Piqué se viste de héroe para remontar y meter el Barça en la final de Copa (3-0)
Los de Ronald Koeman acceden a la lucha por el título con los goles de Dembelé, Piqué y Braithwaite. El equipo andaluz vivió la prórroga con diez tras la expulsión de Fernando
Hace siete meses, Ronald Koeman cogió a un club sumido en la autodestrucción cuyo futuro económico, social y deportivo se vislumbraba negro. Una entidad desplomada anímicamente y que había tocado fondo al sufrir la derrota europea más vergonzosa en la historia del club. El 2-8 cosechado ante Bayern de Múnich resumía todas las penurias de un proyecto que navegaba a la deriva y cerraba un ciclo. Para colmo, el jugador franquicia del equipo, Leo Messi, se negaba a disputar en los últimos coletazos de su carrera en el club de su vida. Medio año después, el técnico neerlandés ha erigido un colectivo con identidad futbolística, convicción y energía renovada. Ha dado espacio y minutos a los jóvenes canteranos y ha instalado un aura de optimismo en una entidad sacudida por los escándalos institucionales. Hoy, ante el Sevilla, recoge los primeros frutos tangibles de su gestión: el Barça es el primer finalista de la Copa del Rey 2020/21 tras remontar un contundente 2-0 con goles de Ousmane Dembélé, Gerard Piqué y Martin Braithwaite.
El Sevilla vivió en el Camp Nou un partido de la misma moneda pero con distinta cara al que padeció en el Ramón Sánchez-Pizjuán el pasado fin de semana. Los jugadores hispalenses, en el papel de músicos del Titanic, calzaban botas de tacos, pero bien podrían haberse ataviado con botas de agua para achicar el torrente de fútbol con el que les volvió a sorprender el Barça de Ronald Koeman. Los visitantes bombeaban incertidumbre y los locales, convencimiento y determinación.
Los andaluces se ahogaron con su propuesta
La manta, en forma de presión alta, se quedó corta desde el principio y los jugadores andaluces terminaron por verse desnudos ante su propia propuesta. Cada vez que los pupilos de Julen Lopetegui trataban de recuperar el cuero en las inmediaciones de Marc-André ter Stegen, el cuadro azulgrana combinaba una salida de balón precisa y vertical encargada de generar un caos colectivo en la orquesta. El Sevilla no robaba y su repliegue, lento y desordenado, explicaba a las claras el arma de doble filo que representaba el plan del técnico vasco. El camino, por tanto, tan solo era de ida.
De este modo, Óscar Mingueza, Gerard Piqué y Clément Lenglet encontraban fácilmente y con un páramo por delante tanto a Pedri como a Leo Messi y machacaban al Sevilla. El canario, excelentemente perfilado y con el balón cosido al pie, resquebrajaba el centro del campo sevillista y conectaba con el siguiente escalón azulgrana. Las ocasiones llovían como gotas hasta generar grietas; como si de una tortura china ancestral se tratase. Ousmane Dembélé entraba en combustión y evidenciaba que se encuentra en el mejor momento físico, jerárquico y determinante de su carrera desde que fichó por el Barça.
El francés, que ya llevaba unos cuantos minutos amenazando la zaga sevillista al espacio gracias a los envíos milimétricos de Pedri, se generó un espacio lo suficientemente vasto para dibujar un latigazo que se coló por la escuadra de Tomáš Vaclík en el 12 de la primera parte. El Sevilla, mojado, se arrugaba. El Barça, impulsado por el impacto emocional del tanto recién conseguido, se subió a la ola de creer en la remontada. Y es que hasta el ecuador del primer tiempo, el Sevilla persiguió sombras. Dest bailaba en una baldosa, Messi coqueteaba con el gol en la frontal, Dembélé afilaba el cuchillo y Pedri ajustaba la mirilla.
Lopetegui ajustó las debilidades al descanso
La mejor noticia para el Sevilla al descanso fue el resultado. Los de Lopetegui habían salido vivos de milagro y el Barça iba a sufrir. A la vuelta, se acabaron los espacios gigantescos, las conducciones larguísimas y las facilidades al contragolpe. La razón: Lopetegui tiró de libreta y modificó el rumbo sobre la marcha. El técnico sevillista ajustó la transición defensa de su equipo con la entrada de Ivan Rakitic, renunció a la presión arriba, cimentó el centro del campo con hormigón al colocar al croata y a Joan Jordán como escuderos de Fernando Reges y dotó de alas ofensivas a sus hombres al introducir a Lucas Ocampos. Karim Rekik y Jesús Navas ocuparon el lugar del lesionado Aleix Vidal y un Marcos Acuña al que se le había acabado la gasolina.
El partido se anestesió y Koeman modificó su ataque. Con Sergiño Dest sustituido, Ousmane Dembélé pasó al costado derecho y Antoine Griezmann se colocó como delantero centro. Justo cuando Jordi Alba estrelló el balón en el travesaño con una volea de aúpa, el Sevilla gozó del primer contragolpe con cara y ojos de todo el partido. Youssef En-Nesyri se batió en un duelo con Gerard Piqué, el marroquí contemporizó hasta que vio llegar a Lucas Ocampos al precipicio del área y el argentino forzó el penalti de Mingueza. El argentino lanzó la pena máxima con una dosis de temor que ter Stegen detectó y el teutón mantuvo con vida a su equipo en la eliminatoria.
Piqué tiñó el partido de épica
Los minutos pasaban sin cesar y el preparador neerlandés agitaba el árbol en busca de frutos: se fueron Sergio Busquets y Mingueza y entraron Ilaix Moriba y Júnior Firpo. El Barça sitiaba al Sevilla y los andaluces, más cómodos defendiendo de cara en las faldas de Tomáš Vaclík, no podían romper el cerco y resistían como podían. Los minutos se convertían en horas y Lucas Ocampos metía la cabeza donde otros no meten ni el pie para impedir un disparo iracundo de Messi. Dembélé, tocado, se fue por la línea de cal y entró Francisco Trincao para asaltar el castillo andaluz en los últimos minutos. El portugués forzaría la expulsión de Fernando en el 88.
Cuando el partido ya parecía visto para sentencia, el Barça ejecutaba un córner desde el costado derecho, Griezmann recogía el rechazo, recortaba a su marcador, avistaba a Piqué en el interior del área y el central catalán conectaba un potente cabezazo para marcar la prórroga en el minuto 93. Con uno menos y con el campo inclinado, el Sevilla viviría la prrórroga desde el drama. Nada más empezar, Jordi Alba centró el balón al corazón del área, Braithwaite se adelantó a su marcador y conectó un cabezazo para colocar el 3-0 en el electrónico.
En la segunda parte de la prórroga, el Sevilla se estiró como pudo con las pocas fuerzas que le quedaban mientras Trincao acariciaba el 4-0, pero las brazadas hispaleneses no llegarían a buen puerto. El árbitro, Sánchez Martínez, no vio una posible mano de Lenglet y el Sevilla, ya sin fuerzas para alcanzar la orilla, se quedó por el camino. El conjunto de Julen Lopetegui perdió la ventaja conseguida en el Sánchez-Pizjuán y el Barça logró una remontada épica para meterse en la primera final de la era Ronald Koeman.
Hace siete meses, Ronald Koeman cogió a un club sumido en la autodestrucción cuyo futuro económico, social y deportivo se vislumbraba negro. Una entidad desplomada anímicamente y que había tocado fondo al sufrir la derrota europea más vergonzosa en la historia del club. El 2-8 cosechado ante Bayern de Múnich resumía todas las penurias de un proyecto que navegaba a la deriva y cerraba un ciclo. Para colmo, el jugador franquicia del equipo, Leo Messi, se negaba a disputar en los últimos coletazos de su carrera en el club de su vida. Medio año después, el técnico neerlandés ha erigido un colectivo con identidad futbolística, convicción y energía renovada. Ha dado espacio y minutos a los jóvenes canteranos y ha instalado un aura de optimismo en una entidad sacudida por los escándalos institucionales. Hoy, ante el Sevilla, recoge los primeros frutos tangibles de su gestión: el Barça es el primer finalista de la Copa del Rey 2020/21 tras remontar un contundente 2-0 con goles de Ousmane Dembélé, Gerard Piqué y Martin Braithwaite.