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Terremoto Dembélé: de causa perdida a exprimir su última oportunidad en el Barça
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Koeman está potenciando su juego

Terremoto Dembélé: de causa perdida a exprimir su última oportunidad en el Barça

El extremo francés empieza a dejar muestras de un talento futbolístico cuyo techo siempre ha sido la mezcla explosiva entre lesiones, irregularidad, toma de decisiones y mentalidad

Foto: Ousmane Dembélé celebra su gol ante el Eibar. (Reuters)
Ousmane Dembélé celebra su gol ante el Eibar. (Reuters)

Cuatro temporadas después de su fichaje por el FC Barcelona, Ousmane Dembélé está empezando a combinar muestras de su potencial con una evolución real en su comprensión del juego. Menos ansioso a la hora de venir a recibir el cuero a posiciones centrales, el fútbol del francés ha madurado justo en la temporada en que el Barça ha canjeado el juego de posición y el control del balón por el intercambio de golpes. Sin lesiones que torpedeen su progresión, el extremo está significando juego sin dejar de ser jugadas. Un torrente de soluciones individuales y desborde en un costado para un equipo que dependía en exceso de sobreexplotar a Leo Messi y se encabezonaba en derribar a los rivales por dentro.

Con más espacios y metros por recorrer y menos paciencia en la elaboración que en cursos anteriores, Ronald Koeman ha contribuido a centrar el juego de Dembélé al entregarle la banda por paradójico que suene. Por su parte, el galo le ha respondido generando un volumen de peligro ofensivo que no habíamos podido observar previamente. No solo en calidad, sino ya en cantidad. Ousmane, con más movilidad que libertad, ya no se desconecta de los partidos y aparece como uno de los principales activos a los que el Barça se encomienda para desarbolar al adversario.

Encaja más en el modelo de Koeman que en los anteriores

En este sentido, el técnico neerlandés, al que no le importa tanto quedar desnudo como desnudar al otro, ha entendido que las pérdidas de Dembélé son un riesgo necesario que está dispuesto a correr en busca de encontrar su estructura y facilitar los caminos hacia el gol. De la aversión a desprenderse de la pelota al abrazo del riesgo. Cuanto más abierto esté el encuentro, mayor protagonismo cobra Ousmane. Y es que al fútbol del francés no se le puede exigir una precisión milimétrica, sino que nunca deje de intentarlo y que, al fin, encuentre el equilibrio entre jugársela y producir acciones de verdadero pánico para los sistemas defensivos.

Además, su aparición ha tenido un impacto positivo directo en la liberación goleadora de Leo Messi. Los metros, el hundimiento de los bloques defensivos y el reguero de movimientos por delante de balón que ha venido incorporando el galo al XI culé ha permitido descansar al astro argentino de responsabilidades desequilibrantes. Lo que antes era balón al pie en ataque en su práctica totalidad, ahora se ha venido sustituyendo por envíos al espacio.

Foto: Leo Messi frente al Athletic Club. (Reuters)

La electricidad del extremo ha caído de pie en un conjunto que necesitaba más pegada e intimidación, así como alternativas en el último tercio que sirvieran para atraer rivales. La simple presencia de Ousmane pinchado en una banda y no como un elemento hiperactivo por el carril central hace que Messi se encuentre su zona fetiche con menos trajín. Este hecho desencadena la llegada a la frontal del área del argentino y limpia el famoso 'pase de la muerte' de Jordi Alba desde el sector izquierdo.

Allí, esperando el duelo individual en un extremo, Dembélé aporta amplitud y profundidad al amenazar la espalda del lateral. Y si recibe a 50 metros del área, el galo encuentra el tiempo y el espacio adecuados para fracturar al adversario. Mucho más brillante y especialista en el desborde a campo abierto que en espacios reducidos a consecuencia de sus primeros contactos irregulares con el balón, el '11' azulgrana es incisivo, vertiginoso y reclama de mínimo dos defensas para frenarlo. Porque cuando detecta situaciones de uno contra uno, el defensor no puede contener su desborde desde la individualidad; necesita ayudas.

placeholder Dembélé aún debe limar su puntería de cara a portería. (Reuters)
Dembélé aún debe limar su puntería de cara a portería. (Reuters)

Alguien capaz de desestabilizar defensas y salir por los dos perfiles sin la colaboración de sus compañeros es una bomba atómica. Lo explicaba perfectamente Ernesto Valverde hace unas cuantas temporadas: "La virtud de Ousmane Dembélé es manejarse con las dos piernas. Es sorprendente porque nosotros no sabemos que hará y el rival, tampoco". Esa imprevisibilidad impulsa su juego a unas cotas inalcanzables para la mayoría de futbolistas, ya que duplica el océano de posibilidades de dejarte desparramado en el suelo.

Las lesiones son su talón de aquiles

Seguramente, los cuatro mayores inconvenientes del extremo desde que aterrizase en Barcelona hayan sido la falta de regularidad, la nula evolución, la propensión a las lesiones y la dificultad para encontrar el balance positivo entre pérdidas y ocasiones generadas. Una mezcla explosiva que disminuía el rol del ex del Borussia Dortmund a un escalafón, como mínimo, secundario.

Al fin y al cabo, Ousmane Dembélé tan solo ha jugado con el Barça seis partidos más (91) de los que se ha perdido por lesión (85). Recuperar al francés, rebelde sin causa y siempre en las quinielas de ventas, parecía una causa perdida. Sin embargo, Koeman está inviertiendo en su figura y el extremo ha sintonizado con su idea después de un verano donde estaba, de nuevo, en la rampa de salida.

placeholder Los peores enemigos de Dembélé siempre han sido sus problemas físicos. (Reuters)
Los peores enemigos de Dembélé siempre han sido sus problemas físicos. (Reuters)

Ahora, subido al tren de la regularidad, el delantero ha multiplicado su comprensión del fútbol y se relaciona mejor con sus compañeros sobre el verde. Foco de desequilibrio constante, Ousmane te rompe en seco y te deja dando vueltas de campana con metros. El francés es un vehículo automático que arranca y frena sin necesidad de cambiar de marcha manualmente. Desde el costado izquierdo atacando la profundidad ante el Huesca compenetrándose con Jordi Alba o desde la derecha haciendo ancho el campo ante la Real Sociedad o el Athletic Club. A la espera de desarrollar su colmillo goleador y compaginar la aceleración intrínseca con una toma de decisiones que dispare sus números ofensivos, Dembélé parece estar en la senda del cambio.

Cuatro temporadas después de su fichaje por el FC Barcelona, Ousmane Dembélé está empezando a combinar muestras de su potencial con una evolución real en su comprensión del juego. Menos ansioso a la hora de venir a recibir el cuero a posiciones centrales, el fútbol del francés ha madurado justo en la temporada en que el Barça ha canjeado el juego de posición y el control del balón por el intercambio de golpes. Sin lesiones que torpedeen su progresión, el extremo está significando juego sin dejar de ser jugadas. Un torrente de soluciones individuales y desborde en un costado para un equipo que dependía en exceso de sobreexplotar a Leo Messi y se encabezonaba en derribar a los rivales por dentro.

Jordi Alba Leo Messi Borussia Dortmund