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Álvaro Benito: "Mis celebraciones con el Real Madrid eran agridulces, me sentía un intruso"
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ENTREVISTA AL EXJUGADOR DEL MADRID

Álvaro Benito: "Mis celebraciones con el Real Madrid eran agridulces, me sentía un intruso"

Actualmente, es comentarista en Movistar+ e integrante de Pignoise, Benito era una de las joyas de la cantera del Madrid y un futbolista de futuro hasta que una lesión se interpuso en su carrera

Foto: El comentarista Álvaro Benito. (Francis Tsang/Movistar )
El comentarista Álvaro Benito. (Francis Tsang/Movistar )

Álvaro Benito tiene 46 años y cualquiera sabe que es experto en fútbol y comentarista de merecido renombre. También es músico, entrenador y fue futbolista profesional. Jugó nada menos que en el Real Madrid, como también es sabido.

Con 18 años, Álvaro se convirtió en titular en el equipo dirigido por Jorge Valdano que era vigente campeón de Liga. El argentino dice de él que tenía "el instinto del extremo y la inteligencia del mediocampista". Ese curso solo frenó su progresión el cese prematuro del entrenador. Al año siguiente, temporada 1996/97, se ganó de nuevo la titularidad con Capello en un Madrid que ganó otra Liga. Esta vez detuvo su carrera la maldita lesión que fue, en 2003, la causa de su retirada.

Foto: La pancarta y el muñeco con la camiseta de Vinícius. (Twitter)

El pesar de su entorno fue enorme, pero del todo proporcional a las cualidades y aspiraciones del joven futbolista. Tal era su ilusión por triunfar en el fútbol y el empeño que puso en recuperarse que su padre aseguró que se hubiera cortado la pierna para cedérsela a Álvaro. Y que pudiera seguir jugando.

Su hijo iba para crack. No hay más que escuchar a quienes lo tuvieron cerca en un terreno de juego. Raúl dijo que su compañero hubiese marcado época en el fútbol mundial. Luque, también contemporáneo y amigo suyo, aseguró entre lágrimas que el atacante era lo más parecido a Messi que había en las canteras españolas durante los 90.

Sus acertadas opiniones sobre la actualidad futbolística corren como el viento. Sin embargo, pasa el tiempo y cada vez se habla menos del que ha sido su principal talento, jugar al fútbol. La suya vestida de corto es una historia de esperanza y frustración, pero sobre todo de virtud, que no merece ser olvidada. Para hablar de ella, Álvaro Benito ha atendido a El Confidencial.

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placeholder Álvaro Benito, en 'El Dia Después'. (Francis Tsang/Movistar )
Álvaro Benito, en 'El Dia Después'. (Francis Tsang/Movistar )

PREGUNTA. ¿Dónde surge el fútbol?

RESPUESTA. Mi madre me dice que, desde que nací, veía una cosa redonda y decía: "Pelota, pelota". En cuanto me puse en pie, empecé a darle patadas a una. Mi padre me cuenta que desde pequeñito bajábamos al patio en el bloque donde vivíamos y los mayores decían: "Mira el enano este cómo le pega al balón". Es verdad que mi padre jugó al fútbol de manera amateur, también fue mi entrenador hasta que me marché a Madrid, y me lo inculcó un poco. Pero yo lo llevaba en la sangre.

P. ¿Cuándo empezó a jugar?

R. Con seis años entré en mi primer equipo federado, en el colegio de la Salle, en Figueras. Con ocho nos fuimos a Ávila y allí nos encontramos algo muy diferente. Te hablo de 1984. En Cataluña el fútbol formativo estaba avanzado y en Ávila no había ni fútbol 11, así que tuve que jugar a fútbol sala. De hecho, fue mi padre quien se metió en la federación para establecer ligas de fútbol 11, que éramos cuatro equipos y hacíamos como 27 vueltas unos contra otros, en campos de tierra. Estuve jugando en el Real Ávila hasta los 14 años.

P. ¿Y el madridismo?

R. De pequeño no era de un equipo a fuego. De hecho, al tener abuelos en Valladolid, íbamos al estadio a ver sus partidos y tuve mucho tirón por los pucelanos. Pero estaba enamorado del Madrid de Míchel, Gordillo, Butragueño y Hugo Sánchez, a los que veía en los partidos de Copa de Europa y flipaba.

"Me plantearon la posibilidad de ir al Madrid, al Barça o al Valladolid. Decidí fichar por el Madrid"

P. Desde el Ávila le captó el Madrid.

R. En categoría cadete, llegamos a la final del campeonato de Castilla y León y nos clasificamos para el de España con el Ávila, algo que no ha vuelto a pasar allí. En la fase previa nos tocó el Osasuna y el Barça. Al terminar el segundo partido contra los culés, en el que perdimos 8-2, el delegado y el entrenador del Barça hablaron con mi padre para plantearle la posibilidad de llevarme a La Masía. Mi padre les dijo que no, porque llevaba tiempo en conversaciones con el Real Madrid. Eso yo no lo sabía. El Madrid me estaba siguiendo, le había contactado incluso antes, cuando yo tenía 12 años, pero mi padre se negó porque yo era demasiado pequeño. De hecho, cuando llegué a la pensión del club tenía 14 años porque no se podía llegar con menos edad.

P. ¿Hubo más interesados además del Madrid y del Barcelona?

R. Me plantearon la posibilidad de ir al Madrid, al Barça o al Valladolid. Mis padres eran partidarios de que fuera al Valladolid, porque tenía amigos de la selección de Castilla y León, además de que mis abuelos vivían allí. No obstante, pensé que nos habíamos enfrentado al Valladolid en infantiles y les ganamos 2-0. ¿Cómo me iba a ir a un equipo así en lugar de a otro? Fui yo el que decidió fichar por el Madrid.

placeholder Álvaro Benito durante un programa en Movistar+. (Movistar Plus)
Álvaro Benito durante un programa en Movistar+. (Movistar Plus)

P. Menuda decisión para un chico de 14 años.

R. Seguramente es una edad a la que no estás preparado para tomar una decisión importante, pero fue la mejor que he tomado en mi vida. Y fue una decisión valiente, porque a esa edad no tienes una perspectiva real de las cosas. Para mí hablar del Real Madrid era como si allí todos fueran Maradona, jugadores de otra dimensión o seres de otro planeta. Entonces, yo pensaba lo difícil de jugar en ese equipo. Finalmente, pensé: "Lo voy a intentar".

P. ¿Cómo era entonces La Fábrica?

R. Nada que ver con la de ahora. En aquel tiempo, el Madrid tenía aún mucho por mejorar. Los jóvenes íbamos a una pensión, que costeaba el club, pero no trabajaba para el Real Madrid, sino que la compartíamos con personas de la tercera edad. Si llegabas tarde, por ejemplo, no cenabas. La rutina era el día de la marmota: levantarse, ir al colegio, volver, comer, descansar un poco, entrenar, estudiar, cenar y cama. Al día siguiente, lo repetías todo.

"Compartíamos pensión con personas de la tercera edad. Si llegabas tarde, no cenabas"

P. Antes no se cuidaban tanto los jugadores.

R. Eran otros tiempos y aquello no estaba preparado para el deportista. Pero tiene su parte buena y mala. La negativa es que no estábamos cuidados a nivel de nutrición y demás, pero la buena es que te curtías. Era como si te soltaran allí con un cuchillo de supervivencia y te dijeran: "Chaval, búscate la vida". Te decían la hora de entrenamiento, el lugar del partido del fin de semana y poco más. Tenías que apañártelas para ir al instituto o al campo tú solo. Eso te hace madurar muy rápido, tener capacidad de adaptación ante la soledad y sobre el confort de tener a tus papás cerca para que te solucionaran las eventualidades. Hacías más personalidad que los chicos de hoy, algo de lo que me di cuenta luego en mi etapa de entrenador en las inferiores del Madrid.

P. ¿Cómo era la convivencia?

R. Tengo muy buenos recuerdos y conservo la mayoría de amistades. Los compañeros éramos nuestra propia familia, eso forja mucho la unión. Había respeto, cariño, camaradería y compañerismo. Entre todos nos costeábamos el Canal Plus, por ejemplo, para juntarnos en la salita y ver los partidos. Por ejemplo, en la pensión estaba Toril, que era mayor y ya jugaba en el Castilla y entrenaba con el primer equipo. Para mí el Castilla era como el Flamengo.

placeholder Del Bosque estaba muy pendiente de la cantera cuando llegó Álvaro Benito a Madrid. (EFE/Chema Moya)
Del Bosque estaba muy pendiente de la cantera cuando llegó Álvaro Benito a Madrid. (EFE/Chema Moya)

P. ¿Cuándo le llegó esa posibilidad?

R. Valdano, Cappa y Del Bosque habían hecho un estudio y una selección de jugadores de cantera. Teníamos un grupo de trabajo que entrenábamos una vez a la semana con el cuerpo técnico y algunos jugadores del primer equipo que venían de lesión. Jorge nos tenía muy controlados. Yo había hecho la temporada con el Madrid C, siendo aún juvenil. Tanto en la cantera como en las inferiores de la Selección española era una estrella. Lo mismo que Raúl; éramos los únicos juveniles que íbamos dos años por encima de nuestra edad. Tuve un problema en el pubis esa temporada, pero hubo un torneo en Suiza al finalizar y jugué muy bien, me dieron el trofeo al mejor jugador. De vuelta, camino al aeropuerto en el autobús, Valdano me llama a través del delegado para decirme que quería que hiciera la pretemporada con el primer equipo.

P. Esa llamada fue clave.

R. Primero tiene que existir eso, un entrenador con verdadero interés por las inferiores. Luego que tenga la valentía de subir a los canteranos y ponerlos. En nuestro caso, había una generación bestial: Raúl, Guti, Víctor, Sandro o García Calvo, que eran un poco mayores, y yo. Todos tenían un gran potencial. Entonces, ese verano entrené como una bestia en Ávila y llegué muy bien. Tanto que yo debuto antes en el primer equipo que con el Castilla. Las dos primeras jornadas de la Liga 95/96 juego mis ratos en Primera, luego bajo al filial. Pero para mí fue el clic de decir: "Hostia, doy el nivel e incluso destaco. Estoy preparado".

"Hierro y Chendo se volcaban mucho y ejercían de padres de los jóvenes, aconsejándonos sobre muchas situaciones"

P. No le sobrepasó dar el salto a jugar con esos grandes futbolistas, según veo.

R. Al subir al primer equipo, noté inmediatamente que tenía el nivel. Sin que suene pretencioso, fue una reafirmación para mí. Además, en el mundo del fútbol notas rápidamente el respeto. Si no vales, cantas mucho y los propios compañeros del primer equipo no te respetan, pero yo sentí desde el primer momento que los demás veían que en mí había un jugador. Entonces, cambias de verdad el chip. Luego, por supuesto, tuve que dar el 200% para demostrar que era válido para un equipo como el Real Madrid.

P. Entonces le acogieron bien los jugadores de la primera plantilla.

R. Raúl ya estaba allí y puede decirse que fue mi padrino, puesto que éramos uña y carne. Míchel también me ayudó mucho. Todos con muy buen trato, pero especialmente Hierro y Chendo se volcaban mucho y ejercían de padres de los jóvenes, aconsejándonos sobre muchas situaciones que desconocíamos. Y yo intentaba aprender de los veteranos, de los top de la plantilla. Aprender cómo se comportaban, cómo competían.

placeholder Valdano fue el que le dio la oportunidad a Álvaro Benito. (EFE/Biel Aliño)
Valdano fue el que le dio la oportunidad a Álvaro Benito. (EFE/Biel Aliño)

P. ¿Cómo eran Valdano y Cappa?

R. Eran entrenadores muy didácticos. Y sobre todo con empatía y capacidad para llegarte, animarte y convencerte. Yo debuté en el Bernabéu en el trofeo Santiago Bernabéu, contra el Ajax, unos días antes de empezar la temporada. El Ajax tenía un superequipo y nos estaba dando un agua en la primera parte. Para mí era el examen de mi vida, como la selectividad multiplicado por 1.000, ya que no sabes si vas a tener otra oportunidad de jugar ahí. Gestionar eso es muy difícil. Entonces, yo caliento y, cuando voy a salir, Jorge me coge por encima del hombro y me dice: "El primer balón que tengas, tírale un caño a Reiziger", que era el defensor de mi banda. Se lo tiré y me salió. Eso me dio un confort impresionante. Es como que alguien te diga que no hagas nada diferente a lo que venías haciendo en el Castilla, que seas valiente y desarrolles tu juego.

P. Aquel Madrid de Valdano encajó con su juego.

R. Sí, era un equipo tremendamente ofensivo. Jugábamos un 4-4-2 en rombo, pero ni siquiera era un rombo porque los dos extremos estaban abiertos a las bandas. Ser más ofensivo era imposible. Yo encajaba muy bien, porque cumplía una función parecida a la de Amavisca, que el año anterior había hecho un temporadón. Mi posición ideal era la de segundo punta, pero por la vida, por los jugadores que había en mi generación del Madrid, arriba jugaban Raúl e Iván Pérez, o Raúl y Morán de mediapunta, así que yo tenía que jugar en banda izquierda. Sin embargo, en la Selección española sí jugaba como segundo punta. Pero en cualquier de las dos posiciones jugaba bien.

P. ¿Cuáles eran sus características?

R. Con el paso del tiempo me he analizado y creo que, objetivamente, era un jugador muy completo y estaba capacitado para hacer muchas cosas. Mi padre siempre se preocupó mucho de que tuviera comprensión del juego, de hacer la jugada correcta. Ser jugador de banda es más específico y te acota las posibilidades. Se reduce a desborde y centro, y alguna conducción en diagonal para rematar. En cambio, de segundo punta puedes aportar más. Yo tenía desborde, pero siempre había tenido mucho gol. No sé si hubiese sido capaz de ser un jugador de 15 goles por temporada, pero en las inferiores siempre tuve facilidad.

placeholder Álvaro Benito coincidió con Fernando Redondo en el Real Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Álvaro Benito coincidió con Fernando Redondo en el Real Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. Jugó con Redondo y Laudrup cerca.

Yo distingo entre futbolistas terrenales, que son muy buenos, pero que los veía y pensaba que, cuando tuviera 25 o 26 años, podía alcanzar ese nivel perfectamente porque tenía las cualidades. No te asombraban. Y luego había otros que yo pensaba: "Por mucho que entrenes, jamás vas a llegar a hacer las cosas que hacen estos extraterrestres". Por ejemplo, Laudrup, que era una cosa de locos. Hacía cosas imposibles con una facilidad…

P. ¿Cuál fue el mejor defensor que le tocó enfrentar?

R. Yo era mucho de estudiar al defensor e intentaba descifrar rápido durante el partido qué le incomodaba: que le atacase la espalda, que me metiera más por dentro, si me entraba rápido o aguantaba, este tipo de cosas importantes en los duelos. Recuerdo que yo era muy muy rápido, más rápido que casi todos, o diría que todos los laterales a los que me enfrenté. Pero en un partido contra el Dépor jugué en punta, me echaron un balón largo y Paco Jémez me aguantó la carrera. Pensé: "Qué rápido es el cabrón este".

P. Se ganó el puesto con Valdano, pero lo destituyeron tras la jornada 22. Fue público que a Raúl le molestó que lo despidieran, porque era su valedor. ¿A usted cómo le afectó?

R. A mí me cambió la vida, porque me cortó la continuidad que, sinceramente, me había ganado. En esos momentos, es muy importante tener continuidad. Arsenio Iglesias no me puso ni un minuto, por las razones que fueran. Pero lo cierto es que yo no gestioné bien esa frustración y la demostré entrenando mal, como dando a entender que tenía derechos adquiridos. Para que veas, siendo un niño y pensando así.

"La salida de Valdano fue la primera adversidad que tuve que sufrir y a nivel emocional no lo llevé bien"

P. El protagonismo con Arsenio fue nulo.

R. No conté nada para Arsenio, pero contra el Barça sí entré, aunque con el partido decidido, 3-0 perdiendo, e hice buenos minutos. La situación tras la salida de Valdano fue la primera adversidad que tuve que sufrir y a nivel emocional no lo llevé bien. Como no estaba jugando, pedí bajar al Castilla, y allí jugué los últimos partidos de la temporada. Me hubiese faltado un buen consejo que me dijera: "Aprieta el culo y entrena mejor para demostrarle al míster que mereces minutos". No fue así.

P. Acabó la temporada y llegó el reputado Capello.

R. Había cierta tensión positiva, ganas de trabajar con quien era seguramente el mejor entrenador en el fútbol europeo. Y también sobre cuánto nos iba a hacer sufrir, porque se decía que era muy duro. Como Valdano, era un entrenador con mucha riqueza, pero cada uno con su libreto. Era diferente en cuanto a la exigencia en general de lo que tiene que ser un futbolista. En el último partido con el Castilla me hice una fisura y estuve todo el verano recuperándome. Llegué a la pretemporada con Fabio muy justo, con el alta médica, pero sin haber apenas entrenado. Después de dos semanas de pretemporada, se reúne conmigo y me dice que me busque una cesión. Lo acepto y mi representante se pone en marcha.

P. Pero no hubo ninguna cesión finalmente.

R. Empecé a entrenar de puta madre. Cuando quedaba poco para que comenzara la temporada, Fabio me preguntó cómo estaba el tema de mi cesión y le dije que lo tenía medio arreglado con el Sevilla y me contestó: "Te vas a quedar". Le dije que yo quería jugar, pero me insistió: "Estás entrenando muy bien y te quedas". Y en las ocho primeras jornadas de Liga no jugué un solo minuto. Pero yo había aprendido la lección. Recorrí el camino opuesto al año anterior, entrené dos meses como una bestia y me gané la oportunidad. Noté que ese año había dado un salto de nivel mental y físico, porque Capello nos había puesto a tono. Yo perdí un kilo y medio y volaba. Entonces empecé a jugar e hice el mejor fútbol de mi vida. Hasta que llegó la guillotina...

P. ¿Cómo fue aquel Madrid del italiano?

R. Jugaba un 4-4-2 y el equipo era: Illgner, Panucci, Alkorta, Hierro, Roberto Carlos, Redondo, Seedorf, Raúl, Suker y Mijatovic. Solo había un puesto libre, la banda derecha, por la que el resto de los mortales nos dábamos hostias por jugar. Así que con Fabio jugué a pierna cambiada, una función que entonces no existía. Como un Robben o un Messi que se mete hacia dentro a tirar paredes y ejercer casi de mediapunta. Era difícil porque como futbolista tienes tus movimientos preestablecidos, sobre cómo te entra el lateral, cómo te perfilas para superarlo, cómo llevas el balón... Son como trucos para superar situaciones. Jugué en la banda derecha desde la jornada nueve, ocho o nueve partidos hasta que me lesioné y entró Víctor, que jugó el resto del campeonato.

placeholder Álvaro tuvo protagonismo con Fabio Capello.
Álvaro tuvo protagonismo con Fabio Capello.

P. ¿Cómo era Capello en lo motivacional?

R. Recuerdo una anécdota. Contra el Zaragoza estaba jugando de puta madre y me sustituyó. Todos nos quedamos atónitos. Entonces Fabio me dijo: "Tranquilo, déjame, que esto lo gestiono yo". Luego me dijo que me iba a convertir en el Donadoni español. "Quiero que pises más área", me decía. En realidad, no nos parecíamos, aunque Donadoni jugaba también en banda a pie cambiado, pero era más centrocampista y yo era más atacante. El contrapunto fue que en Santiago, contra el Compostela, estábamos haciendo el peor partido que jugué con el Real Madrid y Fabio, que siempre estaba braseando en la banda, me animaba. Dije: "Qué mal tengo que estar jugando para que este tipo me anime". Pensaba que me iba a quitar en el descanso, pero me mantuvo. Entiendo que me dejó para que aprendiera gestionar la adversidad de los días malos. Supongo que para él todo era parte de la educación futbolística de un jugador joven.

P. Entonces llegó la lesión

R. El partido con la Selección sub-21 fue un martes. El domingo había jugado uno muy exigente. Al día siguiente, en el entrenamiento, estaba reventado. Hablé con el míster, Iñaki Sáez, y me dijo que no jugaría de inicio. Salí durante el partido porque se lesionó Morientes. En la jugada no hice nada especial. Fue en la banda, frené y escuché un crac. Lo achaqué a la fatiga. Ese fue el principio del fin. Cruzado, menisco y ligamento lateral interno fracturados. El problema fue que en la operación me quitaron el menisco roto, que es lo que se hacía antes. Cuando empecé a entrenar, al no tener menisco, el cartílago se desgastaba. Estaba cinco minutos de pie y no podía. Las inflamaciones se me hicieron crónicas y constantes. Ahí empezó el intentar recuperarme de cualquier manera, sin conseguirlo. No perdí ni un día. Recuerdo que hasta me iba en vacaciones yo solo donde se iba el fisio con su familia. Nunca bajé los brazos, luché como un hijo de puta.

P. ¿Cómo recuerda aquel título de Liga?

R. Fue el último título donde me sentí partícipe y lo pude celebrar en el césped, con cierta alegría, puesto que ya estaba tocando balón. Yo me lesioné en noviembre y esto era junio. Con el paso de los años, los momentos de celebración de títulos eran complicados, agridulces. No podía estar jodido, por mis compañeros, pero no es que no me sintiera partícipe, sino que por momentos me sentía avergonzado por no haber hecho nada, hasta un intruso. Por otro lado, estaba mi frustración de decir: ¿por qué yo no puedo disfrutar de esto? A nivel emocional fueron momentos jodidos.

"Con 24 años, tomé la decisión de dejarlo. Fue dura, pero a la vez liberadora"

P. Sin embargo, consiguió esa ansiada vuelta.

R. Después de la primera operación, me fui a Tenerife cedido, pero la sensación es que la rodilla no estaba bien. Me podía defender, porque era muy buen jugador, pero no era el mismo. Haciendo un gol al Valladolid me volví a lesionar. Entonces regresé a Madrid y ya me descubrieron lo del cartílago. Cuando me recupero, me bajan al Castilla. Y, en el último intento de que sucediera un milagro, me cedieron al Getafe. En los momentos donde no estaba mal, podía, pero fue muy duro mentalmente aceptar mi bajada de nivel.

P. Ya no era el mismo.

R. También me equivoqué en esta última etapa, porque tenía que haber decidido jugar de ocho, haberme reconvertido en un futbolista interior. Ahí no hubiese hecho esfuerzos explosivos, aunque esta había sido una de mis mejores virtudes. Pero solo hablo para haber aguantado un poco más, no para ser el jugador que en mis inicios podía haber sido. En el Getafe vino Pepe Mel y empecé a jugar a mitad de temporada. Pero el primer día de titular tuve una rotura de fibras en la pierna buena, algo inevitable porque sobrecargaba el esfuerzo en ella. Entonces, con 24 años, tomé la decisión de dejarlo. Fue dura, pero a la vez liberadora. Lo mejor es que no tengo nada que reprocharme, porque hice todo lo que estaba en mi mano para recuperarme.

P. Muchos futbolistas retirados dicen que tras el fútbol no queda nada.

R. Cuando me retiré sentí vacío, pero la vida te enseña que hay muchas cosas más y, afortunadamente, se puede ser feliz más allá del futbol, aunque haya sido tu gran pasión. La única espinita es no haberme podido ver con 26 o 27 años, ver qué futbolista hubiera sido en mi plenitud.

Álvaro Benito tiene 46 años y cualquiera sabe que es experto en fútbol y comentarista de merecido renombre. También es músico, entrenador y fue futbolista profesional. Jugó nada menos que en el Real Madrid, como también es sabido.

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