Simeone se 'aburre' mientras espera la llegada de un Diego Ribas

A Diego Pablo Simeone se le puede tachar de muchas cosas menos de ventajista. Nada más sufrir la primera derrota de la temporada recordó lo que también ha repetido calmando la euforia tras importantes victorias, que esta Liga es cosa de dos (Madrid y Barça) y que al resto solo le queda jugar su campeonato aparte. En definitiva, que la lucha por el título “es aburrida” salvo para las aficiones de los dos gigantes del fútbol español.

Analizando el partido perdido por los rojiblancos en Cornellà, se encuentra explicación a su teoría. El Espanyol igualó en entrega, oficio y físico al conjunto madrileño y esperó a que el detalle que decantara la contienda esta vez cayera a su favor. Simeone ha repetido hasta la saciedad en público y en privado que derrotas así caben dentro de la lógica de este deporte, y más para equipos, llamémosles, ‘mortales’. El problema es cuando que suceda un empate del Barcelona como el del Sadar se haya convertido ya en algo tan excepcional que permita que en las últimas Ligas el campeón ronde siempre (si no es que llega a lograrlos) la friolera de los cien puntos.

El Atlético es evidente que se ha convertido en un bloque ganador que puede sacar victorias en todos los partidos que disputa. Ahora bien, no tiene la calidad extrema y absoluta que sí atesoran blancos y azulgrana, lo que acaba condenando al equipo del Manzanares a tener que hincar la rodilla en más partidos que madridistas y culés. Así de sencillo.

Acostumbrado a vivir de los errores, el conjunto del Cholo tiene un ‘plan b’ muy reducido cuando el rival no comete fallos, como hizo el Espanyol el sábado. La otra vía para ganar es encomendarse a las individualidades, y hay veces en que no están acertadas, como fue el caso de Cornellà.

Es por ello que Simeone hiciera tanto hincapié en las oficinas del club por que le consiguieran un gran futbolista que le diera el salto de calidad definitivo a su juego a partir de tres cuartos de campo. Ya informamos en verano que el club ese deseo no se lo pudo conceder. Pero como confirmó el técnico argentino el viernes, ya hay movimientos en la sombra para conseguir a ese Diego Ribas (incluso al propio brasileño, conocido de la casa) que sí permita acercarse de verdad a la velocidad de crucero que, en cuanto a resultados, impondrán tarde o temprano tanto el Barça como el Madrid.

Adrián no termina de aparecer

Simeone no se guardó nada en la recámara el sábado, y el último cuarto de hora lo jugó con todo el arsenal ofensivo de que disponía, a excepción del lesionado Baptistao. “Lo intentamos con nuestras armas, aunque sin mucha claridad”, se resignó después. Adrián, de quien tanto se esperaba, da cada vez más muestras de que tiene la cabeza en otra parte, tal y como dimos a conocer aquí la pasada semana. Villa está un punto por debajo en lo físico que el resto de compañeros y a Diego Costa le reducen los huecos los rivales al máximo para intentar neutralizarle, como así ocurrió ante el Espanyol.

Arda Turan es la excepción que consigue imponer su visión de juego y facilidad de asociación en los metros finales, a la espera de que Óliver se desarrolle completamente. El sábado, el turco fue dosificado quedándose en el banquillo, porque no es posible que tire del carro todos los minutos de todos los partidos, como le ocurrirá en otro momento a Koke, el siguiente con ese estatus.

Sólo si el Atlético se mueve bien en el mercado de invierno, Simeone se plantearía seriamente intentar demostrar que su propio discurso está equivocado. Mientras tanto, da por hecho que por muy bien que lo hagan, más pronto que tarde se les verán las carencias en partidos como el último y comenzarán a distanciarse de los dos favoritos al título.

No es una pose. Eso es lo que él piensa, como ha podido constatar este diario en varias ocasiones de fuentes del propio club. Y pudiera estar equivocado por no aceptar que es posible el ‘milagro’ de ganar la Liga. Ahora bien, de momento, dentro de su política de partido a partido, el argentino sólo piensa en demostrarse a él y a los suyos hasta dónde son capaces de llegar. Y cualquier derrota jamás le cogerá de improviso. “Perder forma parte del juego”, dijo tras el partido. Aunque ansía tener mejores armas para saborear estos contratiempos lo menos posible.