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La riña de Piqué con Griezmann hunde más al Barcelona: "¡No, la concha de tu madre, tú!"
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bronca entre el central y el francés

La riña de Piqué con Griezmann hunde más al Barcelona: "¡No, la concha de tu madre, tú!"

La escena de los gritos de Piqué al equipo para que reaccionaran ante el baño del PSG y los reproches con Griezmann hacen más daño a un equipo que sigue sin tener pulso competitivo

Foto: Piqué con gesto de desesperación en el partido entre el Barcelona y el PSG. (EFE)
Piqué con gesto de desesperación en el partido entre el Barcelona y el PSG. (EFE)

La escena de la bronca de Gerard Piqué a sus compañeros, en la que solo es capaz de entrar Griezmann a recriminar los gritos del central, resume lo que fue el partido entre el Barcelona y el Paris Saint-Germain. Piqué, que decidió forzar para jugar tras una inactividad de tres meses sin competir, estalló con gritos a cinco minutos del final de la primera parte. El resultado era de empate a uno. La sensación era todavía peor. La de estar sufriendo un meneo, a merced del rival, y de vergüenza. Es lo que llevó a Piqué a recriminar el cambio de actitud para reaccionar.

La ausencia de público y la cercanía de las cámaras captaron el contenido de la regañina de Piqué, que en su excitación, empezó a vociferar. “¡Una puta posesión larga, joder! ¡Me cago en la puta, vamos! ¡Hostia puta, ni una posesión larga!”. Todo esto mientras los jugadores del Paris Saint-Germain llegaban al área de Ter Stegen para el lanzamiento de un saque de esquina y los del Barcelona estaban buscando cómo colocarse. El único que respondió a Piqué fue Griezmann con estas palabras: “¡Tranquilo, deja de gritar! ¡La concha de tu madre!”. Algo que no consintió Piqué y, con más energía, subió la tensión de la bronca. “¡No, la concha de tu madre, tú! ¡Estamos sufriendo, llevamos cinco minutos así!”, volvió a reprochar el central al jugador francés.

El hecho de que Piqué tuviera este tipo de reacción indica la impotencia que estaba sintiendo el equipo para contrarrestar los ataques del Paris Saint-Germain y, en especial, la peligrosidad que llevaban las arrancadas de Mbappé. El francés había marcado el primer gol, el del empate tras el tanto de penalti de Messi, en una jugada donde se coló entre los dos centrales. El bloque del Barça sufría sin la pelota, era incapaz de hacer una presión coordinada y en el centro del campo se impuso la clase y el talento de Verratti. Al Barça le faltaba personalidad para tener más el balón y se jugaba a lo que proponía el equipo de Pochettino. Los de Koeman eran un coladero. Ni Piqué ni Lenglet fueron capaces de sujetar a la estrella francesa. Pero el reproche de Piqué pasó por advertir al resto del equipo que hicieran más para dominar el partido con la posesión de la pelota. La fragilidad defensiva era colectiva por la ausencia de posesión, según Piqué.

Griezmann se marchó al aeropuerto

De todo esto no dijo nada Ronald Koeman, que debería sentirse aludido cuando uno de sus jugadores tiene que corregir o decirle al resto de compañeros qué es lo que está sucediendo para ser superados por el PSG. Koeman tampoco tuvo un buen día. El juego de su equipo careció de ritmo, equilibrio y el equipo fue, una vez más, inconsistente en uno de los partidos grandes de la temporada. Pero el entrenador holandés no hizo autocrítica. Se limitó a decir que el equipo tiene jóvenes que todavía están en formación y que para este tipo de partidos todavía no hay un nivel suficiente para competir con solvencia. Koeman habló de transición, de estar construyendo un equipo con jugadores nuevos y en el campo estaban veteranos como Jordi Alba, Piqué, Busquets y un ataque con Messi, Griezmann y Dembélé.

Piqué adelantó su regreso al equipo, tras una grave lesión en la rodilla, con la idea de que en la Champions no se podía volver a fallar y lo que comprobó es algo que se ha visto en las sucesivas debacles que acumula este equipo en la Champions. El Barcelona es un equipo frágil mentalmente y le falta carácter. Piqué pidió a gritos equilibrar el partido con más posesión de la pelota, pero por la vehemencia con la que chillaba lo que estaba exigiendo era una reacción de más orgullo y amor propio para evitar ser humillados. No lo consiguió. El Barcelona acabó goleado, Mbappé hizo tres goles y Piqué no pudo acabar el partido. La escena final fue verle hundido en la grada.

Tras el partido no acabó la polémica. Los medios de comunicación que se encontraban en el aeropuerto esperando la llegada de la expedición del Paris Saint-Germain se encontraron con la aparición de Antoine Griezmann. El francés del Barcelona, que se negó a hablar del incidente, aprovechó los dos días libres que ha dado Koeman para marcharse a su país nada más acabar el encuentro. Esto tampoco ayuda en un equipo que estuvo superado en juego, ambición y carácter por el Paris Saint-Germain y en el que su capitán, Messi, no compareció ante los medios de comunicación para dar explicaciones en otra noche decepcionante.

La escena de la bronca de Gerard Piqué a sus compañeros, en la que solo es capaz de entrar Griezmann a recriminar los gritos del central, resume lo que fue el partido entre el Barcelona y el Paris Saint-Germain. Piqué, que decidió forzar para jugar tras una inactividad de tres meses sin competir, estalló con gritos a cinco minutos del final de la primera parte. El resultado era de empate a uno. La sensación era todavía peor. La de estar sufriendo un meneo, a merced del rival, y de vergüenza. Es lo que llevó a Piqué a recriminar el cambio de actitud para reaccionar.

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