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Larsson: padre, entrenador y guardián de Jordan en el club de sus amores
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El ex culé dirige a su hijo en el Helsingborgs

Larsson: padre, entrenador y guardián de Jordan en el club de sus amores

El ex del Barcelona dirige a su hijo Jordan en el Helsingborgs de la máxima categoría de Suecia. Así fue bautizado en homenaje al mítico jugador de los Bulls de Chicago

Foto: Larsson es abrazado por Eto'o, Ronaldinho y Deco tras marcar un gol con el Barcelona (Reuters)
Larsson es abrazado por Eto'o, Ronaldinho y Deco tras marcar un gol con el Barcelona (Reuters)

El Barça ya no podrá festejar el próximo mayo el décimo aniversario de su segunda Copa de Europa con un sexto entorchado continental. Un recuerdo inolvidable del barcelonismo, aquel de Saint Denis, del que tuvo mucha culpa Henrik Larsson. El ex delantero sueco se consagró ídolo culé para siempre aquella noche parisina ingresando al césped en el segundo tiempo para romper el Muro de Adriano montado por el Arsenal en defensa del gol firmado al inicio de la final por Sol Campbell. Un par de asistencias soberbias del cazagoles de origen caboverdiano a Etoo y Belletti permitieron a los de Frank Rijkaard voltear el marcador en la recta decisiva del choque y coronarse reyes del balompié europeo catorce años después de estrenar su palmarés gracias al inmortal zapatazo de Ronald Koeman en Wembley ante la Sampdoria.

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A más de un aficionado azulgrana le sorprendió su decisión de abandonar el Camp Nou justo después de firmar su mayor logro como futbolista profesional para regresar a Suecia y enrolarse en las filas del club más preminente de su ciudad natal, el Helsingborgs IF, en el que pondría fin a su brillante carrera (Feyenoord, Celtic, Barça, Manchester United…). Larsson confesaría tiempo después que el principal motivo de su adiós del Barça fue su hijo Jordan. El gran goleador de la melena rasta quería que el chaval, nacido en Róterdam y criado a caballo entre Glasgow y la Ciudad Condal (donde llegó a formar parte de La Masia), continuara su educación en tierras nórdicas.

Lo que difícilmente podía entonces prever ‘Henke’ es que una década después de brindar al Barça su mejor tarde con la elástica blaugrana tendría el privilegio de dirigir al club de sus amores y además contar en la plantilla con su primer vástago, a quien por cierto bautizó con el nombre de Jordan en homenaje al mejor jugador de basket de todos los tiempos, a la sazón gran ídolo de un Larsson que solía emular al fabuloso astro de los Chicago Bulls sacando la lengua cada vez que vacunaba a sus rivales.

Dos estilos diferentes

Larsson padre arribó hace poco más de un año a su querido HIF tras completar una más que digna campaña al mando del modesto Falkenberg, un recién ascendido a la Allsvenskan (Primera división) sueca que logró mantener la categoría sin demasiados apuros. Henrik avisó al volver a poner los pies en el Olympia Stadion que trataría a Jordan como a uno más del grupo y que sólo entraría a la cancha si se lo ganaba en los entrenamientos. El caso es que la notable progresión del extremo derecho a pierna cambiada desde que llegara en 2014 del Högaborg, el pariente pobre de la ciudad en el que, curiosamente, también dio sus primeros pasos como profesional su actual técnico, le convirtieron en un fijo en las alineaciones de ‘Henke’ durante la mayor parte del pasado ejercicio -25 partidos y 3 goles- y también en el reciente arranque del actual (las ligas escandinavas comienzan siempre en marzo).

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Aunque su físico recuerda casi de inmediato a su padre, al menos en su última época, cuando ya no lucía aquellas llamativas trenzas rastas, las características del joven atacante de 18 primaveras difieren notoriamente de las de Henrik: zurdo, más hábil con el balón en los pies y con una técnica más depurada, pero sin ese sexto sentido para ejecutar a los rivales que tenía el máximo artillero histórico del Celtic, club en el que es considerado uno de sus tótems máximos. Sí ha heredado del patriarca del clan un ojo clínico para filtrar balones entre líneas y un cambio de ritmo con el que desacomoda fácilmente a sus marcadores cada vez que arranca desde la línea de cal.

Ojeadores al acecho

Larsson apuesta en su Helsingborgs por un fútbol marcado por el ADN azulgrana, aunque más cercano si cabe a aquella propuesta primigenia del 1-3-4-3 que implantó Johan Cruyff nada más tomar las riendas de Can Barça en 1988 que a la actual del 1-4-3-3. Aunque públicamente se esfuerza en incidir poco o nada sobre la labor en el campo de su más joven subordinado, Henrik no le pierde ojo un solo instante. Es habitual incluso ver a Jordan arrimarse hasta la línea de banda para recibir de primera mano instrucciones de su padre cuando se mueve por el mismo costado donde están los banquillos. “Para mí es un lujo recibir sus consejos a pie de campo. ¿Quién mejor que él, que ha sido tan gran delantero y me conoce mejor que nadie, para corregirme o darme las consignas oportunas?”, comenta orgulloso el internacional sub 19 sueco de nuevo cuño, al que acuden a ver con asiduidad ojeadores de clubes ingleses, holandeses y alemanes, atraídos por su insigne apellido y también por su desparpajo con la redonda en los pies.

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Pero ni Jordan tiene prisa por dejar su casa ni Henrik pretende dejarle escapar a corto plazo, puesto que considera que el mejor sitio para forjarse y disfrutar de minutos que le ayuden a crecer es la Liga sueca. De hecho, el celo con el que viene cuidando de su incipiente carrera quedó patente hace unos años, cuando el Manchester United le hizo una oferta para integrar su academia. Jordan, sin embargo, la rechazó y prefirió marcharse al Högaborg, donde llegaría a disputar un par de encuentros junto a Henrik, que descolgó las botas eventualmente para ayudar al pequeño club de su barrio de toda la vida a seguir en la cuarta categoría del país escandinavo.

Duro enfrentamiento

La última muestra de ese ‘amor de padre’ de quien fuera cinco veces Pichichi de la Liga escocesa se produjo hace unos días a la conclusión del choque que enfrentó al HIF con el Hammarby en el Tele2 Arena de Estocolmo, y que concluyó con una abultada goleada en favor del conjunto de la capital sueca (5-1). La escasa treintena de seguidores del Helsingborgs presentes en la grada se dedicaron a increpar a sus futbolistas en los minutos finales del encuentro, muy especialmente a Jordan, al que acusaron de indolencia y de no ser digno de lucir la camisola roja de su club.

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La tensión aumentó a la conclusión del encuentro, cuando el hijo del técnico se dirigió al fondo donde se encontraban sus hinchas para calmarles y pedirles disculpas por el duro correctivo recibido a manos del Hammarby. Pero el joven punta tuvo que darse la vuelta ante los duros improperios e insultos (aparentemente en clave racista) que le dispensaron. Fue justo ahí cuando ‘Henke’, que seguía a distancia los acontecimientos, tomó cartas en el asunto y se personó a pie de grada para enfrentarse a la pequeña turba que seguía rumiando la goleada. El ‘careo’ se extendió por espacio de cinco minutos, en los que el ex azulgrana les pidió respeto para sus jugadores y, en especial, para Jordan. La desagradable respuesta de los cabecillas llevó a Larsson a dar media vuelta y dar por concluida la improvisada charla.

Cuatro selecciones

El técnico del Helsingborgs compareció visiblemente molesto ante los medios, si bien prefirió obviar los comentarios que recibió de su propia hinchada. “Entiendo su frustración, pero los jugadores tratan siempre de dar lo mejor. Les he dicho que si deben culpar a alguien de lo ocurrido, es a mí, que habré sacado el equipo equivocado. Insisto en que puedo comprender que estén frustrados, porque yo soy el primero en estarlo como técnico. Pero lo que no puedo consentir es que le digan lo que le han dicho a mis jugadores. Es algo inaceptable”, declaró ‘Henke’ con cara de pocos amigos.

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Jordan abandonó literalmente hundido el coqueto estadio del Hammarby. “Nunca me he sentido tan dolido y enojado después de perder un partido. Primero por el resultado y nuestro mal juego, y después por lo que ha pasado con nuestros seguidores”. El extremo del Helsingborgs desveló el contenido de su mensaje cuando se acercó a tranquilizarlos. “Les dije que entendía su enfado porque yo también lo estoy como jugador e hincha del HIF, pero que no me parecía correcto su comportamiento hacia nosotros, gritándonos e insultándome a mí. Es una falta de respeto y no lo podía aceptar”. El hijo del ‘boss’ no quiso repetir los duros calificativos que recibió de parte de sus aficionados. “No voy a entrar en eso. Sólo diré que fueron ataques graves hacia mi persona y que son una falta de respeto. Pienso que como hinchas nuestros lo que deberían hacer es respaldarnos y darnos ánimos en un momento como este”, concluyó un Jordan que aún podría defender los colores de la selección absoluta de cuatro países: Holanda (donde nació), Escocia, Suecia y Cabo Verde, el país originario de su abuelo paterno. Un diamante en bruto que sueña con seguir la estela de su protector padre.

El Barça ya no podrá festejar el próximo mayo el décimo aniversario de su segunda Copa de Europa con un sexto entorchado continental. Un recuerdo inolvidable del barcelonismo, aquel de Saint Denis, del que tuvo mucha culpa Henrik Larsson. El ex delantero sueco se consagró ídolo culé para siempre aquella noche parisina ingresando al césped en el segundo tiempo para romper el Muro de Adriano montado por el Arsenal en defensa del gol firmado al inicio de la final por Sol Campbell. Un par de asistencias soberbias del cazagoles de origen caboverdiano a Etoo y Belletti permitieron a los de Frank Rijkaard voltear el marcador en la recta decisiva del choque y coronarse reyes del balompié europeo catorce años después de estrenar su palmarés gracias al inmortal zapatazo de Ronald Koeman en Wembley ante la Sampdoria.

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