los colegiados ahora tienen un sueldo fijo de 12.500 euros, que además cuenta con un variable de 4.000 por partido pitado. En el caso de que lo hagan en el VAR, se añaden 2.000 euros más. A pesar de la evidente mejora con respecto a aquella época, a Pajares Paz no le parece suficiente. "Tendrían que tener un sueldo más elevado, comparable a los jugadores".

Arbitrar en Primera le permitió conocer a las figuras de aquel fútbol de los 80 y los 90: Paulo Futre, La Quinta del Buitre, Bebeto, Romario, Diego Maradona, Fernando Redondo… No obstante, no incluye a ninguno de los citados entre los más complicados a los que arbitró. "Difíciles son todos aquellos jugadores que buscan el beneficio propio. En esa lista incluyo a Hristo Stoickhov y a Hugo Sánchez".

placeholder Hugo Sánchez era uno de los jugadores más difíciles de pitar, según Pajares Paz. (EFE/Biel Aliño)
Hugo Sánchez era uno de los jugadores más difíciles de pitar, según Pajares Paz. (EFE/Biel Aliño)

Las agresiones de la época

"Te defendías como podías antes las críticas de Jesús Gil, Manuel Ruiz de Lopera o Joan Gaspart". La época de aquellos presidentes locuaces no tiene nada que ver con los actuales, más taciturnos y diplomáticos. Antes, la equidistancia no aparecía por ningún lado. "Ellos hablaban tras haber visto una acción repetida, pero yo no había visto la repetición y podía quedar en mal lugar si opinaba".

Codearse con los principales protagonistas de ese fútbol fue el premio a una dura trayectoria, que en ningún caso fue un camino de rosas. Por el camino, hubo agresiones, dolores y partidos en los que Pajares Paz temió por su seguridad. "Una vez arbitré en La Línea de la Concepción un partido de Copa del Rey. Allí me lanzaron un botellín lleno de arena que me pegó en el esternón. En aquella época, era muy habitual que eso pasara. Las agresiones las he sufrido en forma de patadas, de ver marcas de dentaduras en el hombro…".

"En Béjar, en un partido de Tercera División, sufrí otro incidente. Se formó un lío bárbaro y prendieron fuego a la caseta que había al lado de la arbitral. Aquello fue un momento muy tenso, porque no sabíamos si íbamos a salir de allí volando o no". La seguridad, además de la presencia de las cámaras, era más rigurosa en el fútbol profesional, pero en el amateur pasaban (y pasan) estas cosas.

placeholder Jesús Gil era uno de los presidentes más locuaces de los 80 y 90. (Atresmedia)
Jesús Gil era uno de los presidentes más locuaces de los 80 y 90. (Atresmedia)

Unos viajes interminables

Aquella España de los 80 no es la actual en lo que a las infraestructuras se refiere. "A este país no lo va a reconocer ni la madre que lo parió", dijo Alfonso Guerra cuando el PSOE llegó al poder en 1982. No obstante, hasta que se alcanzó ese desarrollo estructural pasaron bastantes años. Los viajes por aquellas carreteras aún permanecen en la retina de Pajares Paz. "En el 90% de los partidos, acababa agotado física y psicológicamente".

"Siempre pernoctábamos en la ciudad en la que pitábamos, así que el viaje empezaba el sábado por la mañana. Si allí había vuelo después del partido, lo cogíamos hasta Madrid y yo me iba desde allí hasta Badajoz. Tenía que conducir durante toda la noche para llegar a mi casa a las siete de la mañana. Llegaba, me pegaba una ducha, me ponía el traje y al despacho". Aquello era pura pasión, porque los ingresos tampoco solucionaban la economía de su familia.

"Yo le dedicaba más tiempo al arbitraje que a mi trabajo, porque estaba obsesionado con mi preparación física, con la formación…". Para Pajares Paz, se convirtió en su pasión. Era su manera de estar ligado al fútbol tras comprobar que su nivel de juego no le alcanzaba para ser futbolista. "El arbitraje de antes era más puro, porque ahora si te equivocas te pueden corregir".

placeholder Bebeto fue uno de los jugadores que disputó el partido en el que Pajares Paz llevó un micrófono. (EFE/Valeria Da Silva)
Bebeto fue uno de los jugadores que disputó el partido en el que Pajares Paz llevó un micrófono. (EFE/Valeria Da Silva)

Los árbitros han cambiado y no solo por la mejoría en el aspecto económico. "Antes éramos más populares porque podíamos hacer declaraciones. Era útil que nos manifestáramos porque somos parte del fútbol. Ahora hay mucho silencio". Lo máximo, las esporádicas ruedas de prensa del presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA). "Están condicionados por muchas historias. La nuestra era otra concepción del arbitraje".

La celebridad de Pajares Paz alcanzó el nivel más alto cuando accedió a que Canal+ y la Ser le colocaran un micrófono en el Atlético de Madrid 2-1 Deportivo de la temporada 92/93. "Me llegó la propuesta y me pareció perfecta. La comenté con el presidente del CTA y no hubo problema. Lo único que les pedí es que me dejaran ver las imágenes antes de emitirlas y así lo hicieron. Después de aquello, me llamaron medios de todo el mundo".

"Es algo que no entiendo", lamenta Pajares Paz sobre la obligada retirada de los árbitros al cumplir los 45 años. "Cuando yo me retiré, estaba entre los mejores de España en las pruebas físicas. Si un árbitro está preparado físicamente, le tienen que dejar seguir". No continuó su carrera ni tampoco su legado, porque ningún árbitro se ha vuelto a colocar un micrófono. Todavía es algo pendiente en el fútbol español: la transparencia que mostró este colegiado extremeño.

Las certezas jamás están presentes en el fútbol, porque nadie sabe cuál será el resultado de un partido antes de empezar. La incertidumbre también la tienen los árbitros, desconocedores de la dificultad del encuentro. Y de la seguridad que habrá en el estadio, especialmente en el caso de los que arbitran en el fútbol modesto. Todos, jugadores y colegiados, pasan por los campos de barro antes de aterrizar en la élite.

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