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La política entra en la final de Copa del Rey: algunos aficionados piden el boicot al palco
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La política entra en la final de Copa del Rey: algunos aficionados piden el boicot al palco

La última crisis política tiene su ramificación en el fútbol. Para la final no queda ni un mes y es probable que la afición del Barcelona demuestre su rechazo a la situación en el Metropolitano

Foto: Esteladas en el Camp Nou. (EFE)
Esteladas en el Camp Nou. (EFE)

Falta menos de un mes para que el Barcelona juegue la Copa del Rey frente al Sevilla en el Wanda Metropolitano. Una final para la que el club catalán se vio obligado el pasado miércoles a abrir el plazo para vender entradas entre el 28 de marzo y el 2 de abril después de que le sobraran casi 6.000 boletos de los 16.223 que le correspondían porque el socio culé no había respondido por primera vez en la historia reciente del club. Todo, absolutamente todo, ha cambiado en estos últimos cuatro días. La política, la crisis institucional entre Catalunya y España, la división social, el encarcelamiento de todos los líderes independentistas y la detención de Carles Puigdemont en Alemania propician que la final del próximo 21 de abril sea una oportunidad para la reivindicación más allá del deporte.

La final de la Copa del Rey se calienta desde una nueva perspectiva y resulta imposible adivinar a día de hoy cuál será la respuesta de los aficionados azulgranas, pero también del club, que vuelve a estar en medio de una tormenta política y social y volverá a sufrir presiones de uno y otro lado para que se manifieste de manera inequívoca. Justo lo que Josep María Bartomeu suele evitar. El presidente del Barça siempre ha optado por la vía conciliadora, de baja intensidad, como se pudo comprobar por ejemplo cuando la UEFA comenzó a multar a la entidad por la exhibición de banderas esteladas en la final de Berlín ante la Juventus.

Foto: La grada del Calderón en la última final Barça-Sevilla. (EFE)
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O el pasado 1 de octubre, cuando se disputó el encuentro ante Las Palmas a puerta cerrada después de las cargas policiales en lugar de suspenderse y provocó una crisis interna en la que dos directivos dimitieron, el vicepresidente Carles Vilarrubí y Jordi Monés, sin olvidar la imagen y las palabras de un emocionado y lloroso Gerard Piqué tras el encuentro muy tocado por todo lo sucedido. El panorama que se abre ahora antes de la final de Copa, con el rey Felipe VI en el palco, es impredecible hasta cierto punto. Porque sería una ingenuidad a estas alturas pensar que no habrá lío.

placeholder Roger Torrent y Bartomeu, en el palco del Camp Nou. (EFE)
Roger Torrent y Bartomeu, en el palco del Camp Nou. (EFE)

Movilización en las redes

Las emociones se han disparado en los últimos días y algunos socios culés han comenzado a moverse en las redes sociales lamentando primero que el FC Barcelona no se haya posicionado ya en contra de los últimos encarcelamientos y pidiendo medidas concretas de cara a la final. Así, ha comenzado a circular una petición pidiendo que no haya ningún directivo azulgrana en el palco del Wanda Metropolitano y que, tanto en el caso de que se gane o se pierda, no se acuda a recoger la Copa o la medalla, haciendo así visible el malestar de parte de la sociedad catalana.

El mensaje, que está corriendo por los móviles de muchos aficionados azulgrana, dice así:

"El próximo 21/04/2018 el FC Barcelona jugará la final de la Copa del Rey en Madrid. En la actual situación de total represión y vulneración de los derechos democráticos más básicos y elementales, ante la injusticia manifiesta del Estado Español y de su poder judicial propongo que:

1) No haya representantes de la directiva del Barça en el palco.

2) En caso de ganar el partido... no recoger la copa y retirarnos inmediatamente a los vestuarios.

3) En caso de perder el partido, igual que en el caso de ganarlo.

Ningún representante, directivo técnico o jugador del FC Barcelon al lado del Borbón Felipe VI, máximo representante de este Estado inquisidor y antidemocrático, que no ha demostrado ningún tipo de respeto por los catalanes y que forma parte de una familia de corruptos y ladrones. Hacedlo correr".

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La entidad se mantiene en silencio por ahora, esperando acontecimientos y la respuesta de la sociedad, pero en las últimas finales de la Copa que ha disputado el Barça ha sido prácticamente unánime la repulsa de la afición hacia el himno español y la mayoría de símbolos independentistas en las gradas que ocupaban. Con el aumento de la tensión, los encarcelamientos y la petición por parte del presidente del Parlament, Roger Torrent, de hacer un “frente común y unitario en defensa de la democracia” el club se enfrenta a una situación complicadísima de solucionar en el sentido de dejar contentos a todos. Hagan lo que hagan desde los despachos se les tachará de flojos o radicales.

La quinta final de forma consecutiva que tan poco interés había levantado entre los socios ha comenzado a despertar expectación porque se trata de un escenario inmejorable: en Madrid, ante el Rey, para mostrar los sentimientos que buena parte de la afición del Barça tiene tan integrados en su ADN de manera histórica y que ya han visibilizado en las últimas finales de forma mayoritaria.

La política entrará de lleno en el Metropolitano el próximo 21 de abril; eso se puede dar por hecho. La cuestión es de qué manera lo gestionará el Barcelona. Y a día de hoy no hay respuesta, pero es imposible que sea solo ya un partido de fútbol.

Falta menos de un mes para que el Barcelona juegue la Copa del Rey frente al Sevilla en el Wanda Metropolitano. Una final para la que el club catalán se vio obligado el pasado miércoles a abrir el plazo para vender entradas entre el 28 de marzo y el 2 de abril después de que le sobraran casi 6.000 boletos de los 16.223 que le correspondían porque el socio culé no había respondido por primera vez en la historia reciente del club. Todo, absolutamente todo, ha cambiado en estos últimos cuatro días. La política, la crisis institucional entre Catalunya y España, la división social, el encarcelamiento de todos los líderes independentistas y la detención de Carles Puigdemont en Alemania propician que la final del próximo 21 de abril sea una oportunidad para la reivindicación más allá del deporte.

Carles Puigdemont
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