Humillación histórica del Barça ante el Bayern que cierra una época (2-8)
El equipo de Quique Setién es zarandeado como un juguete por un formidable equipo alemán en los cuartos de final de Lisboa. El partido demuele la estructura deportiva actual del FC Barcelona
Dijo Arturo Vidal en la previa del partido que el Bayern no se iba a enfrentar a un equipo de la Bundesliga para añadir a continuación: “Lo hará contra el mejor equipo del mundo”. Más allá del ataque de orgullo del chileno, que fue titular en Da Luz, lo que ni él, ni Setién (que vaticinaba un partido muy igualado), ni el presidente Bartomeu habían tenido en cuenta es que Europa lleva desenmascarando al Barça desde hace años. En LaLiga van tirando más mal que bien, pero en cuanto se enfrentan a un equipo con cara y ojos se llevan una zurra tremenda. Pasó contra la Roma, pasó en Liverpool la temporada pasada y ahora ha sido el Bayern el que ha dejado en cueros a un club con un presupuesto de mil millones de euros. El ridículo es histórico, la humillación es inmensa. No hay honor alguno tras perder 2-8 contra el Bayern. El FC Barcelona ha saltado por los aires.
De los mil millones de euros, el 65% (680 millones) se van directamente a los salarios de los futbolistas, unos futbolistas que siguen pensando que son los mejores del mundo. No todos, eso sí. Messi puede decir que esto ya lo avisó él cuando soltó tras perder contra el Osasuna: “Ya dije que jugando así no nos daba para ganar la Champions y no nos ha dado ni para LaLiga. Y si seguimos así, no pasaremos ni ante el Nápoles”. Se equivocó en lo del Nápoles básicamente porque él mismo en la primera parte se puso el traje de extraterrestre y dio una exhibición… y porque el equipo italiano no es ni de lejos la máquina bien engrasada, la apisonadora, del Bayern de Munich. Los jugadores, en fin, no se pueden salvar de ninguna manera de lo sucedido en Lisboa. Que fue, nada más y nada menos, que el conjunto bávaro es infinitamente mejor que el Barça.
Sin Griezmann en el once
Quique Setién, que llegó en enero afirmando que lo único que no se perdonaría es jugar mal y que llevaba a Cruyff tatuado en la frente, tras el regreso a la competición por el parón del coronavirus, ya ni disimulaba en sus alineaciones y Griezmann fue el elegido para saltar del once cuando se estaba jugando el campeonato nacional contra el Atlético, por ejemplo. En Lisboa tampoco se cortó; consciente de que no podía jugar de tú a tú al Bayern dejó al francés en el banquillo para resguardarse del poderío físico alemán con cuatro centrocampistas. Nada valiente, nada cruyffista, pero práctico… Y ni aún así.
El partido empezó frenético con un gol de Müller en el minuto 4’ al que siguió otro de Alaba en propia puerta en el 7’. A partir de ese momento el Barça disputó un buen cuarto de hora; Messi envió el balón al palo y los azulgranas ejercían una buena presión. Fue un espejismo, duró hasta que Perisiç tras un error garrafal de Sergi Roberto marcó el segundo en el 22’. Y a partir de ahí, el diluvio. Al Barça le entró el telele, Ter Stegen se convirtió en un flan y el derrumbe fue apoteósico. Gnabry consiguió el tercero y Müller el cuarto en un visto y no visto. Era el minuto 31 de juego y el equipo de Setién perdía por 1-4 y dando la sensación de que el castigo no se había terminado ahí. Sólo el ansia de un Bayern que se supo dueño y señor del partido y quiso seguir haciendo sangre impidió que el resultado fuera aún más abultado antes del descanso, porque el Barça no existía, era un fantasma persiguiendo bólidos en el estadio de Da Luz. Era patético.
El gol de Suárez, un espejismo
Como el plan A no le había funcionado por goleada, Setién comenzó con Griezmann la segunda parte que dejó a Sergi Roberto en el vestuario. Con el Bayern tranquilo, Luis Suárez marcó en el 57’ y los azulgranas demostraron al menos un poco de dignidad porque en el 63’ Kimmich anotó el 2-5 después de una fabulosa jugada de Alphonso Davies que dejó retratados a Vidal primero y a Semedo después.
A partir de ese momento y aunque el ritmo bajó, el Bayern seguía haciendo lo que quería y cuando quería con el guiñapo que tenía enfrente. Faltaba el gol de Lewandowski y llegó en el 82’. El marcador, 2-6, es dolorosamente simbólico para los culés. En el 2009 el Barça de Guardiola ridiculizó al Real Madrid en el Bernabéu y comenzó un ciclo glorioso. Once años después no quedan ni las migajas de aquel Barça esplendoroso, pero los alemanes no estaban pensando en eso y si algo podía hacer más pupa fue que los dos últimos goles los marcara Coutinho, el fichaje más caro de la historia del Barça que había salido al campo en el 75’.
Ahora resulta imposible saber cuáles serán las consecuencias de una derrota tan humillante. La primera, sin duda, será que Setién no seguirá como entrenador la próxima temporada, pero los jugadores no se saldrán de rositas y Bartomeu tampoco. Hay elecciones previstas para el próximo verano, pero ahora no se puede descartar nada. El 2-8 será recordada como la noche más negra del barcelonismo. Y como el final de una generación de jugadores estupendos que ya no están para estos trotes.
Dijo Arturo Vidal en la previa del partido que el Bayern no se iba a enfrentar a un equipo de la Bundesliga para añadir a continuación: “Lo hará contra el mejor equipo del mundo”. Más allá del ataque de orgullo del chileno, que fue titular en Da Luz, lo que ni él, ni Setién (que vaticinaba un partido muy igualado), ni el presidente Bartomeu habían tenido en cuenta es que Europa lleva desenmascarando al Barça desde hace años. En LaLiga van tirando más mal que bien, pero en cuanto se enfrentan a un equipo con cara y ojos se llevan una zurra tremenda. Pasó contra la Roma, pasó en Liverpool la temporada pasada y ahora ha sido el Bayern el que ha dejado en cueros a un club con un presupuesto de mil millones de euros. El ridículo es histórico, la humillación es inmensa. No hay honor alguno tras perder 2-8 contra el Bayern. El FC Barcelona ha saltado por los aires.
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