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Turull descarrila pero el soberanismo gana dos meses para negociar un Govern
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El TC queda fuera de la ecuación

Turull descarrila pero el soberanismo gana dos meses para negociar un Govern

Ahora, el soberanismo tendrá hasta finales de mayo para seguir mareando la perdiz negociando un Gobierno para Cataluña. Será difícil, porque la CUP se ha bajado del tren

Foto: El diputado de Junts per Catalunya Josep Rull (i), junto al candidato a la presidencia de la Generalitat, Jordi Turull. (EFE)
El diputado de Junts per Catalunya Josep Rull (i), junto al candidato a la presidencia de la Generalitat, Jordi Turull. (EFE)

El 'exconseller' de Presidencia Jordi Turull no será presidente de la Generalitat. Se sabía ayer. Y no ha sido el mazo del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, ante el que Turull declara hoy. La CUP se ha adelantado al magistrado y ha enviado con su abstención la candidatura de Turull a una papelera de la Historia que en Cataluña ya empieza a encontrarse un tanto abarrotada. La única victoria del soberanismo ha sido que al celebrar el pleno de investidura ayer se activa el plazo de dos meses antes de que se tengan que celebrar elecciones de manera automática. El Tribunal Constitucional ya no podrá marcarle el calendario político al Parlament. Una victoria pírrica que aplica aquella máxima de “cuando no tengas nada que ganar, al menos gana tiempo”.

Ahora el soberanismo tendrá hasta finales de mayo para seguir mareando la perdiz. Será difícil, porque la CUP se ha bajado del tren. “Pasamos humildemente a la oposición”, ha declarado de la manera más solemne el cabeza de lista de los anticapitalistas, Carles Riera. Pero al menos ya no será el TC el que fijará los plazos. El independentismo sale muy débil de la sesión de investidura de plomo de ayer. Sin embargo, como mínimo, se reserva el control de los tiempos.

Por primera vez casi no se habló de “construir república”. Ni siquiera lo hizo Eduard Pujol, en el turno de JxCAT. El pleno fue muy triste, pero es que la realidad se colaba por las rendijas y nadie pudo abstraerse. “Jordi Turull representa la dignidad del 1 de octubre”, reivindicó Pujol desde el atril.

Turull no logra los votos para ser investido presidente en primera votación

A partir de hoy, al soberanismo se le acumularán todavía más problemas. Llarena tomará decisiones determinantes que pueden dejar al independentismo en franca minoría en la cámara catalana, ya que si encarcela a Turull y al resto de diputados encausados, eso irá acompañado de la suspensión del cargo, una suspensión que les impediría votar por delegación. Por ello, deberían dimitir y ceder las actas para que corriese la lista y al menos preservar la mayoría. O, como poco, una cierta minoría mayoritaria, ahora que la CUP se niega a jugar al autonomismo.

Así, el soberanismo verá, presumiblemente, sus filas mermadas; su candidato a presidir la Generalitat, desbancado, y su socio estratégico, la CUP, situado al margen.

Turull, la investidura y la prisión

Tanto Turull como Pujol reivindicaron para su grupo “la dignidad”. El líder del PSC, Miquel Iceta, por su parte, reclamó para sí el realismo. Dignidad versus realismo. Y el realismo fue cruel: Turull no tenía los votos necesarios, y el presidente del Parlament, Roger Torrent, había convocado un pleno de investidura a ciegas, más impelido por las decisiones de Llarena que porque Turull contase con una aritmética favorable.

Negro futuro

Turull no ha sido el único derrotado. JxCAT sale muy tocada de este pleno. Turull tiene una excusa muy buena. Está en libertad provisional y tuvo que dar su discurso más difícil a pocas horas de declarar ante el Tribunal Supremo. La derrota no ha sido culpa suya. Pero JxCAT presentó a este candidato y fue incapaz de armar las alianzas necesarias. El propio Carles Puigdemont se había reunido en Ginebra con Anna Gabriel. El resultado del encuentro en la ciudad del lago Leman se hizo patente ayer en el pleno del Parlament.

La reunión de Puigdemont con Anna Gabriel en Ginebra fracasó a la hora de tejer alianzas en favor de un Turull que recibió un revolcón parlamentario

Lejos de la realidad, Eduard Pujol emplazó a los diputados a la segunda vuelta, a la votación del pleno del sábado. Pujol aseguró: “Somos tozudos”. Pero la realidad lo es más. Y su candidato ni suma los votos ni tiene las certezas, ya que estas últimas dependerán sobre todo de cómo evolucione la macrocausa que impulsa Llarena en el Supremo.

Plan D

Con Jordi Turull fuera de juego, hace falta un plan D para urdirlo durante los dos meses que tenemos por delante. Pero JxCAT querría al historiador Quim Torra, un candidato que, hace una semana, podría haber aceptado por la CUP. Pero que ahora ya no tiene sentido. Además, JxCAT carece de fuerza para algo así. Carles Puigdemont mantiene su aura desde Bruselas. Pero su palanca para hacer cosas en Cataluña, JxCAT, queda muy, muy débil.

Foto: El candidato de Junts per Catalunya (JxCAT), Jordi Turull, junto al escaño vacío del diputado encarcelado Jordi Sànchez. (EFE)

Para mantener los 34 diputados de JxCAT, tendrá que haber dimisiones. Si todo va bien, solo dos: las de Puigdemont y Toni Comín. Si todo va mal y Llarena actúa como se teme, deberán ser muchos más. Y el pleno de mañana —la ley marca que en segunda vuelta el pleno se ha de convocar dos días después del primero— tiene muchas probabilidades de no celebrarse. Es lo que tienen en común la realidad y los jueces del Supremo: no se puede negociar con ellos.

El 'exconseller' de Presidencia Jordi Turull no será presidente de la Generalitat. Se sabía ayer. Y no ha sido el mazo del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, ante el que Turull declara hoy. La CUP se ha adelantado al magistrado y ha enviado con su abstención la candidatura de Turull a una papelera de la Historia que en Cataluña ya empieza a encontrarse un tanto abarrotada. La única victoria del soberanismo ha sido que al celebrar el pleno de investidura ayer se activa el plazo de dos meses antes de que se tengan que celebrar elecciones de manera automática. El Tribunal Constitucional ya no podrá marcarle el calendario político al Parlament. Una victoria pírrica que aplica aquella máxima de “cuando no tengas nada que ganar, al menos gana tiempo”.

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