Tres minutos de infarto dejan al Atleti fuera de la Champions League en Dortmund (4-2)

Jugar la Champions es transitar por un camino en el que los bosques se convierten en ciertos momentos en lugares llenos de espinas. Atravesar el muro amarillo era el peaje a pagar para estar en las semifinales de la Champions, y el Atlético de Madrid no lo consiguió. Estuvo cerca de hacerlo con mucho sufrimiento, porque la historia de este club no se entiende sin esas dosis de dolor, sin esa lucha contra ellos mismos. La derrota ante el Borussia Dortmund los ha dejado por el camino (4-2).

Se avecinaba una noche ardua, como efectivamente fue. En realidad, pudo ser plácida de haber marcado Álvaro Morata en el mano a mano que tuvo nada más empezar. Pero parece que tenía la pólvora mojada. Su ocasión fue un lamento permanente en una jornada que estuvo a la misma distancia de ser aciaga que de ser feliz.

El Atleti estuvo disperso y ausente en la primera mitad, con una apariencia de inconsciencia; de no saber en qué lugar se encontraban. Eso lo aprovechó el Dortmund, que se marchó con la eliminatoria remontada al descanso. La atmósfera irrespirable del Signal Iduna Park es un comodín que pocos equipos tienen. Es contar con el as de oros en una partida de cartas.

Simeone, sin embargo, tenía prisa. Porque el reloj de arena estaba cerca de agotarse, así que realizó un triple cambio para agitar el encuentro. En este juego de los actores secundarios, Rodrigo Riquelme se erigió como uno de los protagonistas. Dinamitó el encuentro hasta el punto de desesperar a la defensa alemana.

El error de Hummels

Los errores se penalizan, y mucho en esta competición. Es cierto que elevan el porcentaje de acierto, pero llegan en momentos poco oportunos. El Atleti había salido con vehemencia en la segunda mitad y Hummels metió la pierna donde no debía. Y se igualó la eliminatoria.

Ese arrebato del Atleti no había finalizado. Y se escuchó más a los colchoneros desplazados que a los alemanes. El gol fue un jarro de agua frío. Una señal de que el precipicio se asomaba más que nunca. Dejar en silencio el Signal Iduna Park era una buena señal, porque el pánico se había apoderado del estadio. Era el momento de hacer sangre.

Los ataques del Atleti siguieron por la banda izquierda y en un centro desde allí se volteó la eliminatoria. Fue Ángel Correa, que antes había fallado un mano a mano como el de Morata, el que empató el encuentro con un remate un tanto acrobático. El argentino se disfrazó de funambulista para que los colchoneros soñaran de nuevo. El intercambio de golpes era constante.

El sufrimiento con los goles

Un cabezazo de Füllkrug, cuando mejor estaba el Atleti, colocó las tablas de nuevo en la eliminatoria. Y sin tiempo para reposar el empate, con los alemanes lanzados, llegó un golazo de Sabitzer que desató la euforia en la grada. Los amarillos estaban por delante de nuevo. Y el tiempo apremiaba para los madrileños.

Espesos de ideas, y con Griezmann agotado, apenas hubo rastro del Atleti en el tramo final. Las ocasiones no se sucedieron, e incluso estuvo más cerca el quinto del Dortmund que el tercero colchonero. El sueño de estar en Londres se esfumó.