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El autoengaño del Barcelona: ni Valverde era el problema ni Setién es la solución
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primera derrota con el cántabro

El autoengaño del Barcelona: ni Valverde era el problema ni Setién es la solución

"El Valencia nos ha comprometido, nos ha cerrado bien y posicionalmente hay cosas que tenemos que corregir, hemos dado muchos pases sin sentido, sin profundidad", dijo Setién

Foto: Quique Setién, durante el Valencia-Barcelona jugado en Mestalla. (EFE)
Quique Setién, durante el Valencia-Barcelona jugado en Mestalla. (EFE)

Josep Maria Bartomeu argumentó en la presentación de Quique Setién como entrenador del Barcelona que el equipo necesitaba "un impulso". Tres partidos y once días después ya ha quedado claro que ni Ernesto Valverde era el problema ni Setién es la solución. El Real Madrid será líder este domingo si empata en Valladolid. Y lo peor no es la derrota en Mestalla, sino la penosa imagen del equipo —sobre todo en la primera parte— y la sensación de que la idea del nuevo técnico tiene muy difícil arraigo.

Setién llegó entusiasmado y sin creerse la oportunidad que el club azulgrana le había ofrecido a sus 61 años. Radical en sus ideas futbolísticas, con Johan Cruyff como único dios, la hinchada que se aburría con el Barça de Valverde enseguida se subió al barco de la ilusión. En el debut ante el Granada se ganó porque está Messi y se contaron los pases como gran proeza. Ante el Ibiza el equipo rozó el ridículo y Griezmann se espabiló a tiempo para marcar en el 94'. Y en Valencia se constató el desastre: con la pelota el Barça no hace ni cosquillas y cuando no la tiene sufre lo indecible. Da lo mismo cuáles sean los mandamientos de Setién si los jugadores no son capaces de llevarlos a cabo. En la primera parte de nada sirvió pasarse la pelota en horizontal no sé cuántas veces ni rozar el 80% de posesión en algunas fases. El único tiro a puerta fue de Messi en el 35’ en una falta y solo Ter Stegen les salvó del naufragio.

El guardameta detuvo un penalti a Maxi Gómez en el 12’ y se multiplicó como un pulpo para atajar una de Piqué en propia puerta y otra clara de Gameiro, aparte de un palo también de Maxi. Sus compañeros, mientras, parecían estar jugando a ver cuánto tiempo podían tener el balón sin perderlo. Un juego más propio de un entrenamiento de pretemporada que de un partido en una plaza importante en el que no hubo ni intensidad ni intención de probar la portería de Jaume Doménech: ni desmarques, ni uno contra uno, ni un solo pase para romper líneas, ni alma ni nada.

"Hay algunas cosas que los jugadores todavía no interpretan bien o que no explicamos bien. A ninguno nos gusta lo que hemos visto", dijo Setién

Setién, tras el partido, reconoció todos los errores cometidos por su equipo sin poner ni una excusa. "Hay algunas cosas que los jugadores todavía no interpretan bien o que no explicamos bien. A ninguno nos gusta lo que hemos visto", dijo. "El Valencia nos ha comprometido, nos ha cerrado bien y posicionalmente hay cosas que tenemos que corregir, hemos dado muchos pases sin sentido, sin profundidad. Lo mejor fue que nos fuimos al descanso con un empate a cero. En la segunda mejoramos algo, pero no es suficiente”.

El técnico cántabro tiene razón en que en la segunda parte el Barça mejoró, que tampoco era muy difícil, pero en su debe está también la toma de decisiones. ¿Por ejemplo? Prefiere a Umtiti como pareja de Piqué en lugar de Lenglet. Y el francés volvió a ser una calamidad. ¿Más? Su empecinamiento en los tres centrales obliga a Sergi Roberto a desatender su banda, hueco que Gayá aprovechó perfectamente siendo un quebradero de cabeza continuo.

Foto: Mestalla acoge este sñabado el Valencia-Barcelona. (EFE)

Además, según el club, es él el responsable de decidir que Carles Pérez abandone el equipo antes de que se cierre el mercado de invierno la próxima semana y en Valencia no quiso dar explicaciones. "De conversaciones con jugadores entenderás que no hable. Son cosas privadas", respondió cuando se le preguntó. Y una cosa es desvelar el contenido exacto de la charla con Carles Pérez y otro asumir como suya la marcha de un canterano, un extremo bajo los lemas de 'la Masía no se toca' y 'Cruyff es mi gurú'. En su filosofía dogmática, prescindir de Carles Pérez queda feo nada más empezar a llevar el timón, la verdad.

El autoengaño de pensar que con Setién todo sería de color de rosa ha durado un suspiro. El problema es estructural y va desde una plantilla en decadencia, unos fichajes que han pasado de estrellas a estrellados (Griezmann y De Jong) y un club que no tiene un sello, una hoja de ruta marcada y que es capaz de echar a Valverde siendo líder en la Liga y en octavos de Champions, irse a buscar a Xavi, proponérselo a Koeman y terminar fichando a la tercera opción. Bartomeu ya ha gastado la bala del entrenador y cada vez está más solo ante el peligro en su posición además de presidente plenipotenciario. La siguiente huída hacia adelante puede ser la de fichar a un ‘9’ a toda prisa tras la lesión de Luis Suárez y el mal inicio de Setién en el banquillo. Da igual cuánto cueste y si compromete la idea que había previamente para fichar en verano; hay que parar el golpe, la sangría, como se pueda. Y un delantero sería un buen bote de humo tal y como se ha puesto el asunto. Lo malo es que el humo igual les tapa demasiado como para ver el incendio que tienen en casa.

Josep Maria Bartomeu argumentó en la presentación de Quique Setién como entrenador del Barcelona que el equipo necesitaba "un impulso". Tres partidos y once días después ya ha quedado claro que ni Ernesto Valverde era el problema ni Setién es la solución. El Real Madrid será líder este domingo si empata en Valladolid. Y lo peor no es la derrota en Mestalla, sino la penosa imagen del equipo —sobre todo en la primera parte— y la sensación de que la idea del nuevo técnico tiene muy difícil arraigo.

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