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"A Messi le engañaron y el Barça ha perdido el estilo": la indignación de Ramón Calderé
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muy crítico con la gestión del club

"A Messi le engañaron y el Barça ha perdido el estilo": la indignación de Ramón Calderé

No tiene pelos en la lengua. Ramón Calderé, ex jugador culé, no entiende cómo han llegado a este punto de provocar que el mejor jugador quiera cerrar su ciclo y pida marcharse

Foto: Leo Messi se marcha del estadio de Vallecas tras el partido de Copa del Rey. (Efe)
Leo Messi se marcha del estadio de Vallecas tras el partido de Copa del Rey. (Efe)

Te puedes endeudar, vivir por encima de tus posibilidades, equivocarte en algún negocio de contratación y traspaso, pero lo que no puedes hacer es provocar que tú mejor futbolista quiera marcharse y perder la identidad del juego. En fútbol, el perdón existe. Ha habido dirigentes que se han enfrentado a crisis, con pañoladas en la grada, pero otra cosa es cargarte lo mejor que tienes. Perder el mejor patrimonio futbolístico que hay en el campo, el icono, también repercute en la disminución de los beneficios y los acuerdos comerciales. “A Messi le engañaron y el Barça ha perdido el estilo. Todo. Esto no lo acepta nadie”, declara con energía Ramón Calderé a El Confidencial. La crisis del Barcelona tiene más fondo que los problemas económicos e institucionales. Puede que lo que más duela es perder el rumbo, las señas de identidad y futbolísticas del equipo y hacer sentir la sensación de ridículo.

A un ex jugador como Ramón Calderé se le puede considerar una voz autorizada, por tener un conocimiento de lo que se cuece dentro del club y lo que significa ser culé, para pulsar el sentimiento del barcelonismo. Ya no es que salgan a la luz los números rojos (una deuda total de 1.173 millones de euros, con 731 a corto plazo) y provoquen sonrojo y vergüenza a todos aquellos aficionados que están decepcionados con la gestión económica. Se trata de saber cuándo volverá a resurgir el Barcelona que sabía lo que quería, tenía un plan para plasmar un fútbol diferente y competitivo en el campo. Desde luego, si acaba saliendo Messi, tardará más tiempo en volver la esperanza y la recuperación económica.

Foto: Mario García Paradas, durante un partido del Navalcarnero. (@mariogarcia6_)

La crisis en la que anda sumido el club y cómo afecta al proyecto deportivo es lo que indigna a uno de sus ex futbolistas. Ramón Calderé llegó al Barcelona, de chico, desde su pueblo de Vila-rodona, en la provincia de Tarragona, tras pasar una prueba. No existía La Masía. Tuvo que vivir en una pensión. Conoció la exigencia, el estilo, con el que había que llegar desde abajo hasta el primer equipo. Y lo consiguió con mucho sacrificio, superando graves lesiones, reinventándose en su posición en el campo, de extremo a centrocampista, y así hasta poder jugar cinco temporadas en el primer equipo y conseguir disputar el Mundial de México 86.

La nefasta gestión del éxito

Este Barcelona no lo reconoce. Le preocupa todo lo que ha sucedido y cómo y cuándo podrá volver a ser un equipo de referencia y con una identidad diferente al resto. “A esta situación se ha llegado por una mala panificación de la Junta de Bartomeu. Empezaron bien y luego han caído en la dejadez. El Barça de Bartomeu de los últimos años ha vivido de los éxitos y no han sabido innovar. A parte de la deuda económica, que es importante, creo que ha habido una mala planificación. Se ha perdido la esencia porque se han hecho fichajes que han costado mucho y no son del estilo del Barça. Ha sido un fracaso. No tengo nada contra nadie, pero tengo que ser crítico porque siento el Barcelona, lo quiero y esto que está sucediendo es difícil de aceptarlo. Se ha perdido todo. La directiva perdió la humildad, la dirección deportiva no ha sabido gestionar el talento, se han tomado demasiadas decisiones erróneas como echar a Ernesto Valverde y traer a Quique Setién… No han sabido gestionar el éxito, pero lo peor es que han engañado a Messi”.

Ramón Calderé no entiende cómo han llegado a este punto de provocar que el mejor jugador sienta la necesidad de cerrar su ciclo y pida marcharse. Los problemas económicos están ahí para todos los clubes que están afectados por la crisis económica por la pandemia, pero el proyecto, la identidad, el estilo está extinguido. No queda nada. Esto provoca que los aficionados culés estén irritados. “Ahora hay que limpiar todo desde arriba hasta abajo. Imagino que el nuevo presidente lo hará, pero es complicado porque se trata de una reconstrucción total. Los anteriores gestores se durmieron y ahora lo vamos a pagar durante un tiempo. ¿Cómo es posible que engañaran a Messi? Nuestro mejor jugador, el mejor de la historia. Merecía un respeto. Era muy sencillo. Messi es barcelonista, culé, y tiene que estar feliz. Le engañaron. Lo ha dicho él. Ahora habrá que pedirle de rodillas que se quede, pero no lo veo. Mi deseo es que siga, pero lo veo más fuera que dentro, y si me preguntas te digo que se va al Paris Saint Germain. Con la cantidad de dinero que han pagado por jugadores que no son de nuestro estilo y ahora estamos así”.

placeholder Ramón Calderé en su etapa de jugador del Barcelona
Ramón Calderé en su etapa de jugador del Barcelona

No tiene pelos en la lengua. Es directo. Es fácil darse cuenta de la frustración que puede tener un aficionado del Barcelona en un escenario tan crítico que tiene al club, con el agua al cuello y al equipo con la incertidumbre de saber qué hará Messi. “Tocará reconstruir el proyecto, pero ahora, a corto plazo, hay que dejar que trabaje Koeman y acabe la temporada. Veremos si consigue ganar algún título. Pero el nuevo presidente tendrá que darle confianza a Koeman porque está intentando hacer un equipo en una situación complicada. El entrenador está pidiendo refuerzos, sabemos que no hay dinero, pero tiene la opción de incorporar a Eric García en este mercado, de que el gasto no compute ahora, y no se hace nada. No lo entiendo”.

El fallido fichaje del Real Madrid

Estamos hablando de un hombre con una larga trayectoria en el fútbol. Como canterano del Barcelona, jugador del primer equipo, tentado por el Real Madrid cuando vino a Alcalá de Henares a hacer el servicio militar. “Estaba en el filial del Barcelona y tuve que ir a Madrid a hacer la mili. Jugué en el Alcalá un año y medio y fue aquí donde quiso ficharme el Real Madrid. Se lo dije al Barcelona y ellos se negaron”, cuenta Calderé. Era un torbellino. Como lo sigue siendo, a sus 62 años, cuando habla con tanta energía de la situación del Barça.

Llegó a disputar 18 partidos con España (hizo 8 goles). Con la Selección española jugó un Mundial y recuerda unas palabras que no olvida y agradece: “Michel, uno de mis rivales en el Real Madrid, me dijo en una concentración de la Selección que la gente estaba equivocada conmigo. Que yo era un jugador completo porque defendía, trabajaba, tenía técnica y hacía goles. Gracias a Miguel Muñoz pude estar en la Selección y también agradecí esa palabras de Michel en una época donde se nos conocía como el fútbol de la furia”.

Su carrera de futbolista siguió en el Betis y acabó a los 34 años en el Sant Andreu. Después inició otra larga etapa en los banquillos como entrenador para estar más de veinte años gestionando plantillas en categorías de Tercera división y Segunda B, conseguir ascensos, y con toda esta experiencia y amplitud de conocimientos quiere afrontar una nueva etapa como director deportivo. “Lo mío siempre ha sido el campo, pero ahora tengo la pasión y me estoy preparando para ejercer en la dirección deportiva. Me identifico y llevo en el corazón al Sant Andreu. Me hace ilusión”.

placeholder Ramón Calderé (foto @ramoncaldere2)
Ramón Calderé (foto @ramoncaldere2)

Como futbolista era reconocido por su carácter y pundonor. Ramón Calderé empezó de extremo, era vertical, rápido y tenía gol. Las lesiones y su instinto para encontrar una nueva posición en la que poder tener más impacto en el juego hicieron que retrasara metros en el campo. “A los 22 años me rompí los ligamentos, cuando estaba en el filial, y después el menisco. En aquella época, este tipo de lesiones te retiraban del fútbol. Me dije que ’no'. Que esto no puede acabar aquí tan joven y tuve fuerza mental para recuperarme bien y hablé con el entrenador (José Luis Romero). Pasé de extremo a centrocampista. Jugué veinte metros más atrás, con más espacios, llegando al área desde más atrás. Entrenaba por las tardes, me machaqué y así conseguí subir al primer equipo. Hasta que en la temporada de 1984-85 debuté en el Bernabéu contra el Real Madrid”.

Imposible olvidar cómo fue ese partido de los ochenta en el Bernabéu contra el Madrid de Stielike, Michel, Butragueño… “El día antes me llama Terry Venables (técnico del Barça) y me dice que voy a jugar de titular y, además, que tengo que marcar a Michel. Estaba de los nervios, pero me dije que no podía fallar. Era la oportunidad que siempre había estado esperando. Gracias a Dios tuve una mentalidad muy fuerte. Marqué a Michel, tuve dos disparos a los postes, ganamos (0-3) y yo hice el tercer gol. Después vino la llamada de la Selección. Esa temporada ganamos lo que se conoce como la Liga de Urruti, en la que nuestro portero paró un penalti en Valladolid”. Ramón Calderé sigue, con los años, con el mismo espíritu infatigable que cuando era un chaval.

Te puedes endeudar, vivir por encima de tus posibilidades, equivocarte en algún negocio de contratación y traspaso, pero lo que no puedes hacer es provocar que tú mejor futbolista quiera marcharse y perder la identidad del juego. En fútbol, el perdón existe. Ha habido dirigentes que se han enfrentado a crisis, con pañoladas en la grada, pero otra cosa es cargarte lo mejor que tienes. Perder el mejor patrimonio futbolístico que hay en el campo, el icono, también repercute en la disminución de los beneficios y los acuerdos comerciales. “A Messi le engañaron y el Barça ha perdido el estilo. Todo. Esto no lo acepta nadie”, declara con energía Ramón Calderé a El Confidencial. La crisis del Barcelona tiene más fondo que los problemas económicos e institucionales. Puede que lo que más duela es perder el rumbo, las señas de identidad y futbolísticas del equipo y hacer sentir la sensación de ridículo.

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