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Ricardo Arias: "Los líberos éramos los kamikazes del fútbol"
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Último en marcar a Cruyff en España

Ricardo Arias: "Los líberos éramos los kamikazes del fútbol"

El zaguero, uno de los mejores defensas de los ochenta y actual embajador del Valencia, explica las claves de su carrera y el motivo por el que tan solo fue una vez internacional

Foto: El exjugador del Valencia CF Ricardo Arias, durante la entrevista para El Confidencial. (Miguel Lorenzo)
El exjugador del Valencia CF Ricardo Arias, durante la entrevista para El Confidencial. (Miguel Lorenzo)

Ricardo Arias (Catarroja, 25 de febrero de 1957) es en el Valencia algo así como Mick Jagger en los Rolling Stones, una leyenda en plena forma. Hizo más de 1.000 llamadas a los socios durante la pandemia preocupándose por su salud. Es el embajador y portavoz eventual del club de Mestalla después de 16 temporadas como jugador del primer equipo. Un líbero de otra época, elegancia personificada y segundo jugador que más veces ha vestido la camiseta del Valencia (537), solo por detrás de Fernando (553). Lo ganó todo, siendo muy joven, en el equipo de Kempes y de Di Stéfano, sufrió la crisis que acabó en el descenso de 1986 y volvió a ascender para competir en una segunda etapa entre la élite. Pese a ser durante años uno de los mejores defensas de España, solo le cuentan una vez internacional. Una especie de leyenda negra sobre su carácter, rebelde con o sin causa, le persiguió hasta la retirada.

PREGUNTA: ¿Fue un bala perdida?

RESPUESTA. No. Me casé con 21 años y, seis meses después, era padre. No he sido de salir, no me gusta, y mira que lo tenía muy fácil. Tengo fama de eso porque mis relaciones han sido muchas.

P. ¿Con mujeres?

R. Sí.

P. ¿Gustó mucho a las chicas?

R. ¡No!. Era medio chulito, pero ir por la vida de ligón, de vacilón y encima futbolista, con todo... Que es más fácil, por supuesto que es mucho más fácil. En el fútbol se tiene mucha más facilidad para muchas cosas. No te cuesta ningún esfuerzo ni ligar ni caer bien. Eso te lo concede la profesión.

P. ¿Por qué se casó tan pronto?

R. Desde muy niño quise crearme mi propia vida, mi propia familia, y me vino bien para evitar ese entorno tan fácil para conseguir cualquier cosa. Me vino muy bien estar controlado, vigilado, pendiente de mí. Y los hijos que he ido teniendo me han llenado mucho. Tengo seis. Mi nieto mayor es mayor que mi hijo pequeño. Me he casado tres veces.

placeholder El valencianista repasa su extensa carrera en una terraza. (Miguel Lorenzo)
El valencianista repasa su extensa carrera en una terraza. (Miguel Lorenzo)

P. ¿Está en forma físicamente?

R. No hago nada. Hace ya muchos años. Tengo dos hernias cervicales, vértigo, estoy muy jodido. ¡Tampoco me apetece mucho! También he sido muy vago, yo era de los que se escaqueaban en los entrenamientos. También porque tenía un físico... Me iba de vacaciones y volvía con tres kilos de menos. Y empezaba a engordar entrenando. Iba al revés del mundo en todo. Siempre flaco. Es la genética. Mi mujer me dice que vayamos a caminar. Le digo: "Déjate, déjate. ¡No entrenaba cuando jugaba, voy a caminar ahora!".

P. ¿Dónde habría llegado de haber sido más disciplinado?

R. A ver. Era vago cuando yo creía que podía serlo. En las temporadas me adapté al sufrimiento porque consideraba que esa etapa es primordial. Cambias la batería para que te dure todo el año. Yo me refiero a los días feos que salen: yo odiaba los días de viento y, cuando tenía galones, no me entrenaba.

P. ¿Cómo era su familia?

R. Nazco sin padre. Fui hijo de madre soltera. Con los años conocí a mi padre.

P. ¿Qué tal era?

R. Un pintón.

"Era vago cuando yo creía que podía serlo. En las temporadas me adapté al sufrimiento porque consideraba que esa etapa es primordial"

P. ¿Fue dura la infancia?

R. ¡Qué va! Yo me lo pasé muy bien de pequeño. Primero porque hacía lo que quería. Y segundo porque fui consiguiendo hacer lo que me gustaba a pesar del esfuerzo: cada día me cogía tres autobuses para ir de Catarroja a Benimar. Y la vuelta, igual. Dejé de ir al colegio a los 12 años. Hacía falta dinero en casa. Existía la figura de aprendiz. Y me he ido curtiendo en la calle. Oyendo, viendo y callando. Ha sido mi mejor universidad. No hubiera sido buen estudiante. Me cuesta memorizar. Si era por obligación, ya no me gustaba. A mí las imposiciones no me van. Ahí chocaban conmigo. Me ha gustado hacer las cosas porque han salido de mí. Y me he llevado bien con todos los entrenadores.

P. ¿Cómo fue la relación con su madre?

R. Muy bien. Mi abuela era la matriarca y después estaba ella. Yo llevo su apellido con mucho orgullo. Murió joven, hace 17 años.

P. ¿Sufrió al dejar el fútbol?
R. Seis meses nada más. Cuando me di cuenta de que ya no pertenecía a ese mundo, me acoplé rapidamente. Tenía 37 años. Si la gente de ahora pensara en el después, se prepararía de otra manera. Aunque lo tienen mucho más fácil porque ganan muchísimo más dinero. Si yo hubiera ganado lo que se gana ahora, no habría jugado 18 años. Ni de coña. Habría jugado 10. Porque te pierdes muchas cosas. La infancia de mis hijos. No los he disfrutado de pequeños. Los estoy disfrutando ahora de mayores.

placeholder El líbero español fue el último jugador en defender a Johan Cruyff en España. (Miguel Lorenzo)
El líbero español fue el último jugador en defender a Johan Cruyff en España. (Miguel Lorenzo)

P. Si volviera a empezar, ¿qué cambiaría?

R. Nada. Si yo me quejara, sería para matarme. El fútbol me lo ha dado todo. Estoy orgulloso de haber estado toda la vida en el Valencia. Y eso que yo no soy de alardear, sino de hacer. Yo no voy de valencianista por la vida. Ni del murciélago eterno. Sino de una persona que cumplió un sueño. He disfrutado y estoy muy agradecido de lo que me han ido dando esta profesión y el Valencia. Me retiré en el 93.

P. ¿No le tentó probar en otro club?

R. Pude, pero mis costumbres estaban tan arraigadas que no me veía en otro club que no fuera el Valencia.

P. ¿Cómo era el fútbol de los setenta?

R. El fútbol cambia una barbaridad a lo largo de la década de los setenta. Yo empiezo a ir a ver al Valencia con Claramunt, Barrachina, Sol y Antón, en la temporada 71-72. Eso ya te enamora. Y cuatro años después estoy ahí abajo. Hay un cambio muy radical con la llegada de los extranjeros y la mayor profesionalización. Todo giraba en torno al Madrid y al Barcelona, incluso después de la instauración de la democracia, pero aparecemos nosotros, el Atlético, el Athletic y la Real Sociedad, empieza a haber más competitividad. Yo debuté en el 76. Nunca pensé en ser futbolista profesional. Precisamente lo conseguí por eso. Porque no le di importancia. Conozco a gente muy profesional, que se ha cuidado mucho y no ha pasado de cinco partidos en Primera.

"Nunca pensé en ser futbolista profesional. Precisamente lo conseguí por eso. Porque no le di importancia"

P. Jugó 537 partidos en el Valencia.

R. No me he parado a contarlos. Fui constante cuando tenía que serlo. Cuando veía que no estaba a la altura, lo hacía. Probablemente porque yo tenía la posición más cómoda del equipo, jugaba de libre y no tenía la obligación de marcar a nadie, pero sí de estar pendiente de mis tres o cuatro compañeros por delante. Los líberos éramos kamikazes del fútbol. Yo me jugaba el tipo en la última jugada porque detrás solo estaba el portero. Era rápido y decidido. Cuando tenía que meter una hostia, la metía. Lo tenía muy claro. De ahí no pasaba. Los errores se veían más en mí y en mi portero que en el resto de defensas.

P. ¿Le costó adaptarse a jugar en línea de cuatro?

R. Me costó, sí, fue con Guus Hiddink. Estaba muy habituado a lo otro. De libre veía todo el juego de cara, pero en realidad es mucho más fácil jugar en línea de cuatro porque difícilmente pegas una carrera de 30 metros en horizontal para cerrar a tus laterales.

placeholder Ricardo Arias, acompañado por el presidente del club durante el centenario del Valencia. (EFE)
Ricardo Arias, acompañado por el presidente del club durante el centenario del Valencia. (EFE)

P. ¿Por qué ha desaparecido la figura del líbero?

R. Por el cambio tan drástico que sufre el fútbol, de ocupar de una manera muy diferente los espacios del campo, de diseñar sistemas tácticos diferentes, de defender con más hombres... Ahora defienden todos, los primeros los delanteros. Y juegan en un espacio reducido de 30 metros cuadrados. Antes ocupábamos todo el campo: te venía un balón alto, la parabas con el pecho, la bajabas, mirabas dónde estaba el compañero... Era más preciosista. Ahora todos juegan igual salvo los dos o tres mejores, que sobresalen por tener unos futbolistas enormes. No sabes si estás viendo el Borussia Dortmund o el Paterna. Están más pendientes de recuperar balones que de jugar bien.

P. ¿Qué equipo le ha llenado los ojos?

R. La Holanda de los setenta. La época de Cruyff, Hann, Krol, Van der Kerkhof, Suurbier, Neeskens... Alegre, vistoso, agresivo, me enamoré de ese Ajax y de esa selección neerlandesa.

"Ahora todos juegan igual salvo los dos o tres mejores, que sobresalen por tener unos futbolistas enormes"

P. ¿Coincidió con Johnny Rep en el Valencia?

R. Sí, el jugador más rápido en carrera con el balón que he visto en mi vida. Lo que pasa es que era muy especial, como todos los holandeses: crean magia del fútbol, pero después son muy raros. Como que juegan cuando quieren, como que no se tomaran esto en serio. Juegan a divertirse.

P. ¿Marcó a Cruyff?

R. El último partido que juega Cruyff en España lo marco yo. En un Barcelona-Valencia. Bueno, lo 'marqué'... ni me enteré. Ese hacía lo que quería cuando quería.

P. Después Cruyff vino gratis a Valencia como entrenador del 'Dream Team' el día de su homenaje [el 12 de junio de 1992, el Valencia homenajeó a Ricardo Arias con un partido ante el Barça].

R. ¡Gratis, los cojones! Ellos habían ganado la Copa de Europa dos semanas antes con el gol de Koeman. Su caché era alto. Yo había hablado con Di Stéfano para que viniera el Madrid. E iba a venir el Madrid gratis. Solo me pedían pagar el autobús, pero no pudo venir porque adelantaron un partido de semifinal de Copa. Entonces se echó mano del Barça porque estaba con nosotros Hiddink, que tenía mucha amistad con Cruyff. 13 millones y medio de pesetas les pagué antes del partido. Por eso me hicieron el pasillo después. "¡Ya os vale, si no me hacéis el pasillo!".

placeholder Ricardo Arias, en sus tiempos como jugador che. (Valencia CF)
Ricardo Arias, en sus tiempos como jugador che. (Valencia CF)

P. ¿De dónde le viene la fama de manirroto?

R. Tampoco se ganaba tanto. Y después cuenta todo lo que me han costado las separaciones y los divorcios. Soy un tío generoso, pero nunca he malgastado. Nunca he invertido en ningún negocio porque no me he fiado de toda esa gente que te aparece ofreciéndote cosas. Nunca. No me atrevía. Tenía mucho miedo. Y el lujo solo lo he querido para mi familia. No me ha importado vivir en una casa de 90 metros. Igual que me lo pagaron [el dinero de la recaudación del homenaje], al año y medio me desapareció.

P. ¿Lo ha pasado mal económicamente?

R. Sí, he hecho de todo desde pequeño. En esta vida hay que estar preparado para todo. Es muy fácil decir: "Yo estoy preparado para ir a barrer en una nave". Eso hay que hacerlo, no hay que decirlo. Cuando la comida falta en la nevera, hay que echarle arrestos a la vida. No todos pueden seguir disfrutando del fútbol y sus ventajas. No he sido el único que lo ha pasado mal. Me vino así y punto. A mí no me da vergüenza ir a trabajar. A mí me da vergüenza bailar.

P. ¿Se veía sobrado a veces en el campo?

R. Era confiado. Si no se estaba encima de mí... Recuerdo unas palabras de Manolo Mestre, que fue mi padre futbolístico junto a Pasieguito, que definió cómo era: "Con Ricardo puede contar siempre y cuando no esté relajado". Yo era un jugador para partidos importantes.

P. Sacaba muy bien el balón.

R. Porque soy un defensa reconvertido. Me mete Pasieguito a jugar atrás. Había jugado toda la vida en el centro del campo: en Benimar, en el Mestalla, en los dos primeros años en el Valencia. Llega un partido contra el Atlético, el de Leivinha y Luiz Pereira, que fueron campeones, y los defensas estaban todos sancionados o lesionados. Pasiego me dice: "¡Chaval, prepárese que va a jugar el domingo de líbero!". "¿Yo de líbero? Menuda ruina". Y me salió un partidazo. Estaban Cordero, Jesús Martínez, Barrachina. Y ahí me quedé.

P. ¿Cómo es que solo ha marcado un gol en Liga?

R. No me dejaban pasar del medio del campo. Cuando pasaba, el entrenador, Alfredo Di Stéfano, me hacía retroceder. "¡Que yo me aburro, coño!". Llegaba al vestuario, me veía así [triste] y me decía: "¿Qué le pasa?". "Estoy hasta los huevos, míster. No disfruto. Ni he sudado". "¿Pero qué es lo que quiere? Hay que ganar". Ya me cansé y en el último partido del año de Segunda, contra el Elche, me fui al ataque y marqué. Me voy, Arroyo me la mete por detrás de la defensa y le pego con el exterior. He marcado más goles, eh.

P. ¿Con qué entrenador se sintió más a gusto?

R. Di Stéfano. Había química en todos los aspectos. Estuve en dos épocas muy diferentes con él. En los éxitos de principios de los ochenta y después en el 86 [el ascenso]. Casi cinco años, un vínculo afectivo. Pero a mí me puteaba como al primero.

"No me dejaban pasar del medio del campo. Cuando pasaba, el entrenador, Alfredo Di Stéfano, me hacía retroceder. '¡Que yo me aburro, coño!"

P. ¿Le pegaba broncas?

R. Todas. Las que me correspondía. Él no distinguía. Y yo se lo agradecí. Porque yo sabía por qué lo hacía. Me vino muy bien, tanto él como Víctor Espárrago, mis tres mejores años como jugador del Valencia. Espárrago me entendió a la primera a pesar de que tuvo reticencias. Me perjudicó esa fama que yo tenía de chulo y de contestón. Solo le falté el respeto a un entrenador.

P. ¿A quién?

R. A Marcel Domingo. Ya tuve muchas con él, porque me dejaba caer que lo hiciera fácil. Y una vez y otra vez. Y en un entrenamiento, a un compañero, un chaval de 18 años, Pepe Domingo, que estaba haciendo una campaña espectacular en el Mestalla, le rompieron la rodilla y no le dijo nada al que se la rompió. Y yo salté. A la siguiente fui yo, hice lo mismo y vino a increparme. Ahí exploté. Ese chaval tuvo que dejar el fútbol.

P. ¿Se pegaba mucho en su época de jugador?

R. Hasta en los entrenamientos. Si te podían romper un pie, te lo rompían.

placeholder Ricardo Arias, durante la entrevista. (Miguel Lorenzo)
Ricardo Arias, durante la entrevista. (Miguel Lorenzo)

P. ¿Cómo era el fútbol de los ochenta?

R. Bonito, alegre, abierto, vertical, muy técnico. Ahora son más técnicos, pero se ve menos porque vas a parar un balón y tienes a tres contrarios encima. Ver una arrancada de Mario Kempes driblándose a cinco tíos ahora sería impensable. En tres metros, le entrarían tres. No tiene nada que ver con el fútbol de hoy en día.

P. ¿Desde cuándo fuma?

R. Desde los 15 años. Antes no fumaba tanto, seis o siete cigarros al día. Siempre lo he negado. Lo raro entonces es que alguien no fumara. Me acuerdo de que, en algunos partidos de Segunda, que nos jugábamos tanto, al acabar el partido, esperábamos a que se marcharan todos los muchachos, y Alfredo [Di Stéfano] y yo nos fumábamos un cigarrillo en el vestuario. Venía y me decía: "Cuanto peor sienta, pero cuanto mejor sabe, ¡eh!". Con los pulmones abiertos y la satisfacción de haber ganado el partido.

P. ¿Cómo eran los rivales?

R. Los dos extranjeros por equipo marcaban diferencias. Casi siempre eran delanteros centro. Cualquier equipo tenía muy buenos jugadores, sobre todo los delanteros. Las Palmas tenía a Morete. El Atlético a Rubén Cano. En el Hércules, Kustudic, un yugoslavo que medía dos metros. El Madrid, a Santillana. El Athletic, a Carlos. La Real, a Satrustegui. El Barça, a Cruyff.

P. ¿El que más trabajo le dio?

R. Me he pegado con muchos: Stoichkov, Futre, Cunningham... A Cunnigham lo ficha el Madrid después de una eliminatoria nuestra de UEFA contra el West Bromwich Albiol, que tenía un delantero enorme, un tal Regis. Nunca he terminado un partido tan reventado de la paliza que me pegué. ¡Yo le pegaba unas hostias y me hacía daño en los pies! Jugaba con las medias bajas. Chocaba con él y salía rebotado. Aún venía y me decía: "Come on".

P. ¿Jugaba sin espinilleras?

R. Empecé sin espinilleras. Pero me fui dando cuenta de que aquello era muy peligroso. Me solía tirar mucho por el suelo también. Una vez en Sevilla, con el campo encharcado, me tiré al suelo y me vino un delantero del Sevilla... menos mal que era la primera vez que me había puesto espinilleras. Me las rompió a la altura de la tibia y el peroné.

P. Las medias bajas formaban parte de la estética.

R. Era la época de las melenas y lo pantalones acampanados. Ahora son todos iguales. Es tan difícil distinguirlos. Son modas.

P. ¿Con qué defensa de generaciones posteriores se ha identificado?

R. Me ha gustado mucho Ayala, pero también Marchena.

P. Aquel equipo que ganó la Copa del 79 y la Recopa y la Supercopa de Europa de 1980, ¿cómo no pudo ganar una Liga?

R. Eso me pregunto yo. No había exigencia desde la cúpula. No nos exigían pelear por la Liga. En Valencia, ganábamos todos los partidos. Perdíamos dos puntos en toda la Liga. Había equipo de sobra. Cuando íbamos fuera lo veíamos, todos nos esperaban con un miedo... Aterrorizados. "¡Que viene Kempes!". El Barça y el Madrid nos temían.

Foto: Morata celebra un gol con el Chelsea en Stamford Bridge. (Reuters) Opinión

P. ¿Dónde nace la amistad con Kempes?

R. Porque somos muy parecidos y congeniamos enseguida. Mario es un tipo normal, es más sencillote... le tienes que querer. Nunca ha sido un interesado, pretencioso ni vanidoso. Solo ha pensado en hacer feliz a su gente. Ahora ha empezado a hacerse valer. Ha sido máximo goleador, mejor jugador del Mundial y campeón. El número uno del mundo.

P. ¿Y de los otros?, ¿quién era el mejor?

R. Solsona. Técnicamente, era un 11. Manejaba las dos piernas, era habilidoso, golpeaba el balón, tenía mala leche y carácter.

P. ¿De qué título está más orgulloso?

R. El de Segunda. Me quité una losa de encima. ¡Fue un respiro tan grande cuando acabé esa puñetera temporada! Los otros se disfrutan de otra manera. El recibimiento tras ganar la Recopa fue grandioso.

P. ¿Le temblaban las piernas en el gol de la tanda de penalti que le marcó al Arsenal en la final de la Recopa?

R. No, me tiemblan más ahora que entonces. No entiendo cómo estuve tan tranquilo. Me lo he preguntado muchas veces. Era la inconsciencia de los 23 años. Pensé: "Antes de que me lo diga alguien, lo voy a tirar yo". Ninguno lo quería tirar, unos arreglándose las botas, otro mirando para allá... "Va, paso y lo tiro".

placeholder Miguel Tendillo y Ricardo Arias, en un acto oficial del club. (EFE)
Miguel Tendillo y Ricardo Arias, en un acto oficial del club. (EFE)

P. ¿Se tomaba optalidones para jugar?

R. ¡Qué va! En mi vida. Soy antimedicina total. Ahora tengo vértigo y no me tomo nada. Yo tenía una costumbre, fuera donde fuera, aunque fuera en Inglaterra: me salía del campo y me tomaba un cortado y me fumaba un cigarro. Llegábamos al vestuario, colgaba la bolsa y me salía del campo. Los campos de fútbol están rodeados de bares. "One coffee, please". Y mi cigarrito. Y tranquilamente me volvía a meter. Una hora y media antes de jugar.

P. ¿Y cómo es posible que no fuera 100 veces internacional?

R. Porque era la época de los defensas vascos, porque existía esa etiqueta que me colgaron que dice que yo mandé a la mierda a un seleccionador... Mentira. Con los años me lo reconoció quien se equivocó conmigo.

P. ¿Quién?

R. [José] Santamaría, que en un partido en Bélgica con la sub 21 creyó que yo lo mandé a la mierda delante de todos y fue otro. Eso me pesó mucho. No era normal que Tendillo y yo fuéramos los mejores centrales de España y a él lo llamaran y a mí no.

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P. ¿Sólo fue una vez?

R. Jugué más veces con la absoluta, pero solo me cuentan una. Antes del Mundial de España 82 jugué cinco amistosos que no me contabilizaron. Y en el banquillo con [Ladislao] Kubala estuve seis o siete partidos. Hay muchas leyendas. Me han llegado a decir que yo, cuando iba a Madrid a las concentraciones, me iba de putas. Yo de putas no he ido en mi vida. No sé lo que es un puticlub, primero porque no me ha gustado y segundo porque no me ha hecho falta. Gracias a Dios he tenido mujeres a mi lado que han sido la hostia. También pesan unas declaraciones mías antes del Mundial de España. Estaba preseleccionado y, cuando dieron la lista definitiva, dije: "No me llama la selección, pues peor para ellos". Y después también he pensado que mi negativa a irme al Madrid también me pesó.

P. ¿Cuándo?

R. Me ficharon en el 79, después de ganarles la Copa del Rey, cuando se retira Pirri. Llego a estar fichado por el Madrid, pero me enteré seis años después.

P. ¿Quién era su representante?

R. No he tenido nunca representante. Los presidentes llegaron a un acuerdo sin decírmelo por 100 millones, pero se echó atrás nuestro presidente, Ramos Costa. Otra cosa es que yo hubiera aceptado.

P. ¿Por qué no tenía representante?

R. Ni se estilaba ni me gustaba. Yo iba y firmaba en blanco. Yo estuve en el Valencia siete años cobrando lo mismo: los años malos, desde el 82-83 hasta que bajamos, volvemos a subir y en el segundo año de Espárrago, me renuevan. Siete años cobrando lo mismo. Y jamás dije nada. Ese es el gran problema de los futbolistas de hoy en día, que no deciden por sí mismos. Están rodeados de asesores.

placeholder Ricardo Arias celebra la Copa del Rey con el Valencia. (Valencia CF)
Ricardo Arias celebra la Copa del Rey con el Valencia. (Valencia CF)

P. ¿Cómo vivió el descenso de 1986?

R. Horroroso. La culminación de una mala gestión deportiva y económica. Pasé un año insoportable. Lo siento por mis hijos, que estaban viviendo a mi lado.

P. ¿Qué representa en su vida el cura Elías Llagaría?

R. Uno de mis mentores. Confió siempre en mí desde que me conoció con 12 años en Benimar. Nada más entrar en Benimar, me enamoré de ese campazo de césped, las instalaciones, otro campo de tierra, la cancha de baloncesto, siete pistas de tenis... Jamás había visto una cosa así. Y dos años después estaba trabajando allí porque don Elías me dijo: "¿Tú estás trabajando?". "Sí, don Elías, yo trabajo en Valencia, en la calle doctor Sunsi, en un taller de juntas de culata". Y me contrató de monitor de tenis. Mañana mismo. Yo jugaba de puta madre al tenis y no había cogido en mi vida una raqueta. Aprendí enseguida. En dos años jugaba los campeonatos interclubes. Le gané al padre de Bruguera en un doble: Español de Tenis contra Benimar. Rompió dos o tres raquetas. Me encantaba el tenis. Jamás pensé en ser futbolista profesional. Pero hicimos una temporada impresionante en Benimar, porque teníamos un superequipo juvenil, todavía somos amigos, y el Valencia, claro, Manolo Mestre dijo: "Eh, el 'xiquet' pa mí, al Mestalleta". Nos ficharon a nueve de ese equipo. Benimar era una escuela filial del Valencia.

P. ¿Qué partido recuerda con más cariño?

R. Varios. El que debuté, el último partido en Segunda y el partido de mi homenaje. Y el partido de las leyendas de hace dos años para celebrar el centenario.

P. ¿Qué sintió?

R. Una felicidad tremenda, tuve el privilegio de dedicar mi alegría a todos los valencianistas con un gesto: me salté a la torera todas las normas, me agaché, besé el césped y me quité la camiseta y llevaba una señera debajo de la blanca. Lo gocé como un niño. Agradecí a la gente todo lo que me han dado: me han aguantado, me han puteado, me han mimado, me han aplaudido, me han pagado, porque gracias a ellos he vivivo como he vivido. Qué menos que este reconocimiento. Tenía allí a la gente que quiero, a mis hijos, a mis nietos, y a la persona que tengo ahora a mi lado. Nada más llegar, estaba Claudio Ranieri en el vestuario y me dice: "Eh, ¿usted quién es?". "¿Ve esa camiseta colgada?, ese soy yo". "Usted es Arias, perdone, perdone". Jugué ocho minutos y 20 segundos. Mis hijos me pedían que saliera del campo. Paré el partido para que entrara Djukic.

placeholder Ricardo Arias se casó en Mestalla. (Valencia CF)
Ricardo Arias se casó en Mestalla. (Valencia CF)

P. ¿Qué le disgusta de ser embajador del Valencia?

R. Casi todo me gusta. No me gusta ir a entierros, pero entiendo que el nombre del Valencia tiene que estar en todas las partes que representen alguna vinculación. El Valencia está obligado a estar en todas partes. Llamé a más de 1.000 personas durante la pandemia. Algunos se pasaban cinco minutos llorando: "¿Y cómo te has enterado de que lo he pasado tan mal?". Me gusta mucho lo que hago. Eso no tiene precio.

P. ¿Cómo fue su etapa de entrenador?

R. Sufría mucho. Me fumaba un paquete de cigarros en cada partido. Y noté que faltaba humildad en algunos jóvenes para reconocer los errores. Algunos venían 'agrandaos', 'agrandaos' ellos y sus padres. Lo dejé después de subir el Benimar a División de Honor juvenil.

P. ¿Qué les aconseja a los jóvenes?

R. Que respeten a quien les han ofrecido la posibilidad de disfrutar de la mejor profesión del mundo. Que no se sientan jamás por encima de una entidad como el Valencia. Sería el mayor error.

Ricardo Arias (Catarroja, 25 de febrero de 1957) es en el Valencia algo así como Mick Jagger en los Rolling Stones, una leyenda en plena forma. Hizo más de 1.000 llamadas a los socios durante la pandemia preocupándose por su salud. Es el embajador y portavoz eventual del club de Mestalla después de 16 temporadas como jugador del primer equipo. Un líbero de otra época, elegancia personificada y segundo jugador que más veces ha vestido la camiseta del Valencia (537), solo por detrás de Fernando (553). Lo ganó todo, siendo muy joven, en el equipo de Kempes y de Di Stéfano, sufrió la crisis que acabó en el descenso de 1986 y volvió a ascender para competir en una segunda etapa entre la élite. Pese a ser durante años uno de los mejores defensas de España, solo le cuentan una vez internacional. Una especie de leyenda negra sobre su carácter, rebelde con o sin causa, le persiguió hasta la retirada.

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