La sandez de creer que Vinícius tiene una estrategia de provocación queda desmontada
No es verdad que Vinícius tenga una actitud de provocación para automotivarse y dar un plus de rendimiento. No le ha hecho falta en las eliminatorias contra el Liverpool, Chelsea y City
La última teoría que se da para explicar por qué Vinícius es un follonero es que el brasileño provoca para sacar lo mejor de sí mismo. Como si necesitara el pique con el rival y la grada para motivarse. La teoría es un despropósito. Una sandez. Pero sí es verdad que hay dos Vinícius. El de España es un broncas y el de Europa no se mete en jaleos. En el partido contra el Manchester City dio motivos para que Kyle Walker, su marcador, le hubiera roto las piernas por una lambretta. Un regate, recurso técnico de los atrevidos, que es considerado como un gesto de humillación por los adversarios. Lo que hizo Walker al final del partido fue irse a por el brasileño para darle un abrazo y pedirle la camiseta.
Esto desmonta la versión de la premeditación de Vinícius, esa con la que sale al campo a provocar con su fútbol y gestos. El duelo con Kyle Walker fue limpio. ¿No será que los rivales en España sí salen con premeditación para sacarle del partido? Es una de las lecturas que deja el partidazo entre el Real Madrid y el Manchester City. En un encuentro de una enorme presión y exigencia, Vinícius no tuvo líos ni con su marcador, ni tampoco con el árbitro y no se dedicó a buscar las cosquillas a los del City. El final dejó imágenes que sirven de ejemplo de deportividad y admiración de los futbolistas del equipo inglés con el brasileño, con felicitaciones y abrazos de Ederson, Walker y Haaland.
Vinícius llegó al partido contra el Manchester City con la polémica de los rifirrafes en la final de la Copa del Rey con algunos futbolistas de Osasuna. Tuvo un gesto que no estuvo nada bien y refleja el hartazgo que sufre con la desprotección arbitral en España. Vinícius fue el único que no saludó al equipo arbitral de Sánchez Martínez. Se escaqueó descaradamente yéndose a dejar la chaqueta del chándal al banquillo. El partido lo empezó con protestas por los agarrones de sus marcadores, recibió una tarjeta amarilla, en el descanso fue a por él el Chimy Ávila, hubo amago de tángana y en el vestuario le dio un toque Ancelotti para que evitara meterse en más fregados. Salió un Vinícius amagado y lo notó su equipo. Es por lo que en el Real Madrid no tienen claro si es una buena idea decirle que baje las revoluciones o es mejor defenderle de las continuas faltas y provocaciones que recibe.
Misión: sacarle del partido
No es un santo y tiene actitudes reprochables. Como la fea celebración del segundo gol en la cara de Lucas Torró. Es curioso que el futbolista rojillo esperara en el túnel de vestuarios al final del partido al brasileño para pedirle su camiseta. Pero hay otro jugador de Osasuna que se encargó de dar una versión diabólica a los medios para dejar por los suelos la deportividad del madridista. "Nos decía que somos un equipo pequeño", filtró. Con todas las barbaridades que se dicen en el campo. Vinícius fue provocado con un tirón de pelo de David García y después se dedicó a ajustar cuentas.
Sacar del partido a Vinícius es una práctica común de los equipos españoles. Reconocido por los futbolistas rivales y hasta por Míchel, el entrenador del Girona, que manifestó tras la victoria en Montilivi que "les he dicho a mis futbolistas que no se va a desconectar. Sigue encarando y hay que hacerle faltas". En Valladolid, Mallorca, Vallecas, Camp Nou, el Metropolitano... En muchos campos españoles tiene problemas el brasileño con los marcajes, los insultos de la grada y los árbitros. Tras la final de la Copa del Rey habló el jefe del club, el que tiene que decir qué está pasando con Vinícius. "Hay que defender a los jugadores que dan mucho espectáculo y hacen más bonito el fútbol", se pronunció Florentino Pérez para reforzar la teoría de la cacería que sufre el brasileño.
72 horas después de las riñas con Osasuna el escenario cambió para Vinícius. A mejor, cuando debería ser a peor. En el enfrentamiento contra el Manchester City había más tensión y presión. Mucho en juego y lo acabó con un golazo, abrazado y bromeando con su marcador.
No es verdad que Vinícius tenga una actitud o estrategia premeditada de provocación para automotivarse y dar un plus de rendimiento. No le ha hecho falta en las eliminatorias contra el Liverpool y el Chelsea. Ni en el partido de ida de las semifinales contra el Manchester City. Es más creíble que Vinícius es víctima de las artimañas de los equipos españoles que buscan sacarle del partido y saben que es de mecha corta. Explota como los petardos, se mete en líos y lo más decepcionante para los rivales es que no le afecta a su juego. Se le puede dar la vuelta a esta tortilla y decir que el que pincha es Vinícius. ¿Para sacar beneficio? No sé qué ventaja.
El dedo en la llaga lo pone Kroos, que después del polémico partido contra Osasuna y en la víspera del City, dijo que "los defensas se preguntarán qué hago contra él". Esta es la diferencia entre España y Europa en el caso Vinícius. En nuestro país está mal visto que un futbolista tenga la virtud de encarar tantas veces en un partido como lo hace el brasileño. Es la cultura del fútbol español y viene de lejos. A Maradona le pegaban mucho. Eso sí que era una cacería. Al bueno hay que frenarle como sea, pararle con sucesivas faltas, jugar al límite del reglamento. A esto se agarran los que dicen que Vinícius no sufre violencia física en los marcajes y que lo que tiene que hacer es dedicarse a jugar. La diferencia es que en el fútbol de antes no había tecnología y en el actual los árbitros tienen más recursos para proteger al bueno. Los insultos y el racismo es algo en lo que no evoluciona España.
La última teoría que se da para explicar por qué Vinícius es un follonero es que el brasileño provoca para sacar lo mejor de sí mismo. Como si necesitara el pique con el rival y la grada para motivarse. La teoría es un despropósito. Una sandez. Pero sí es verdad que hay dos Vinícius. El de España es un broncas y el de Europa no se mete en jaleos. En el partido contra el Manchester City dio motivos para que Kyle Walker, su marcador, le hubiera roto las piernas por una lambretta. Un regate, recurso técnico de los atrevidos, que es considerado como un gesto de humillación por los adversarios. Lo que hizo Walker al final del partido fue irse a por el brasileño para darle un abrazo y pedirle la camiseta.
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