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A Ancelotti se le rompe el motor, pero pasa de ir al taller. ¿Por qué el Madrid sufre tanto?
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La medular blanca languidece

A Ancelotti se le rompe el motor, pero pasa de ir al taller. ¿Por qué el Madrid sufre tanto?

Casemiro y Kroos atraviesan un bajón que deja a Modric totalmente expuesto. Las repetidas suplencias de Camavinga y Valverde dañan a un equipo cuyo centro del campo se apaga

Foto: Ancelotti, durante el Madrid-Barça. (Reuters/Javier Barbancho)
Ancelotti, durante el Madrid-Barça. (Reuters/Javier Barbancho)

Hubo un tiempo en el que el centro del campo del Real Madrid era imbatible. Capaz de presionar arriba, superar al rival en cada duelo individual, esconderle la pelota hasta hacerle perseguir sombras y desesperar a cualquier oponente. Tenían una calidad extraordinaria, pero también un despliegue físico y una frescura que les permitía moldear los encuentros a su antojo. Si el entrenador decidía aumentar el ritmo, ellos tocaban con velocidad, movían al adversario de lado a lado y engrasaban la maquinaria. Si, por el contrario, había que reducir las pulsaciones del encuentro, Casemiro, Kroos y Modric se juntaban y se distribuían la responsabilidad. Sin embargo, los tres jugadores superan la treintena y esto ya forma parte del pasado, a excepción de momentos muy puntuales. El que un día era uno de los principales puntos fuertes del equipo, ahora es un punto débil que explotan sus rivales.

No ayuda que el Real Madrid venga perpetrando un juego plomizo, pobre, improvisado y soporífero desde enero. A los hombres de Carlo Ancelotti se le cuentan los momentos brillantes en 2022 con los dedos de una mano y... sobran bastantes falanges. La media hora prodigiosa contra el PSG, la victoria en casa contra la Real Sociedad por 4-1, algunos chispazos contra el Valencia en enero y deja de sumar. El equipo ha frenado su evolución y solo las individualidades lo sostienen. Padece de falta de energía y de frescura.

placeholder Kroos y Casemiro intentan robarle la pelota a Messi. (Reuters/Benoit Tessier)
Kroos y Casemiro intentan robarle la pelota a Messi. (Reuters/Benoit Tessier)

En una de las Ligas más fáciles de la historia, el Madrid está tonteando con darle oxígeno y vida a una competición que debería estar muerta desde hace meses. Hay múltiples razones: el cuerpo técnico únicamente usa 14-15 jugadores, Ancelotti siempre abusa del mismo once y de los mismos cambios y esto significa que una gran parte del equipo no está activado en el momento clave. Las piernas empiezan a pesar tras tanto trote y eso se nota en la intensidad del juego y la falta de fluidez. Ancelotti sacrificó las rotaciones y este es el precio a pagar. La cantera, además, es un recurso ornamental para él. Y luego está el centro del campo.

Al Real Madrid le han pillado el truco. Saben dónde hacerle daño y cómo hacérselo, aunque luego la calidad individual de Thibaut Courtois, Éder Militao y David Alaba en el área propia y de Karim Benzema en el área rival maquillen los problemas colectivos del equipo. Su centro del campo hace aguas y su entrenador no ha aprendido la lección a causa de un inmovilismo deseado por Florentino Pérez. A Ancelotti ya se le cayó el equipo en su primera etapa e iría camino de lo mismo si sus rivales fueran más fuertes. Al Real Madrid le ha bailado el PSG en París y en el Santiago Bernabéu, así como el peor Barça de las últimas décadas hasta darle su primera noche grande y... también el Celta de Vigo.

Foto: El ariete francés reapareció a lo grande. (Reuters/Miguel Vidal)

Casemiro sigue siendo intocable a pesar de estar protagonizando una temporada insostenible. El brasileño no llega a las ayudas a los laterales, está lento a la hora de anticipar y ganar duelos y con la pelota se muestra impreciso en zonas sensibles. Sin embargo, la plantilla no cuenta con un sustituto en su posición porque Camavinga es visto como un interior y Antonio Blanco no se ha ganado la confianza de Ancelotti. Toni Kroos no es el mismo desde que volviese de la lesión y solo Luka Modric, a sus 36 años, está rindiendo a un nivel lo suficientemente alto como para defender la camiseta del Real Madrid desde la titularidad.

En el banquillo esperan Federico Valverde y Eduardo Camavinga de manera incomprensible. Ambos contribuyeron de manera directa a la milagrosa remontada contra el PSG en el Santiago Bernabéu y se zamparon el centro del campo parisino con una superioridad física y técnica impresionante. No solamente le cambiaron la cara a su equipo dotándole de alternativas, ritmo, características diferentes y energía, es que abrasaron al PSG y enseñaron a Ancelotti que vienen pisando fuerte. Están preparados para jugar más minutos y sumar titularidades a su corta pero intensa carrera. Con ellos, el Madrid se revitaliza, puede defender más arriba y permite a Modric jugar con soltura y libertad.

placeholder Uruguayo y francés calientan durante un partido. (Reuters/Sergio Pérez)
Uruguayo y francés calientan durante un partido. (Reuters/Sergio Pérez)

La sensación que da el Madrid en las últimas semanas es de ir sorteando partidos al límite. Pura improvisación. El equipo sigue en el mismo punto de partida en lo que a presionar en campo rival se refiere. Cuando lo intenta, de manera tímida y dispersa, el equipo se parte y el rival se cuela a su espalda haciendo que el plan de Ancelotti se resquebraje. Si intenta defender en su propio campo, cerca de Courtois y en el balcón del área, le deja toda la iniciativa al rival sin tener peligro al contragolpe ni los automatismos necesarios para taponar el ataque adversario. Lo prueban las exhibiciones del belga que están sumando puntos de tres en tres. La Champions League será la prueba del algodón para el bajón que sufre el motor del Real Madrid.

Hubo un tiempo en el que el centro del campo del Real Madrid era imbatible. Capaz de presionar arriba, superar al rival en cada duelo individual, esconderle la pelota hasta hacerle perseguir sombras y desesperar a cualquier oponente. Tenían una calidad extraordinaria, pero también un despliegue físico y una frescura que les permitía moldear los encuentros a su antojo. Si el entrenador decidía aumentar el ritmo, ellos tocaban con velocidad, movían al adversario de lado a lado y engrasaban la maquinaria. Si, por el contrario, había que reducir las pulsaciones del encuentro, Casemiro, Kroos y Modric se juntaban y se distribuían la responsabilidad. Sin embargo, los tres jugadores superan la treintena y esto ya forma parte del pasado, a excepción de momentos muy puntuales. El que un día era uno de los principales puntos fuertes del equipo, ahora es un punto débil que explotan sus rivales.

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