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Turull no será presidente: Llarena forzará la dimisión de los seis diputados encausados
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El juez dejará en minoría al soberanismo

Turull no será presidente: Llarena forzará la dimisión de los seis diputados encausados

El pleno de investidura de hoy solo tendrá valor simbólico. No podrá tomar posesión: el BOE nunca recogerá el nombramiento de Turull y tampoco Felipe VI firmará su designación

Foto: Jordi Turull. (Reuters)
Jordi Turull. (Reuters)

Al final, ni Jordi Turull será presidente de la Generalitat ni habrá elecciones en los próximos meses. El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena dio ayer una patada al avispero independentista y ha colocado a todos los actores, a los constitucionalistas también, en la peor situación posible. Los seis diputados llamados a declarar tendrán que dimitir porque peligra la estrecha mayoría independentista en el Parlament. Si Llarena dicta prisión provisional para los seis diputados que declararán mañana ante el TS acusándoles de rebelión, también les suspenderá en el cargo. Y esa suspensión les impediría delegar el voto, tal y como, por ejemplo, estaba haciendo Oriol Junqueras desde Estremera. Pero tampoco habrá elecciones de manera inmediata, porque el Estatut lo prohíbe.

El pleno de investidura de hoy a las 17:00 solo tendrá valor simbólico, según explican fuentes políticas del Gobierno central. El BOE nunca recogerá el nombramiento de Turull y tampoco Felipe VI firmará el nombramiento. Porque al presidente de la Generalitat lo escoge el Parlament pero lo nombra el monarca. Y ni el Rey ni el BOE nombrarán a un presidente de la Generalitat que estará suspendido en el cargo. Jordi Turull quedará fuera de juego. Nunca podrá tomar posesión.

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Pero tampoco habrá elecciones, como querría Carles Puigdemont desde Bruselas. No es posible. El Estatut sigue vigente y aunque se haya aplicado el artículo 155 de la Constitución, Mariano Rajoy tiene que cumplirlo. Y en su artículo 75 el Estatut prevé que en caso de elecciones anticipadas, tal y como fueron las del 21-D, no puede haber otros comicios en Cataluña hasta un año después de la fecha de la anterior convocatoria. Es decir, la autonomía seguiría suspendida, como mínimo, hasta el próximo mes de diciembre.

Es decir, el soberanismo queda atrapado en la peor situación posible. No podría haber elecciones para renovar la mayoría independentista y para colmo se habrían quedado en minoría en el Parlament. En la actualidad, cuentan 68 votos soberanistas —Carles Puigdemont y Toni Comín no pueden votar— contra 65 constitucionalistas. Pero con la suspensión en el cargo de Turull, Carme Forcadell, Josep Rull, Raül Romeva, Marta Rovira y Dolors Bassa, la situación quedaría en 62 escaños independentistas contra 65 a favor de seguir en España. Por eso, la única salida para mantener la mayoría será que Turull y el resto de encausados dimitan. Porque si no lo hicieran se arriesgarían a que se convocase un pleno y se nombrase una nueva Mesa del Parlament, en la que los independentistas perderían su mayoría. Es decir, incluso el presidente de la cámara, Roger Torrent, vería amenazado su cargo.

Elefante en cacharrería

Por eso la incursión de Llarena ha sido como la de un elefante en una cacharrería. Los independentistas llevan tres meses intentando ignorar la realidad y ahora la realidad les ha citado en el Tribunal Supremo y todo ha saltado por los aires. El golpe es tan fuerte que el tema estrella de esta semana, la renuncia de Puigdemont como diputado, se torna ahora irrelevante. Que Puigdemont dejase su acta no serviría en este momento para nada.

Hasta ayer, la CUP se había negado en redondo a apoyar a un exconvergente de manual como Turull, pero la incursión de Llarena ha provocado un giro

Roger Torrent ya ha convocado el pleno del Parlament a las cinco de la tarde de este jueves. JxCAT propondrá a Jordi Turull como presidente de la Generalitat para forzar una investidura exprés en la que la CUP votaría a favor de este exconvergente para no apoyar al juez del TS. La disyuntiva a los 'cupaires' es: o apoyo a Turull o le enviáis a la cárcel.

Parlament tocado

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La vida parlamentaria ha quedado muy tocada. La presión de Llarena acabará haciendo lo que Rajoy pidió ayer en el Congreso, que el Parlament invista un “candidato limpio”, es decir, que no tenga causas pendientes con la Justicia.

Sobre la vida parlamentaria pesa una amenaza que apuntó ayer Jordi Sànchez en su carta de renuncia a su candidatura. Lo expresaba así: “Debemos defender conjuntamente y sin excepciones que el Parlament sea el espacio donde todas las voces, opiniones y propuestas puedan ser expuestas y escuchadas. Si la autocensura o la tutela 'ex ante' proveniente del exterior se apodera del Parlament, lo único que nos quedará por hacer será abandonar el hemiciclo y aceptar la derrota del parlamentarismo democrático”. Unas palabras casi proféticas. Pese a contener este párrafo, ayer Roger Torrent avaló la carta y la postura de Sànchez. Habrá que ver qué defiende Puigdemont desde Bruselas. Su estrella parecía de capa caída. Pero ahora su influencia sobre lo que ocurra en la cámara catalana volverá a crecer. Revitalizado por el 'efecto Llarena'.

Al final, ni Jordi Turull será presidente de la Generalitat ni habrá elecciones en los próximos meses. El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena dio ayer una patada al avispero independentista y ha colocado a todos los actores, a los constitucionalistas también, en la peor situación posible. Los seis diputados llamados a declarar tendrán que dimitir porque peligra la estrecha mayoría independentista en el Parlament. Si Llarena dicta prisión provisional para los seis diputados que declararán mañana ante el TS acusándoles de rebelión, también les suspenderá en el cargo. Y esa suspensión les impediría delegar el voto, tal y como, por ejemplo, estaba haciendo Oriol Junqueras desde Estremera. Pero tampoco habrá elecciones de manera inmediata, porque el Estatut lo prohíbe.

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