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Los motivos por los que Zidane renuncia a hablar de un Barça - Real Madrid politizado
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Los motivos por los que Zidane renuncia a hablar de un Barça - Real Madrid politizado

Es el Clásico más raro que va a disputar el francés, como jugador y entrenador, desde que está en el Real Madrid. Se le está haciendo largo. Está deseando jugarlo, que pase y quitárselo de encima

Foto: Zinédine Zidane durante la rueda de prensa antes del Clásico en el Camp Nou. (Efe)
Zinédine Zidane durante la rueda de prensa antes del Clásico en el Camp Nou. (Efe)

No está nada cómodo con todas las noticias que llegan sobre la seguridad del Clásico y una posible invasión de campo en el Camp Nou. Para Zidane todo esto es ruido y elementos de distracción que perjudican más a su equipo que al de Ernesto Valverde. Entra el factor de la adaptación a una atmósfera en la que se mezcla el fútbol y la política en su máxima expresión de tensiones. En el club blanco lo ven como un problema añadido. Es el Clásico más raro que va a disputar el francés, como jugador y entrenador, desde que está en el Real Madrid. Se le está haciendo largo. Como a todos. Está deseando jugarlo, que pase y quitárselo de encima. Un partido que le hubiera gustado jugar en su fecha y no aplazarlo. Principalmente porque ha perdido a uno de sus mejores jugadores: Eden Hazard. Zidane pone al mal tiempo buena cara, pero está harto de que le hablen del Clásico politizado.

Lo último que le sorprende al entrenador del Real Madrid y está obligado a aceptar, es que los dos equipos coincidan en el hotel de concentración Sofía. Tienen que salir, por norma excepcional de seguridad, juntos en dirección al Camp Nou. El partido de fútbol se está convirtiendo en otro atractivo-reclamo que no le gusta nada al entrenador del equipo blanco y sus esfuerzos están enfocados en que los jugadores se aíslen. No es fácil desviar la atención, desde que aterricen en la Ciudad Condal, del clima en un día diferente. Un Clásico que está más caliente, se hace eterno, en miércoles, la hora (ocho de la tarde), compartir el hotel con el Barcelona, salir juntos, el trayecto, el calentamiento, las gradas con las pancartas, la amenaza de una invasión… Demasiado ruido. Le molesta a Zidane. Le preocupa que sus jugadores tengan otra actitud (ansiedad, nervios...).

placeholder Sergio Ramos en un partido en el Camp Nou. (Efe)
Sergio Ramos en un partido en el Camp Nou. (Efe)

Por todos estos motivos, el entrenador del Real Madrid está en alerta. Aunque renuncie a hablar de lo que considera un Clásico politizado y diferente a todos los que ha vivido. Un partido en el que entiende que el árbitro (Hernández Hernández) tiene un trabajo que se ha enredado y que es diferente al habitual. Si ya de por sí hay que tener un buen día para impartir justicia arbitral y estar muy concentrado en el juego, al colegiado se le multiplica la labor de observación. “Al árbitro hay que dejarle tranquilo. Es un partido de fútbol. Nada más”, comenta Zinédine Zidane antes de viajar a Barcelona.

Quitar presión a los jugadores

El Real Madrid llega bien al Clásico. En el momento de más madurez desde que empezó la temporada y con la inyección de moral que ha supuesto rescatar un punto en el último partido de Liga en Valencia, en el minuto 95, con el gol de Benzema. Por este motivo, el técnico francés decide quitar más presión a sus jugadores. Les pide que disfruten y se sientan privilegiados de jugar un Clásico y volver a hacerlo con la sensación de que pueden mirar a la cara al Barcelona. Sin los miedos de la temporada pasada cuando fueron goleados (5-1) ni complejos de inferioridad. Es el partido, según Zidane, que todos los futbolistas querrían disputar y no pueden estar condicionados por un clima extradeportivo en el que se habla de protestas, barricadas, lío, ruido, invasión… “Hay que poner la energía en el terreno de juego”, recalca el entrenador, a sabiendas de que no será fácil mantener la concentración en un enfrentamiento ante un potente rival y una atmósfera politizada.

Lo que está sucediendo con este encuentro es desagradable para el espectáculo y la imagen del fútbol. Pero no lo puede ni lo debe decir el francés públicamente porque sería calentar más el Clásico. Zidane se prepara para gestionar un partido, en lo futbolístico y psicológico, que considera diferente a cualquier Barcelona-Real Madrid. En el que su equipo puede verse afectado por otro tipo de hostilidades y él quiere llevar dentro de los cauces de la normalidad, aunque todo esto lo considera nocivo.

No está nada cómodo con todas las noticias que llegan sobre la seguridad del Clásico y una posible invasión de campo en el Camp Nou. Para Zidane todo esto es ruido y elementos de distracción que perjudican más a su equipo que al de Ernesto Valverde. Entra el factor de la adaptación a una atmósfera en la que se mezcla el fútbol y la política en su máxima expresión de tensiones. En el club blanco lo ven como un problema añadido. Es el Clásico más raro que va a disputar el francés, como jugador y entrenador, desde que está en el Real Madrid. Se le está haciendo largo. Como a todos. Está deseando jugarlo, que pase y quitárselo de encima. Un partido que le hubiera gustado jugar en su fecha y no aplazarlo. Principalmente porque ha perdido a uno de sus mejores jugadores: Eden Hazard. Zidane pone al mal tiempo buena cara, pero está harto de que le hablen del Clásico politizado.

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