La odiosa comparación entre la Supercopa de Arabia y la Supercopa femenina en Mérida

Menos de un mes después del Mundial de Qatar, esta semana se disputa la ya conocida como Supercopa de Arabia, pues no en vano se celebra en Riad, la capital de este país, con la participación de Real Madrid, Betis, FC Barcelona y Valencia CF. Una semana después, llegará el turno de la versión femenina, que mantiene el título de Supercopa de España, pues se jugará del 16 al 22 de enero en la capital de Extremadura, con Real Sociedad y Sporting de Huelva acompañando a los omnipresentes FC Barcelona y Real Madrid, por cierto, ambos sin representación en el sorteo en que, al no estar dirigido como el de los hombres, se vieron emparejados.

De esta forma, Mérida, con unas comunicaciones que no hace falta recordar, recoge el testigo de Salamanca, Almería y la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde la temporada pasada la Federación Española de Fútbol (RFEF) comunicó apenas una semana antes que se disputaba esta final four, ante la lógica indignación de los aficionados y, en especial, de las aficionadas. Y no solo porque el campo principal solo tiene capacidad para 1.200 espectadores, sino porque fue otra demostración más de lo poco que importa el fútbol femenino a Rubiales y su equipo de trabajo, cuyo núcleo duro forman los presentes, todo ellos hombres, en el chalé de Salobreña.

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El propio presidente de la RFEF fue quien hace ya tres años aseguró que estaba "sobre la mesa" llevar la Supercopa femenina también a Arabia. Según Rubiales, los saudíes no tenían "ningún problema de que se jugara allí junto a la masculina y es algo que nos plantearemos de cara al futuro", para añadir que "estoy convencido de que cualquier mujer que desee la equiparación de las mujeres de allí a las de los hombres estará satisfecha de las cosas que estamos consiguiendo".

Rubiales llegó a decir que había decidido cerrar el acuerdo para que se jugara la Supercopa en Arabia Saudí para no "darle la espalda" a la sociedad de ese país. "A nivel ético, lo que estamos haciendo es ayudar mucho al desarrollo de la mujer en el fútbol, que es nuestro cometido. El resto de cuestiones son cuestiones políticas que permanecen al margen del fútbol", añadió, para, a continuación, asegurar que los ingresos que la RFEF iba a conseguir por celebrar la Supercopa en Arabia Saudí eran "los mismos" que los que se obtendrían en otros países. "Os lo puedo asegurar", insistió, aunque esto también quedó posteriormente en entredicho.

Sin embargo, la frase que pasará a los anales del populismo fue cuando dijo que "antes de ir nosotros no había ni baños para las mujeres en los campos de Arabia Saudí", y nunca está de más recordar que cuando a Rubiales se le preguntó por la comisión que se llevó la empresa de Piqué por la negociación con Arabia, respondió que "desde el primer momento dijimos a Kosmos que no pagaríamos ninguna comisión, aunque ellos nos pusieran en contacto". "Yo no sé si los saudíes les han pagado a ellos", aseguró. ¿Recuerdan el intercambio de mensajes entre Rubi y Geri hablando de palos? Pues eso...

Los equipos femeninos se pagan el viaje

Volviendo a la Supercopa de España Iberdrola, es decir, la femenina, las comparaciones con la de Arabia son inevitables, sobre todo cuando desde la RFEF se presume de una igualdad que no solo no existe, sino que tampoco preocupa. Así, mientras la RFEF se lleva la Supercopa masculina a Arabia porque, diga lo que diga Rubiales, los saudíes pagan 40 millones, de los que cuatro son para la empresa de Piqué, la femenina se disputa en Mérida porque, según fuentes de los clubes consultadas, la Junta de Extremadura paga 400.000 euros. "Que haya equipos femeninos compitiendo es un ejemplo para que más niñas se animen a participar y a formar parte del mundo del deporte", comentó su presidente, Guillermo Fernández Vara, como si el fútbol jugado por mujeres no fuera ya incluso profesional.

Claro que lo peor es que mientras a los clubes participantes en la Supercopa de Arabia se les paga por participar, eso sí, con unas cantidades fijas muy diferentes para Madrid y Barça, que se llevan 2,8 millones, por 1,7 el Valencia y 750.000 euros el Betis, los de la Supercopa femenina tienen que costearse los viajes, pues, según las mismas fuentes, sus posibles ingresos se reducen a 25.000 euros para el campeón, 15.000 para el subcampeón y 10.000 para cada uno de los otros dos semifinalistas. Es decir, que difícilmente les saldrá rentable económicamente jugar esta competición en la que, también a diferencia de la masculina, no hay posibilidad de ver una final entre Barça y Madrid. Será porque aquí no hay palos...

Siguiendo con las comparaciones, mientras la masculina se juega en el estadio King Abdullah Sports City, con una capacidad para 60.000 espectadores, la femenina lo hará en el Estadio Romano José Fouto, donde entran 14.537. Quién sabe, será porque antes de que llegara míster Rubiales, en el campo de Mérida ya había baños para las mujeres y la principal diferencia con respecto a Yeda es que en sus gradas no veremos a mujeres con burka, ni los aficionados del Real Madrid tendrán que eliminar de sus camisetas, bufandas o banderas la cruz de la corona que lleva su escudo. Pues eso, vaya cruz.

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Para intentar entender por qué desde la Moncloa se consienten estas y otras odiosas comparaciones, tampoco está de más recordar que la anterior secretaria de Estado para el Deporte, Irene Lozano, dijo que "Arabia no es el lugar donde yo organizaría la Supercopa. No tenemos que normalizar este tipo de espectáculos en países que vulneran los derechos humanos". Y, claro, siguiendo su modus operandi habitual, descubierto en los Supercopa Files, Rubiales hizo todo lo posible junto al presidente del Comité Olímpico Español (COE) para que Lozano fuera relevada de su cargo, como anteriormente sucedió con María José Rienda. Sí, casualmente, las dos mujeres, relevadas por José Manuel Franco, todo un experto en la utilización del lenguaje inclusivo de género, aunque una cosa sea lo que dice y otra lo que hace...