Los palos a Luis Enrique y por qué piden el regreso de Piqué a la Selección
La sequía de grandes futbolistas en España la sufre Luis Enrique y los aficionados hasta el punto de que se preguntan por qué no regresa Piqué
El trabajo de Luis Enrique va a ser duro. Si pensaba el asturiano que llegaba a enganchar a la afición, se ha equivocado. No tiene una base de jugadores para formar la estructura de una nueva Selección española, lo lleva con paciencia y mientras busca y rebusca cambia su actitud de ogro por otra más simpática: juegos con pistolas láser, bromas, buen rollo y mucha paciencia. España ha pasado de tener superclases a modestos futbolistas que aparecen y desaparecen de las listas de un seleccionador que se ha convertido en un explorador. A Luis Enrique le toca vivir una época de vacas flacas. Por no haber, no queda ni rastro de la nostalgia de los que lograron el Mundial y la dos Eurocopas. El estilo caducó y un ídolo (Iniesta) se divierte en Japón y otro (Iker Casillas) estira su carrera en Portugal e insiste en que le llamen de vuelta.
Lo que hay por delante es una fase de clasificación para la Eurocopa de 2020 en la que España es un misterio. Una selección que está en la indefinición de un estilo de juego y un rompecabezas de futbolistas que entran y salen. Luis Enrique lleva nueve meses en el cargo y ha tenido de todo. Llegó con las mejores expectativas. Su carácter ambicioso, ganador y el perfil alto de un técnico con mando era aire fresco para una selección en ruinas después del bochornoso Mundial en Rusia con el despido de Lopetegui y el atropello de Fernando Hierro. La sensación generalizada es que la ilusión se ha desinflado. El subidón se ha pasado. De la Liga de Naciones le echaron y cada lista de convocados es un casting.
Han pasado 41 jugadores por las diferentes convocatorias y ha utilizado a 32. Las dificultades para encontrar un acompañante a Sergio Ramos para formar la pareja de centrales llaman la atención. Luis Enrique ha probado hasta ocho centrales diferentes con Nacho, Iñigo Martínez, Abiol, Mario Hermoso, Diego Llorente –que llegó a ir una convocatoria en muletas–, Bartra y Azpilicueta. Este jeroglífico produce que salgan encuestas y debates sobre la necesidad de volver a hablar con Piqué para que recapacite y regrese a la Selección. El central del Barcelona está en su mejor momento de madurez futbolística y el daño que ha provocado su marcha es notable. La misión de que pudiera dar marcha atrás es imposible. Piqué ya está con la cabeza en otras cosas y aprovecha este parón para participar con la Selección catalana. El vacío que ha dejado Piqué es, cada convocatoria, gigantesco.
Un largo casting
A Luis Enrique le empiezan a llover palos por llamar tantos jugadores y no concretar un equipo base. No encuentra lo que quiere o tarda en acertar con los perfiles que necesita la nueva España. El criterio por el que se rige es difícil definirlo o muy fácil si somos realistas: España tiene sequía de grandes futbolistas. Si hubiera que analizar a qué se debe tal cantidad y variedad de seleccionados sólo se encuentra una explicación: confía en los que están en momento dulce cuando llega una convocatoria. A excepción de algunos casos como los de Marco Asensio y Ceballos. Dos suplentes en un Real Madrid en crisis. Pero a alguien le tiene que tener fe. Seguro que se ha quedado con las ganas de llamar a su deseado Isco. Se habrá frenado porque este caso sí que es delicado. Castigado y señalado por Solari por baja forma e indisciplinado. No convenía. Le faltaron esos pocos días en los que Zidane le recuperó. Luis Enrique lo rescatará. Será en las próximas convocatorias.
Esta España de largo casting con la que Luis Enrique parece o disimula muy bien estar cómodo tiene mucho trabajo por delante. La expectación está en comprobar a qué juega, quiénes son las estrellas, marcan las diferencias y qué nivel competitivo ofrece. Por delante hay una fase de clasificación que no engancha a los aficionados. El foco está puesto en un Luis Enrique que regresa a la casilla del principio para comprobar si tiene ojo, método y táctica para acertar en la creación de una selección potente y que vuelva a convertirse en una referencia.
El trabajo de Luis Enrique va a ser duro. Si pensaba el asturiano que llegaba a enganchar a la afición, se ha equivocado. No tiene una base de jugadores para formar la estructura de una nueva Selección española, lo lleva con paciencia y mientras busca y rebusca cambia su actitud de ogro por otra más simpática: juegos con pistolas láser, bromas, buen rollo y mucha paciencia. España ha pasado de tener superclases a modestos futbolistas que aparecen y desaparecen de las listas de un seleccionador que se ha convertido en un explorador. A Luis Enrique le toca vivir una época de vacas flacas. Por no haber, no queda ni rastro de la nostalgia de los que lograron el Mundial y la dos Eurocopas. El estilo caducó y un ídolo (Iniesta) se divierte en Japón y otro (Iker Casillas) estira su carrera en Portugal e insiste en que le llamen de vuelta.