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Los malos humos de Vinícius: el agarrón de Mingueza no es violento ni hay provocación
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sobra el empujón al jugador del celta

Los malos humos de Vinícius: el agarrón de Mingueza no es violento ni hay provocación

El agarrón de Mingueza a Vinícius no tiene nada de agresivo y se tiene que ver como la impotencia de un defensa para frenar a un rival imparable. La reacción del brasileño es absurda

Foto: Mingueza agarra a Vinícius para evitar que se vaya el brasileño. (AFP7)
Mingueza agarra a Vinícius para evitar que se vaya el brasileño. (AFP7)

Vinícius, para lo bueno y para lo malo, se empeña en acaparar el protagonismo en el Real Madrid. Lo último es un empujón a Mingueza por un agarrón continuado del jugador del Celta. Escandaloso por absurdo, el brasileño responde con malos humos. Se resiste a que le frenen, mete toda su fuerza y potencia para marcharse, pero le resulta imposible conseguirlo. Mingueza frena a Vinícius en una acción propia del marcador que se ve impotente con la amenaza de un rival poderoso y desequilibrante.

No es lo mismo que te paren con una patada o que lo hagan como lo hizo Mingueza. No hay agresividad en el agarrón. Ni juego sucio ni, mucho menos, provocación o violencia. Hay desesperación porque Vinícius es un torbellino y con espacios te hace un destrozo. Así que a Mingueza no le quedó más remedio que abortar la posibilidad de recibir el segundo gol y tiró del manual para que no se le escapara el velocista. Lo derriba con un agarrón descarado que pone en evidencia la superioridad del imparable Vinícius.

Algo normal que debió quedar ahí como una acción que no es nueva en el fútbol. Lo que hizo el jugador del Celta se lo han hecho a los grandes cracks del fútbol: sujetarlos, contrarrestarlos cogiéndolos de la camiseta. Lo llamativo fue la respuesta de Vinícius con un empujón más agresivo que el agarrón. Es normal que no le gustara que le echen el freno, que le produjera frustración, pero al brasileño se volvió a calentar de manera absurda y soltó un enojo que no le beneficia.

Esto no tiene nada que ver con el racismo ni las provocaciones que buscan sacar del partido al brasileño. Lo que hizo Mingueza se lo hemos visto hacer a Fede Valverde en la final de la Supercopa de España en Arabia Saudí con una patada por detrás a Morata para evitar que el delantero del Atleti se plantara solo ante Courtois. Era una jugada clara de gol. Más que la de Vinícius, que se produjo en el centro del campo. Y Morata no le dio un mamporro al uruguayo. Le costó la expulsión, pidió perdón, pero consiguió su propósito. Evitar el gol en una jugada clave para que el Real Madrid acabara siendo campeón.

placeholder Vinícius empuja a Mingueza con fuerza tras el agarrón del jugador del Celta. (AFP7)
Vinícius empuja a Mingueza con fuerza tras el agarrón del jugador del Celta. (AFP7)

Vinícius había marcado el primer gol, estaba enchufado y quería más. El agarrón lo interpretó como una ofensa y se tomó la justicia por su cuenta. Es una equivocación, como la que protagonizó en el partido contra el Leipzig con otro empujón al rival, pero esta vez sin balón de por medio. Este tipo de reacciones dejan ver que Vinícius tiene un problema de autocontrol y ni contra el Leipzig ni el Celta se puede hablar de provocaciones o marcajes violentos. Los buenos jugadores, los que encaran y son una amenaza, están más expuestos a marcajes estrechos y vigilancias. Con esto todavía no sabe convivir Vinícius que, aunque es lógica su frustración, le afean sus malos modos.

Foto: Vinícius celebra el gol marcado al Leipzig. (Reuters/Juan Medina)

El brasileño da la sensación de que compite contra algo más o alguien más que el rival que tiene enfrente. La noticia de que Mbappé no va a seguir en el Paris Saint-Germain puede influir y provocar que se quiera reivindicar en su puesto de extremo izquierdo, como futbolista desequilibrante y goleador.

Está en un buen momento, contundente en el área y autor de cuatro goles en los últimos tres partidos del Real Madrid. Los dos tantos al Valencia y el del Celta son de oportunista, en el área pequeña, de delantero centro. Es una nueva versión de un jugador que no quiere ser cazado fuera del área y hace de cazagoles dentro de ella.

Se ve un Vinícius letal en el tramo en el que se empiezan a decidir los títulos y sigue demostrando su voracidad y tenacidad. En una temporada en la que ha sufrido dos parones por las lesiones, el brasileño alcanza los 16 goles y está a 6 de su mejor marca anotadora (23), que logró la temporada pasada. Es importante resaltar que sigue creciendo como goleador y se acerca a los 20 goles de Jude Bellingham, máximo realizador del equipo. Otra cosa son sus trifulcas y excentricidades en las celebraciones.

Vinícius, para lo bueno y para lo malo, se empeña en acaparar el protagonismo en el Real Madrid. Lo último es un empujón a Mingueza por un agarrón continuado del jugador del Celta. Escandaloso por absurdo, el brasileño responde con malos humos. Se resiste a que le frenen, mete toda su fuerza y potencia para marcharse, pero le resulta imposible conseguirlo. Mingueza frena a Vinícius en una acción propia del marcador que se ve impotente con la amenaza de un rival poderoso y desequilibrante.

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